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Portazo a los homosexuales

A la oposición de la Iglesia a los matrimonios entre personas del mismo sexo se suma el nuevo documento que los excluye del ejercicio sacerdotal.

12 de febrero de 2006

La batalla de la Iglesia Católica contra los homosexuales tiene un nuevo capítulo. En lo que es considerado un acto definitorio del papado de Benedicto XVI, se prepara para evitar la llegada de sacerdotes gays a sus filas, incluso si viven en celibato. Después de meses de filtraciones y de la publicación extraoficial por parte de una agencia de información católica, sale a la luz el documento vaticano que sienta las bases para su exclusión del ejercicio sacerdotal. Benedicto XVI quiere poner orden en la casa enfrentando directamente un tema espinoso que ha dañado la imagen de la Iglesia: los escándalos por las denuncias de abusos sexuales de parte de sacerdotes en diferentes partes del mundo. "La Iglesia, respetando profundamente las personas en cuestión, no puede admitir en el sacerdocio a aquellos que practican la homosexualidad, tienen tendencias homosexuales profundamente enraizadas o aquellos que apoyan la denominada cultura gay", asegura el texto, considerado de gran contundencia a pesar de sus escasas ocho páginas. Bajo el título 'Instrucción para los criterios de discernimiento vocacional sobre las personas con tendencias homosexuales en vista de su admisión al sacerdocio y las órdenes sagradas', el decreto se fundamenta en la posición católica sobre la homosexualidad, consignada en diferentes documentos desde el concilio Vaticano II y, en particular, en el Catequismo de la Iglesia Católica. Entre otras curiosidades, el texto establece diferencia entre actos y tendencias homosexuales. Los primeros son "pecados graves" (según las Sagradas Escrituras) y la "tradición considera intrínsecamente inmorales" y "contrarios a la ley natural"; las tendencias homosexuales "si son profundamente radicadas son también objetivamente desordenadas" pero representan en muchos casos una "prueba" para el creyente. La responsabilidad es dejada en las manos de obispos, superiores de órdenes religiosas y rectores de seminarios. Son ellos quienes tendrán que dar "un juicio moral" sobre las cualidades del candidato y sobre su "madurez afectiva". En pocas palabras, deberán intuir las tendencias sexuales y actuar en caso de "dudas serias". Muchos anticipan una cacería de brujas. Los homosexuales sólo serán admitidos si "se trata de la expresión de un problema transitorio, como por ejemplo, una adolescencia todavía no terminada" y el candidato da muestras de haber "superado el problema al menos tres años antes de la ordenación diaconal". Para la Iglesia, la "discriminación" se justifica en que el sacerdocio es un "don" y no un derecho y, en el caso de los homosexuales, no basta con el compromiso de castidad. "Sería gravemente deshonesto que un candidato ocultase la propia homosexualidad para acceder, a pesar de todo, a la ordenación", asegura el documento. Aunque el documento precisa que "estas personas serán tratadas con respeto y delicadeza", la indignación no se ha hecho esperar. Representantes del partido Radical Italiano (que han adelantado la batalla en favor del aborto y últimamente a favor de la fecundación asistida) acusan al Vaticano de "elección anticristiana y violencia ideológica, de inquisición". Muchos lo ven como un retroceso. El partido Radical considera escandaloso que la Iglesia establezca una conexión de causa y de efecto entre la homosexualidad y los abusos contra niños o adolescentes. Como asegura uno de sus representantes, "en Campo dei Fiore (en donde en 1600 fue quemado vivo Giordano Bruno, el sacerdote dominico que abandonó la Orden a causa de sus dudas de fe) la hoguera todavía está encendida".