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REGRESO A LAS ARMAS

Veinte años después de protagonizar un genocidio en Camboya, el Khmer Rojo ataca de nuevo.

12 de junio de 1995

LA SEMANA PASADA EL mundo volvió a oír un nombre siniestro: Khmer Rojo. Esa organización guerrillera que en los años 70 cometió el mayor genocidio de la segunda mitad del siglo, había vuelto a las armas, y el bisoño ejército camboyano apenas daba abasto para contener su ataque. Para al final de la semana, el ministro del interior del gobierno de Pnohm Penh, You Ockry, informó de la recaptura de algunas poblaciones que habían sido tomadas por los guerrilleros la semana anterior.
Pero la ofensiva de las últimas semanas demostró que dos décadas después de que el Khmer Rojo lanzara la ofensiva final sobre Pnohm Penh y pusiera en movimiento una revolución agraria delirante que mató un millón de camboyanos 'burgueses', ese movimiento, y su líder, Pol Pot, siguen atormentando a ese país con la posibilidad de una nueva hecatombe.
En esos 20 años pasaron muchas cosas que hoy resultan inexplicables, pero que en ese entonces tenían un retorcido sentido gracias a la Guerra Fría. En 1978, una invasión de tropas norvietnamitas expulsó del poder a los genocidas y puso en su lugar a un gobierno títere. A pesar de que ya en occidente se sabía de las atrocidades de Pol Pot, ese oscuro personaje mantuvo a su nombre el escaño de Camboya en la ONU, apoyado en la 'ilegalidad' de la intervención vietnamita, que en realidad detuvo la matanza. Sólo en 1991 se consiguió un acuerdo de paz para detener la guerra civil, y en 1994, luego de las primeras elecciones libres, el movimiento guerrillero fue puesto de nuevo en la ilegalidad.
Hoy el gobierno, compuesto por una coalición de los líderes provietnamitas y el rey Norodom Sihanouk (reinstalado en el trono después de décadas de exilio en Beijing) sigue a la defensiva ante la posibilidad, siempre presente, de que Pol Pot reasuma su sueño de una revolución movida por el más recalcitrante fundamentalismo marxista.
Hoy por hoy, Camboya es el país con menor ingreso per cápita de Asia, la miseria es total y la población sufre el mayor índice de enfermedades mentales del mundo, provocadas por el recuerdo de los campos de exterminio, en los que cualquiera que tuviera una profesión era considerado un peligro para la revolución de los labriegos. Pero también es un país donde la corrupción oficial es rampante, y la credibilidad del gobierno casi nula.
La forma como el Khmer Rojo administra los territorios que domina, a pesar de un embargo internacional, hace que algunos camboyanos distancien a la figura del siniestro líder del resto del grupo, y que sus integrantes tengan algún prestigio, con un aura de nacionalistas honestos. Eso, unido al apoyo velado de sectores tailandeses que se benefician del comercio de rubíes y maderas que son la principal actividad económica de los guerrilleros, hace que nubes negras oscurezcan el panorama del país más sufrido del Asia.