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¿Por qué China es protagonista de la campaña electoral de EE. UU.?

Romney acusa a Pekín de llevar una guerra comercial silenciosa y causar pérdidas de trabajo en EE.UU.. Para Obama, China es "un adversario y un socio potencial". Al fin y al cabo, ambos países saben que se necesitan.

3 de noviembre de 2012

En buena parte, como consecuencia de la innegable importancia que ha adquirido la relación entre los dos países, una China que ha seguido con gran atención el proceso electoral de EE. UU. se convirtió en la recta final de la campaña en blanco de las críticas de ambos candidatos.

Los comentarios del republicano Mitt Romney y el demócrata Barack Obama no dejaron de causar malestar tanto en un Gobierno en Pekín que, como Washington, se prepara para el relevo, como entre una población china que lleva muy a gala el peso internacional cada vez mayor de su país.

A lo largo de la campaña han sido comunes las críticas de Romney contra la política comercial china. El candidato republicano ha acusado a Pekín de llevar a cabo una guerra comercial silenciosa, hacer trampas o causar pérdidas de puestos de trabajo en EE.UU..

También ha asegurado que, si llega a la Casa Blanca, en su primer día como presidente declarará a China un país "manipulador de la divisa", un paso que conllevaría la imposición de sanciones económicas.

Obama indicó por su parte en el último debate electoral que China es "tanto un adversario como un socio potencial".

Hasta entonces, el presidente había evitado pronunciar críticas directas a un país que es el principal tenedor de deuda estadounidense y que goza de un enorme superávit comercial, de 203.121 millones de dólares en agosto.

Pero, al mismo tiempo, su Gobierno había endurecido su posición en el terreno comercial, tras presentar hasta diez casos contra China en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Irritadas por las declaraciones de los candidatos, las autoridades de la República Popular pidieron a los contendientes que no agudicen las tensiones y que se considere de "forma objetiva" el desarrollo chino.

Algunos medios oficiales han ido más allá y han criticado rotundamente las declaraciones de ambos aspirantes. "Aunque haya algunas palabras de alivio, quedan eclipsadas por los trucos de la campaña que buscan chivos expiatorios", ha publicado la agencia de noticias Xinhua .

"El futuro presidente de EE. UU., no importa quién sea, carece de una comprensión profunda de cómo debe tratarse a los socios", agrega.

Los ciudadanos chinos tampoco se han mostrado ajenos a la polémica. El interés por la campaña ha alcanzado unos niveles sin precedentes, con 19 puntos porcentuales más de seguimiento (del 17 al 36 por ciento) con respecto a los comicios anteriores, según un informe del Centro de Investigación Pew, estadounidense.

Este mismo centro señala, en otro informe, que en los últimos dos años el porcentaje de chinos que ven una relación de cooperación entre su país y EE. UU. ha caído del 68 al 39 por ciento, mientras que los que califican los lazos como hostiles han pasado del 8 al 26 por ciento.

"No entiendo por qué pierden tiempo debatiendo cuestiones del panorama internacional en un país donde el 70 por ciento de la gente probablemente no sería capaz de localizar China en el mapa", apuntaba un usuario de Weibo -red social similar a Twitter- durante el último debate electoral.

"¿Será porque no son capaces de resolver sus problemas internos y buscan un blanco más fácil en el extranjero?", se preguntaba.

Otras voces quitan hierro a las críticas y consideran que la retórica se moderará tras los comicios del 6 de noviembre.

Al fin y al cabo, aunque ambos países saben que nunca estarán de acuerdo en todo, son conscientes de que se necesitan mutuamente. EE. UU. es un mercado imprescindible para las exportaciones chinas, y China es una voz sine qua non en conflictos diplomáticos como el sirio o los que giran en torno a los programas nucleares de Corea del Norte o Irán.

Entre quienes creen que no llegará la sangre al río figura el vicecatedrático del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Pekín, Li Haidong, quien considera que, sea quien sea el vencedor, "ajustará sus posiciones radicalizadas".

"Una cosa es la retórica y otra la política", destaca Li, quien aboga por una relación que favorezca la cooperación en detrimento del conflicto.

A su juicio, "la relación entre ambas potencias es demasiado importante y con muchos intereses en común. Sea Obama o Romney el próximo inquilino de la Casa Blanca, no habrá grandes cambios en la política hacia China".
 
EFE