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PULPITOS A LA OFENSIVA

La creciente radicalisación do las posiciones políticas del gobierno de Managua, refleja la polarización de fuenas al interior del país, y a la vez genera los roces entre Iglesia y gobierno.

11 de octubre de 1982

La manifestación avanzaba calle abajo gritando consignas contra la jerarquía católica que se opone al gobierno. De repente sonaron unos disparos y varias personas cayeron al suelo. Cuando la multitud comenzaba a correr en todas direcciones tratando de protegerse, una segunda ráfaga alcanzó a otros dispersos manifestantes. Del ruidoso aunque desarmado cortejo quedaron muertas dos personas. Siete más fueron heridas.
El grupo que había sido balaceado se había detenido segundos antes frente al Colegio Salesiano, una institución católica privada con más de 5.000 alumnos, en Masaya, un pueblito a 30 kilómetros de Managua. De tal edificio salieron los disparos.
Se cumplía así el primer incidente armado en un área urbana entre los partidarios del gobierno sandinista y los grupos opositores dentro del país, desde el triunfo revolucionario en julio de 1979.
Como el colegio se halla situado.a la entrada de Masaya, en el barrio indígena de Monimbó-una comunidad que estuvo entre las primeras que se levantaron contra la dictadura de Somoza en 1978- y como los vecinos de inmediato erigieron barricadas contra los francotiradores, varias agencias internacionales de prensa, confundidas, reportaron que Monimbó se había insurreccionado contra el gobierno sandinista.
Un testigo de los hechos, Donald Telíca, un artesano del lugar, explicó más tarde a un semanario de Nueva York que antes de los disparos los manifestantes habían exigido la excomunión de un cierto sacerdote, Bismarck Carballo, quien días antes había protagonizado un escándalo de faldas y era uno de los religiosos opositores del gobierno.
Tras los primeros tiros la comunidad rodeó el edificio e intercambió disparos hasta que llegaron las autoridades. Ese día el colegio había sido "tomado" por un grupo de derecha.
Dos sacerdotes, uno español y otro costarricense, que se encontraban en el colegio, fueron entregados a sus respectivas embajadas y se les inició una investigación para precisar el papel específico jugado por ellos en la balacera.
Tales roces entre la Iglesia y el sandinismo habían comenzado a aparecer desde algunos meses atrás, a medida que el régimen radicalizaba más sus posiciones políticas, reflejando en parte la creciente polarización que viene presentándose en el país. Figura destacada de la oposición religiosa en Nicaragua es el obispo de Managua, monseñor Miguel Obando y Bravo, quien en abril pasado fue incluso nominado por las fuerzas pro somocistas acantonadas en la frontera con honduras, para ser integrante de un "gobierno en el exilio" que estarían organizando en Costa Rica.
Casi todo el mes de agosto pasó en medio de confrontaciones político religiosas. Durante los primeros 10 días, cerca de 20 templos de sectas protestantes, como los "Testigos de Jehová", los "Hijos de Dios" y los "Menonitas", fueron tomados por grupos de jóvenes de los Comités de Defensa Sandinista (CDS), en señal de protesta porque esas sectas "predican el desprecio a la bandera nacional y al himno sandinista, se oponen a la participación en las milicias populares, en las campañas de vacunación y a la campaña contra el analfabetismo"
Para el gobierno del FSLN esas sectas están manipuladas por la CIA y avanzan una conspiración internacional que intenta llevar el caos a Nicaragua.
En medio de esas movilizaciones llegó una carta del Papa Juan Pablo II que equivalía a un tirón de orejas a la llamada "Iglesia Popular", que en Nicaragua está alineada con las autoridades, pidiendo que se obedezca a los obispos por encima de los compromisos políticos. La misiva también era un tácito apoyo al bando de monseñor Obando y Bravo en su disputa con los católicos de Santa Rosa, quienes habían criticado al obispo por trasladar al pro sandinista monseñor Arias Caldera de esa comunidad, a cambio de monseñor Bismarck Carballo. Tal apoyo fue utilizado como argumento por algunos grupos para comenzar a tomarse edificaciones de institutos católicos, para "protegerlos" del sandinismo, dando origen a varias ocupaciones en el país y a la del Colegio Salesiano.
Pocos días después, el 11 de agosto, estalló el escándalo Carballo. Un colérico marido en el barrio residencial de las Colinas, de Managua, sacó a la calle en paños menores a una joven mujer, y tras ella a un hombre desnudo: monseñor Bismarck Carballo director de Radio Católica, portavoz de la curia arzobispal y ayudante del obispo de Managua. La mujer alegó que estaba recibiendo "guía espiritual" de monseñor cuando fue asaltada por su marido. Pero horas más tarde un diario de Managua logró que ella relatara sus amoríos con el clérigo en un largo artículo.
Cuando los rumores de la oposición comenzaron a esparcirse, asegurando que a Carballo se le había montado una "celada", el gobierno autorizó a la prensa para publicar todo lo que supiera sobre el caso, calentándose aún más el ambiente de pugnacidad ya existente.
Como días antes Carballo había amenazado con excomulgar a los residentes de Santa Rosa que protestaban por el traslado de Arias Caldera, los jóvenes de Masaya exigieron también la excomunión del impúdico sacerdote. Tales reclamos fueron respondidos a bala ante el Colegio Salesiano.
Días después del trágico suceso de Masaya, Sergio Ramírez, uno de los miembros de la junta de gobierno, reconoció que "sería demasiado diplomático decir que no hay problemas entre el gobierno y la jerarquía eclesiástica" Pese a estas declaraciones moderadas, la democracia cristiana de América Latina desató una oleada de críticas contra el régimen de Managua.
Sin embargo, amplios sectores de la población -mayoritariamente católica- parecen seguir apoyando el proceso sandinista pese a esas dificultades.