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PESO SIN PESO

Contrariando sus propias declaraciones, el gobierno decide devaluar el peso

19 de julio de 1982

Verdadero revuelo causó el 14 de junio la declaración del general Luis Damús, ministro de economía chileno, en el sentido de que el peso chileno sería devaluado en un 18% anual, a través de progresivas devaluaciones mensuales del 0.8%. Una intensa polémica entre funcionarios del gobierno y economistas independientes había precedido a esa medida (ver SEMANA del 8 al 15 de Junio).
A finales de abril el general Augusto Pinochet había pedido la renuncia del gabinete ministerial con el fin de efectuar una "readecuación gubernativa para superar los problemas coyunturales" de la economía del país. En esa oportunidad él aseguró que no se introducirían cambios en la política económica y que, mucho menos, se devaluaría el peso. El núcleo de las soluciones oficiales descansaba sobre la propuesta de rebajar los salarios de la población trabajadora en un 30% aproximadamente, contra la tesis de otros sectores que sugerían modificar, más bien, el tipo de cambio para volver a un equilibrio entre las exportaciones y las importaciones y así enderezar el rumbo de la economía afectada por una pérdida de competitividad de sus artículos en un 25%, frente a las mercancías extranjeras. Este revés, causado por el sistema de cambio fijo del dólar implantado por el gobierno desde 1979, desembocó en una tasa de desempleo superior al 20% de la fuerza laboral.
La medida anunciada por el ministro de economía aparece, entonces, como un triunfo de los adversarios de la escuela monetarista en Chile. No en vano el máximo exponente de esa escuela en el país, Sergio de Castro, había sido reemplazado a finales de abril por el general Damús en la cartera económica.
El nuevo ministro había sido presidente de Corfo (una institución semejante al IFI colombiano) y, más tarde agregado militar en Washington. Ultimamente había estado al frente de Odeplan (Oficina de Planeación Nacional).
Si bien la reducción de salarios no queda descartada del todo por la decisión de devaluar el peso, tal posible salida a la crítica situación podría haber sufrido cierto desgaste. Hace pocas semanas el general Damús había insistido en pedir a los gerentes de las empresas estatales pasar antes del 31 de julio sus propias propuestas para rebajar los salarios del sector, añadiendo que las reducciones de salario afectarían también a los empleados públicos y a los obreros. Esto fue respondido por la Confederación de Trabajadores del Cobre, en carta que termina diciendo: "Es posible que haya sectores que tengan sueldos exageradamente altos (...). Pero no los trabajadores. Para nosotros esta situación ya resulta insoportable"
El mismo cardenal Raúl Silva Henríquez, al regresar de su visita al Vaticano, Europa y Estados Unidos, se pronunció en contra de esa salida oficial por afectar preferencialmente el bolsillo de los trabajadores y no remediar el problema del desempleo.
Un escepticismo similar había sido expresado días antes del 14 de junio, por Juan Villarzú, expresidente del importante Banco Concepción. Según él, la rebaja de salarios no era una solución ya que no incide sobre lo que a su juicio son los dos problemas más graves: los precios relativos "determinados por un tipo de cambio devaluado en un 20%, y la crisis del sector financiero, traducida en una "altísima cartera vencida debido a que los deudores, aunque liquidaran sus activos, no podrían cubrir sus deudas"
Observadores en Santiago afirman que el debate actual sobre la reorganización económica arroja ya un resultado: un amplio sentimiento en los más diversos sectores en favor de una apertura que involucre políticas de desarrollo industrial, salarios dignos y un sistema democrático.
¿Es la medida reportada por el general Damús un anuncio de una apertura en ese sentido? Está por verse. Lo que sí es claro es el hecho de que el nuevo clima que comienza a vivirse en el país vecino, Argentina, está teniendo un considerable impacto en Santiago.