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El culto de Donald a Trump

En candidato republicano con sus repetidos escándalos parece más una figura de Hollywood que un empresario o político respetable. ¿Quién es y cómo llegó a alterar los cimientos del establishment político estadounidense?

9 de noviembre de 2016

Antes de dejarse seducir por la política y el mundo de los negocios y las modelos de Miss Universo, lo que atraía a Donald Trump era Broadway.

En 1968, recién salido de la Universidad de Pensilvania con un título en economía, el futuro candidato republicano por la presidencia de Estados Unidos quiso ser un productor de teatro. Fanático de las obras de Broadway, Trump le ofreció al productor David Black financiar “Paris Is Out!” a cambio de que le enseñara los secretos de la producción teatral.

“Tenía una atracción por el negocio del entretenimiento y le gustaba poner su nombre en algo que no fuera finca raíz “, dijo años después Black a la revista Times.

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La obra fue un fracaso y ahí terminó, de momento, la incursión del magnate en el negocio del espectáculo. Pero para Michael d’Antonio, escritor de una biografía de Trump, eso demostró que “Trump era un showman desde el principio”, según dijo al Washington Post.

El magnate optó entonces por concentrarse en el negocio de la finca raíz de su familia y ahí consiguió su fortuna. Pero en realidad lo que volvió a Donald Trump el multimillonario más reconocido de Estados Unidos fue una heterogénea combinación de las negocios, apariciones en cine y televisión y, en especial, una enorme cantidad de ‘brand merchandising’ con su apellido.

Como diría d’Antonio, si algo sabe hacer Donald Trump es posicionar su propia marca y aprovecharse financieramente de ello. Y ahora, desde que lanzó su candidatura por la presidencia estadounidense en junio del año pasado, obtener beneficios políticos.

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De ‘bully’ a candidato

De niño, ‘Donny’ Trump y su pandilla eran considerados los ‘bullies’ de su barrio en Queens, New York, donde nació en 1946.

Muchos de sus compañeros de clases lo recuerdan como el joven que causaba problemas en el Kew-Forest School. El propio Trump cuenta que su único interés de pequeño era “hacer travesuras” en su libro El arte de la negociación.

“En segundo grado incluso le dejé un ojo morado a mi profesor de música porque no creía que supiera nada de música. Casi me expulsan”, relata el magnate.

Nunca aceptaba un error, ni pedía perdón por nada, una característica que mantiene hasta ahora. “Cuando me recuerdo a mí mismo en primer grado y me miro a mí mismo ahora, soy básicamente la misma persona” dijo el propio Trump.

Por esa conducta incontrolable, su padre Fred Trump lo metió en una academia militar de New York a sus 13 años. Ahí adquirió la fama de “hombre de muchas mujeres”, como le puso su compañeros en el anuario escolar, que Trump ha combinado orgullosamente con declaraciones machistas.

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El magnate ha dicho sobre las mujeres que “poner a la esposa a trabajar es algo muy peligroso”, que “no importa lo que escriban mientras tengas un bonito culo”, que “hay que tratarlas como mierda” y que cuando eres una estrella te dejan “agarrarlas por la vagina, puedes hacer de todo”, como salió a la luz en un video que causó revuelo en la carrera presidencial.

En este aspecto, la campaña electoral ha sido bastante reveladora. En junio una mujer conocida por el seudónimo de Katie Johnson acusó a Donald Trump de haberla violado a sus 13 años en 1994. La demandante aseguró que Trump y el también multimillonario Jeffrey Epstein la violaron en una fiesta sexual a la que asistieron en New York, aunque inexplicablemente retiró los cargos meses más tarde.

De todas formas, junto a Johnson al menos 18 mujeres acusaron a Trump de abuso sexual en el contexto de la campaña. Independientemente del resultado en las urnas, eso es algo por lo que el republicano tendrá que responder.

Sobre su capacidad para los negocios, de la que tanto se vanagloria el magnate, ha tenido unas de cal y otras de arena. Un análisis de la revista The Economist aseguró que “el desempeño de Trump ha sido mediocre en comparación con el mercado de la propiedad en New York”.

