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PIDIENDO CACAO

Ferdinand Marcos ofrece US$5 mil millones para regresar a su tierra.

29 de agosto de 1988

Descrito como "un hombre viejo que no puede caminar entre su cama y el baño sin ayuda y que sólo quiere regresar a casa", el ex dictador de las Filipinas Ferdinand Marcos ha hecho por intermedio de sus representantes una oferta que tomó al mundo entero por sorpresa. A cambio del derecho a establecerse en su provincia natal de Ilocos Norte, Marcos está dispuesto a pagar al gobierno de Filipinas la escalofriante suma de US$5 mil millones.
Si lo que mueve al astuto Marcos a ofrecer semejante cantidad de dólares es su nostalgia por los aires de su tierra o una astuta jugada política que le permita, de paso, salvarse de los cargos que pesan sobre él en Estados Unidos, no está claro todavía. Lo único que parece seguro es que una oferta como ésta no tiene precedentes y que, en cualquier caso, se parece peligrosamente a un soborno de escala megalómana.
Lo primero que deberán lograr los representantes de Marcos es convencer al Departamento de Justicia norteamericano de que sus intenciones son serias. Para ello, han asegurado que, de no ser presentados cargos en su contra, el ex dictador estaría dispuesto a apoyar el gobierno de Corazón Aquino y a promover "la reconciliación nacional". Marcos enfrenta la posibilidad de ser juzgado en Estados Unidos por fraude y conspiración relacionadas con su uso ilegal de fondos del gobierno filipino para adquirir, para su propio peculio, bienes raíces y obras de arte en cantidades indeterminadas. De acuerdo con una política adoptada a raíz del caso del general Noriega de Panamá, hoy en día la decisión de acusar o no a un jefe o ex jefe de estado extranjero es tomada mediante un cuidadoso estudio político que incluye al Departamento de Estado y a las organizaciones de inteligencia. Con esto en mente, algunos observadores creen que la decisión norteamericana sería mucho más política que jurídica.
Los primeros contactos, según revelaciones hechas al periódico Los Angeles Times, fueron hechos a principios de junio cuando los enviados de Marcos se reunieron en la oficina del representante a la Cámara Stephen Solarz, presidente del Comité de Asuntos Asiáticos. Luego de recibir una fría acogida allí, los voceros abordaron al director del Centro para la Democracia -una fundación privada de Washington- Allen Weinstein y finalmente al embajador filipino en esa ciudad, Emanuel Peláez. Según parece, el embajador rechazó de inmediato la oferta, con el argumento de que era como "vender los principios", pero luego a regañadientes pasó el mensaje por canales diplomaticos.
Los contactos no han sido confirmados ni negados por fuentes allegadas al gobierno de Corazón Aquino, y la verdad oficial sigue siendo que el regreso de Marcos al país no es negociable. Sin embargo, otras fuentes, principalmente el profesor de ciencia política de la Universidad de Berkeley James Gregor, quien tiene vínculos con el gobierno de Filipinas y es un personaje de credibilidad reconocida, reveló que efectivamente los enviados del ex dictador han llegado a hablar hasta con el hermano de Corazón, José (Peping) Aquino. Esa versión tiene todos los visos de credibilidad, pues aunque la presidente fue muy firme en la afirmación de que Marcos nunca volvería a pisar tierra filipina, en las últimas semanas ha aflojado un poco esa posición, y ha llegado a declarar que su regreso sería factible siempre y cuando se sometiera a juicio allí.
Ello puede deberse a que una oferta de US$5 mil millones es muy difícil de rechazar, sobre todo para un país como Filipinas, que tiene una economía en crisis y un creciente descontento social. La gran disyuntiva que se presenta a los medios oficiales de Manila no sólo es hacerse los de la vista gorda ante el origen de los dineros, sino si valdrá la pena recibirlos a cambio de tener a Marcos en el interior del país. Aunque el compromiso del anciano sería el de no intervenir en política y mantenerse en su provincia natal, su solicitud de que se devuelvan los derechos políticos de su hijo Ferdhland (Bong Bong) Marcos Jr. para permitirle aspirar a la gobernación de la provincia, despierta toda clase de sospechas.
Sin embargo, muchos filipinos creen que una suma de dinero tal, que hace palidecer al "miniplan Marshall" de ayuda que los Estados Unidos pretenden aplicar en Filipinas, no puede desecharse, sobre todo si proviene, como lo afirma, de un hombre viejo que lo único que quiere es volver a casa. Pero en la mente de todos flota una inquietud: si el hombre está dispuesto a deshacerse de US$5 mil millones, ¿cuántos tendrá en el otro bolsillo?.