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SIRIA

¿Qué significa la caída de los dos bastiones de Isis?

Las derrotas de Isis en Siria e Irak han puesto de relieve las tensiones entre el gobierno de Irak y los kurdos, que reclaman una parte de ese país para fundar su propia nación. Lo que se viene es muy díficil.

21 de octubre de 2017

La caída de Mosul y de Raqqa, las ciudades más importantes del “califato” de Isis, ha hecho que la amenaza que este grupo plantea en Oriente Medio pase a segundo plano, al tiempo que aumentan los temores de que se desate una guerra civil en esa región.

El viernes, el Ejército iraquí y los peshmerga kurdos libraron una intensa batalla en la región petrolera de Kirkuk. Mientras que para Bagdad esta hace parte del territorio nacional, para los segundos esta hace parte del país que quieren fundar: Kurdistán.

La orden de recuperar ese centro urbano y sus alrededores la dio el primer ministro iraquí, Haider al-Abadi, después de que los kurdos organizaran a finales de septiembre un referendo separatista.

Aunque las fuerzas iraquíes recuperaron el lunes la ciudad Kirkuk, la batalla del viernes marcó un cambio de marca mayor. Ese día, por primera vez se usaron ametralladoras pesadas, lanzacohetes y fuego de artillería.

El general iraquí Raad Baddai dijo que Altun Kupri será “la última zona” que sus tropas recuperen al norte de Kirkuk.

Sin embargo, los kurdos desconfían. “Este es el inicio de la guerra”, le dijo el viernes a CNN el comandante peshmerga que dirige las operaciones en la región.

Mientras que los kurdos quieren que Kirkuk pertenezca al futuro Estado de Kurdistán, cuya capital sería la ciudad de Erbil, Al-Abadi y el gobierno de Irak se oponen de plano a esos planes.

Aunque desde 2005 la región goza de cierta autonomía, Bagdad considera que es parte integrante del territorio nacional. “Nunca habrá un diálogo sobre el resultado del referendo”, en el que la independencia ganó con el 93 % de los votos.

“Impondremos la ley iraquí en todos los distritos de la región con la fuerza que nos da la Constitución”, dijo.

La situación es potencialmente explosiva, pues mientras Estados Unidos financia a los kurdos, las milicias chiitas de Irán tienen una enorme ascendencia sobre el Ejército iraquí.

Un pueblo sin país

Desde la caída del Imperio otomano tras el final de la Primera Guerra Mundial, el territorio que habitan los kurdos quedó dividido entre cinco países: Irak, Siria, Irán, Turquía y Armenia.

Estos tienen sus propias cultura y lengua, y constituyen una etnia diferente de los pueblos árabes que los rodean. Y aunque tienen diferentes credos, la mayoría son seguidores del islam sunita, lo que los opone a los iraníes, que son en su mayoría chiitas.

Hoy, los 35 millones de kurdos constituyen el cuarto grupo étnico de Oriente Medio. Pero durante un siglo sus esfuerzos por constituir una nación han fracasado.

En las últimas décadas, sin embargo, su influencia regional ha aumentado. En Turquía, el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PTK) ha luchado por la autonomía de esa etnia en Turquía.

En Irak y Siria han sido decisivos para derrotar a Isis. En 2014, una coalición de kurdos peshmerga, del PTK y de las Unidades de Protección Popular (que actúan en Siria) fue clave para frenar el avance de los yihadistas en el norte de Irak.

En Raqqa, los peshmerga izaron su bandera en la plaza en la que los islamistas de Isis ejecutaban públicamente a sus víctimas.