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PUERTAS ENTREABIERTAS

Expectativa por la medida que permite inversiones extranjeras del 100 por ciento.

9 de octubre de 1995

MUCHOS CALIFICARON la anunciada ley de inversión extranjera en Cuba como una derrota de Fidel Castro frente al capitalismo. Sin embargo esa legislación es el intento más audaz de salvar la economía de la isla sin perder las conquistas sociales de 36 años de revolución.
La ley deja en claro que el país no está en venta. Prueba de ello es que cada solicitud de inversión debe ser estudiada individualmente. Sólo que, en aras de la agilidad, se reduce a 100 días el tiempo que tiene el consejo de ministros para dar su respuesta.
Otra de las particularidades es que la contratación de personal no se realizará directamente, sino por medio del Estado que es el único empleador del país. El gobierno se quedó con el control único de la salud y la educación, sectores que fueron expresamente excluidos.
La expectativa está, por una parte, en la posible reacción de los sectores empresariales de Estados Unidos que quieren que se levante el bloqueo comercial para no perderse de la repartición de un ponqué que ya está en gran parte en manos de los europeos. Por la otra está el efecto que espera tener en los cubanos de la Florida, cuya unidad anticastrista está cada vez más resquebrajada. Porque hasta los antiguos exiliados, que hoy se conocen como emigrantes, podrán invertir en la isla.