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INFORME ESPECIAL

¿Qué va a pasar con China?

La victoria de Trump va a redefinir las relaciones entre las dos potencias. También, entre el país asiático y su vecindario.

12 de noviembre de 2016

La llegada de Trump al poder dejó a los chinos con un sabor agridulce. Por un lado, el magnate ha sostenido que va a “recuperar” los puestos de trabajo que el país asiático se ha “robado”, y ha prometido imponerles fuertes tarifas a sus importaciones. Comprensiblemente, los especialistas están haciendo cábalas sobre qué tan dispuesto está Trump a desencadenar una guerra comercial y poner en riesgo un comercio bilateral que se eleva a 500.000 millones de dólares anuales. Pero por el otro, la política aislacionista que el magnate ha promovido en sus mitines son noticias interesantes para Beijing. Pues ante la ambigüedad de Washington, es probable que países como Vietnam, Myanmar o Filipinas reconsideren sus alianzas con Estados Unidos y traten de mejorar sus relaciones con China. Y en plata blanca, eso significaría que el gigante asiático tendría una oportunidad de oro para zanjar a su favor sus diferendos limítrofes con esos vecinos y convertirse en el amo y señor del mar del Sur de la China. Sin embargo, para otros aliados como Japón o Taiwán el margen de maniobra con Beijing es mucho menor, y no se puede descartar que esos países inicien una carrera armamentista para contrarrestar su proyección geopolítica en el Pacífico norte. En particular, las alarmas están encendidas porque durante la campaña el propio Trump invitó a esos países a dotarse de un arma nuclear para que resolvieran por su cuenta sus problemas limítrofes. La amenaza atómica regresa a la región en donde explotaron las bombas de Nagasaki e Hiroshima.