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QUEBEC EN HUELGA

Los empleados públicos ponen en aprietos a René Lévesque

25 de abril de 1983

Al cabo de 7 años de ininterrumpido dominio político en la francófila provincia de Quebec, el primer ministro René Lévesque enfrenta la situación más difícil desde que tomara el poder.
La huelga general ilegal de 40.000 empleados públicos de la provincia, decretada a finales del pasado enero, ha dejado marcas consideradas desde ya como imborrables y cuyos resultados serán evidentes en los meses inmediatos.
Pese a ser uno de los territorios más ricos del Canadá, Quebec ha sido duramente golpeada por la recesión.
El desempleo afecta hoy a 475.000 trabajadores, o sea el 15% de la población económicamente activa (2.5 puntos por encima del promedio nacional), el déficit presupuestal alcanza un 30% de pagos de los empleados del gobierno y las tasas de impuesto son las más altas del país. Sin desconocer que la crisis es general, el gobiernista "Parti Québécois" tiene poco en qué escudarse: la gran autonomía que tiene Quebec en sus asuntos internos en comparación a la del resto de estados que componen al Canadá, no le permite achacarle al gobierno federal la culpabilidad por la situación.
De los 300 mil trabajadores públicos que a finales del pasado enero protestaron por las medidas de la administración provincial sobre reducción de salarios en un 20%, eliminación de algunos derechos sindicales, como el derecho mismo de huelga hasta 1985, prácticamente 110.000 suspendieron sus labores tan sólo unos pocos días. Con pequeñas concesiones aquí y allá, los empleados de los servicios de salud y seguridad se plegaron en términos generales a las condiciones que ofrecía el gobierno. Sin embargo, la colectividad más activa, los maestros aprovechó la coyuntura para poner en entredicho las políticas del ministro de educación, Camille Laurín, las cuales,según los huelguistas, "han conducido a un deterioro en la calidad de la enseñanza en Quebec". Durante tres semanas,los 73.000 maestros del área suspendieron funciones dando vacaciones a cerca de 1.300.000 estudiantes.
La respuesta de Lévesque al desafío no fue conciliatoria en absoluto. A mediados de febrero el primer ministro introdujo la denominada ley 111, que pretende meter en cintura a los educadores. Pero ésta sólo logró enardecer los ánimos de parte y parte. La ley en cuestión suspende además buena parte de los derechos civiles a aquellos que se mantengan en huelgas declaradas ilegales. Decisiones tales como penalizar a los sindicatos con multas que pueden ascender a 50.000 dólares canadienses por día, descontar a cada maestro tres años en el escalafón por cada día adicional que dure la cesación de labores, permitir a los jueces aceptar testimonios de terceros como prueba legal en los juicios contra maestros huelguistas, o suspender durante seis meses las cotizaciones que, se deducen para los sindicatos, reflejan el espiritu de la norma.
Esta disposición fue entonces respondida con una manifestación, quizás la más grande en la historia de Quebec, exigiendo a Lévesque reabrir negociaciones con el Frente Común, un organismo integrado por tres federaciones sindicales que representan a 250.000 de los 325.000 empleados de dicha provincia.
Desafiando las bajas temperaturas, los manifestantes entonaron canciones sindicales y bailaron en las calles.
Una canción decía: "¿Dónde están las leyes especiales contra losgrandes banqueros que cerraron las fábricas y arrojaron al pueblo a la calle? " Por su parte, los estudiantes, los trabajadores sociales y otros sectores realizaron manifestaciones, también en apoyo de los maestros, y de otras partes del Canadá se recibieron ofrecimientos de ayuda para sostener el costo de la huelga.
REPERCUCIONES POLITICAS
Con el mayor récord de impopularidad desde que tomara el control de la provincia (las encuestas revelan que sólo un 25% de los habitantes de Quebec están de acuerdo con la gestión de Lévesque), el primer ministro puede estar amarrándose la soga al cuello.
Tradicionalmente el ramo de los educadores ha sido determinante en las elecciones provinciales y, de hecho, un 12% de los miembros activos del Parti Québécois tiene esta profesión.
Los observadores aseguran que en la próxima convención de dicho partido habrán agrias discusiones.
Afortunadamente para Lévesque la oposición representada por el Partido Liberal se encuentra en una crisis absoluta.
Un homónimo del Primer Ministro, Gerard D Lévesque, actúa como líder interino de los liberales desde que en agosto pasado Claude Ryan, el entonces jefe de dicho partido, renunciara irrevocablemente al cargo. La última esperanza para que el partido vuelva al poder se concreta en torno al nombre de Robert Boura Bourassa, ex primer ministro que en 1976 salió del gobierno acusado de haber participado en una serie de irregularidades en los juegos olímpicos de Montreal.
Con todo y que la última encuesta le diera 51% de apoyo al Partido Liberal y un 42% al Parti Québécois, los analistas aun concluyen que "si se hiciera una elección hoy, el grupo de Lévesque ganaría fácilmente ".
En la última semana de febrero,los maestros acordaron una reanudación temporal de actividades con la condición de que la ley 111 sea derogada o bien no se llegue a aplicar. Por el momento, aproximadamente 22.000 trabajadores públicos enfrentan la posibilidad de ser sancionados debido a su participación en la huelga. Mientras tanto, al gobierno le ha quedado claro que la presión laboral está lejos de disminuir. Se ha anunciado en estos dias que más de 350.000 trabajadores públicos y privados van a participar en una manifestación de solidaridad con los maestros. Asi pues, la manera como el Parti Québécois se avenga a negociar puede significarle no sólo tranquilidad a la provincia sino también mantener en el cargo a Lévesque. -