En primer lugar, Donald heredó la empresa millonaria de su padre, no la hizo de ceros. De la mano de Fred Trump (y su enorme capacidad crediticia), Trump comenzó a invertir en el negocio de la finca raíz aún antes de terminar los estudios universitarios. En 1971 tomó el control de la empresa y, en una de sus primeras decisiones administrativas, cambió el nombre de la empresa de Elizabeth Trump & Son a Trump Organization.

Es cierto que el magnate popularizó exitosamente su marca en hoteles, centros financieros, complejos residenciales y campos de golf a lo largo del mundo. Pero muchos de sus negocios no han sido tan prósperos. Sus empresas se han declarado seis veces en bancarrota, y varias decisiones de inversión resultaron un fracaso.

Su fortuna tampoco no es tan abundante como el candidato supone. Forbes calculó su riqueza en 3.7 billones de dólares, muy por debajo de los 10 que presume el magnate en campaña.

“Pienso que él es muy bueno en el negocio de finca raíz”, opina su biógrafo d’Antonio, “pero no tanto en otras cosas. Trató de manejar una aerolínea que falló. Trató de manejar casinos y falló cuatro veces. No hay evidencia de brillantez en cuanto a operar un negocio complejo”.

Además muchos de sus negocios han rayado con la ilegalidad, como es el caso de la Universidad Trump, que enseñó entre 2005 y 2010 el negocio de la finca raíz pero que no estaba acreditada para prestar ese servicio. En el 2011 la fiscalía de New York demandó al magnate por defraudar a los estudiantes y operar la universidad sin licencia, en un caso judicial que sigue pendiente.

De hecho la primera vez que Trump obtuvo cierta notoriedad mediática fue en
1973, cuando lo demandaron por negarle la posibilidad a gente de color de comprar viviendas en uno de sus complejos residenciales. Trump ha estado involucrado en 3.500 casos judiciales (de los cuales fue el acusado en 1.450 casos), una cifra récord para cualquier pretendiente a la Casa Blanca.

La respuesta de Trump, ha sido invariablemente la misma: son acusaciones sin fundamento o sin sentido, aún cuando las pruebas apuntan evidentemente en su contra.

En muchas cosas ‘Donny’ sigue siendo el mismo joven testarudo y obstinado que aterrorizaba las calles de Queens.

Trump: una marca exitosa

¿Cómo es que el polémico empresario con tantos escándalos detrás llegó a la Casa Blanca?

La industria del espectáculo le ha dado una importante ayuda.

En 2003 salió al aire el reality The Apprentice, producida y protagonizada por Trump, con la que explotó fama del magnate (en especial dentro de muchos televidentes de clase media que veían su programa) y le ayudó a consolidar la imagen de hombre duro de negocios.

Irónicamente Hollywood, donde el candidato republicano es altamente impopular, contribuyó enormemente a presentar esa figura. El magnate ha aparecido en al menos 20 películas y programas de televisión según IMDB interpretándose a sí mismo.

Gracias a esto, Trump ha logrado posicionarse como hombre exitoso de negocios. Su culto a su propio nombre lo ha impulsado muy eficazmente. De las 515 compañías que maneja Trump, 268 tienen su apellido. Esto sin contar los cientos de productos que usan su nombre, desde bebidas energizantes hasta juegos de mesa. Por todo esto Trump logró una notoriedad pública a pesar de los cientos de escándalos y acusaciones en su contra que fue fundamental en su campaña anti establisment .

En cierto sentido, la campaña de Trump ha sido una campaña publicitaria alrededor de su propia figura, como un empresario exterior al sistema que dice las cosas de frente. El propio Trump lo puso en su libro de 1987 de esta manera: “Juego con las fantasías de las personas. Yo lo llamo la hipérbole veraz. Es una forma inocente de exageración, y una manera muy efectiva de promocionarse”.

Hoy esa hipérbole, llamada Donald Trump, ya pisa las mieles de la presidencia.