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El presidente venezolano Nicolás Maduro dijo que el expresidente español alienta un golpe en Venezuela. Lo hizo ante el anuncio de este de colaborar en la defensa de los detenidos Leopoldo López y Antonio Ledezma.

VENEZUELA

¿Por qué Felipe González defiende la oposición en Venezuela?

No se sabe qué tanto podrá hacer Felipe González para defender los líderes opositores encarcelados. Pero su presencia lo pondría en la mira del mundo.

28 de marzo de 2015

Felipe González se convirtió esta semana en una auténtica piedra en el zapato para Nicolás Maduro. El anuncio hecho el lunes por el expresidente del gobierno español en el sentido de que asumirá la defensa de Leopoldo López y Antonio Ledezma, líderes de la oposición encarcelados en Venezuela, ha llamado la atención mundial hacia lo que está ocurriendo con quienes discrepan del presidente de Venezuela. Y de paso abre la interrogante de cómo enfrentará Caracas las gestiones que lleve a cabo González.

González hizo pública su determinación en el diario El País, de Madrid, justo al regresar a España tras un viaje a Washington y a Nueva York. En la capital estadounidense se refirió a los casos de López, preso desde el 18 de febrero de 2014, y de Ledezma, el alcalde metropolitano de Caracas a quien el servicio de inteligencia sacó de su despacho el 20 de febrero para llevarlo tras las rejas. “Maduro ha dicho que en Venezuela no hay presos políticos, sino políticos presos. Pero a eso habría que agregarle más palabras: por ser políticos. Es decir: en Venezuela hay políticos presos por ejercer la política”, dijo González en la capital norteamericana.

Tras conocerse la noticia de la defensa, el gobierno en Caracas lo descalificó de inmediato. Maduro dijo que el expresidente español alienta “un golpe contra Venezuela”. Lo llamó “lobbysta”. Lo acusó de conspirar junto al asesor electoral J. J. Rendón pues, así lo indicó, “le dieron hace poco la nacionalidad colombiana”. Y dijo que Hugo Chávez lo expulsó alguna vez que trató de convencerlo de que vendiera la compañía estatal telefónica “a un consorcio que él representaba”. Para rematar, la canciller Delcy Rodríguez señaló que González no puede ejercer de abogado en Venezuela y le recomendó que mejor se dedique a otra cosa.

Como quiera que sea, lo cierto es que Felipe González debe estar quitándole el sueño a Maduro. Con 73 años de edad resulta ser, pese los escándalos que sufrió en su gobierno, una figura casi mítica en la política del mundo hispanohablante. Gobernó entre 1982 y 1996, lapso en el cual metió de lleno a España en la Unión Europea y en la Otan, por lo cual se le considera uno de los grandes constructores de la integración del Viejo Continente. Y cuenta con un factor que le da aún más autoridad. Como le dijo a SEMANA Cynthia Arnson, directora del Programa Latinoamericano del Woodrow Wilson International Center for Scholars, “Felipe González es una figura clave de la izquierda democrática con reconocimiento mundial.  Y que Maduro llame a González golpista muestra su propio aislamiento y radicalismo. El sistema de justicia venezolano se ha vuelto altamente politizado, y tal vez sea incapaz de ser imparcial. Pero tener un defensor como Felipe González asegura que la mirada del mundo estará puesta sobre cualquier eventual juicio”.

Con ella está de acuerdo Carlos Malamud, director de asuntos latinoamericanos del Real Instituto Elcano, uno de los think tanks más prestigiosos de España: “El hecho de que sea socialista le da mucho peso a esta gestión a mi juicio adecuada dado el silencio clamoroso de tantos gobiernos y organismos políticos de la región”. Aquí conviene recordar que la mayor parte de las cancillerías latinoamericanas han guardado silencio sobre el apresamiento de Leopoldo López y Antonio Ledezma, y que la OEA y Unasur se han manifestado con tibieza.

Más allá de la autoridad moral que pueda tener González a la hora de defender a López y a Ledezma, su iniciativa también hace pensar que a veces los expresidentes pueden jugar un papel más a fondo que cuando tenían el poder, tiempo en el que la diplomacia los obliga a guardar silencios reprochables. Arnson recuerda que “ya su respaldo (de González) a López y Ledezma ha movido a otros líderes latinoamericanos de izquierda y centro-izquierda —Fernando Henrique Cardoso, Ricardo Lagos, por ejemplo— a salir en defensa de estos líderes, en contraste con el silencio de los presidentes”.

Ahora la pregunta es qué pasaría si Felipe González viaja a Caracas, algo que casi con toda seguridad se viene venir. ¿Le impediría Maduro la entrada al país, o lo dejaría ver a los opositores como sí se lo permitió el dictador Augusto Pinochet en Chile en 1977? La pregunta está abierta.