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Un parlamento conservador describió a May como "una mujer jodidamente difícil". | Foto: A.P.

REINO UNIDO

Theresa May: la nueva dama de hierro

La nueva primera ministra del Reino Unido entró pisando duro. Sacó a casi todo el gabinete de su predecesor, dijo que no habrá otro referendo y nombró a tres de los promotores del ‘brexit’ en posiciones clave.

16 de julio de 2016

Theresa May no les prometió “retomar el control” a los británicos que querían separarse de la Unión Europea (UE). Tampoco, acabar con la inmigración. Mucho menos, destinar al Sistema Nacional de Salud (el NHS por su sigla en inglés) los 350 millones de libras que, según los promotores del brexit, Londres le gira semanalmente a Bruselas. Aunque en algunas declaraciones dijo que apoyaba esa causa, lo cierto es que nunca la promovió. En algunas ocasiones dio incluso la sensación de que se oponía a ella.

Sin embargo, desde el lunes May es la nueva líder del Partido Conservador (los tories) y desde el miércoles la inesperada primera ministra del país, lo que en plata blanca significa que se hará cargo de la papa caliente que dejó el 23 de junio, cuando más de 17 millones de británicos votaron a favor de dejar la UE. En contra de sus reticencias iniciales, todo indica que va a cumplir al pie de la letra su resultado. Pese a su discurso progresivo y en algunos puntos cercano a la izquierda, su primer acto de gobierno fue nombrar en los ministerios clave de la política exterior británica a tres euroescépticos recalcitrantes que promovieron la salida de la UE.

El extravagante exalcalde de Londres Boris Johnson, que comparó a la UE con el proyecto de Adolf Hitler, se encargará de las Relaciones Exteriores. El parlamentario Liam Fox, que ha dicho que su país debería estar dispuesto a renunciar al mercado único comunitario, del Comercio Internacional. Y el exsecretario de Estado David Davis, le entregó una cartera creada especialmente para partir cobijas con Bruselas, al que la prensa ha bautizado Ministerio del Brexit. En un texto publicado a principios de la semana, este afirmó que planea activar a principios de 2017 el artículo 50 del Tratado de Lisboa, que abre el plazo de dos años para activar la salida.

La respuesta de la UE fue particularmente negativa, sobre todo en el caso de Johnson, a quien los cancilleres francés y alemán, Jean-Marc Ayrault y Frank-Walter Steinmeier, llamaron “mentiroso” y de comportamiento “monstruoso”. Sin embargo, el que dio en el clavo fue el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, quien señaló que los nombramientos de May buscaban resolver los problemas internos de los tories, con lo que continuaba un “peligroso círculo vicioso”.

Y en efecto, las dinámicas del Partido Conservador explican en parte el ascenso de May. En primer lugar, porque al convocar el brexit para acallar a la disidencia de los tories, el ex primer ministro David Cameron se quemó políticamente y su partido tenía que buscar un reemplazo para que completara los cinco años de su mandato, que termina en 2020. En segundo, porque la fuerte polarización que ese referendo produjo entre los tories condujo al desgaste de los partidarios de abandonar la UE (como Fox y Johnson, que compitieron sin éxito contra ella para ser primer ministro), y también de los principales detractores de esa idea (como el exministro de Hacienda George Osborne, a quien May excluyó del nuevo gobierno). Como dijo a SEMANA Martin Lodge, profesor de Gobierno de London School of Economics, “la campaña fue tan populista y tan irresponsable, que a final de cuentas la actitud indecisa de May la convirtió en la menos indeseable de las opciones”.

En tercer lugar, porque tras el 23 de junio May se adaptó con maestría al nuevo contexto y adoptó la tesis de Fox, según la cual el referendo no era una simple consulta, sino una orden del pueblo británico que sus gobernantes deben obedecer independientemente de sus afinidades personales. “‘Brexit’ significa ‘brexit’”, dijo May en varias ocasiones durante la veloz campaña.

Cuarto, porque a sus 59 años es una política experimentada, que reforzó sus credenciales conservadoras durante los seis que estuvo al frente de la difícil cartera del Interior, un cargo del que pocos políticos británicos han salido fortalecidos, y en el que tuvo fuertes encontronazos con Bruselas, en particular sobre temas de inmigración. Y por último, porque esta mujer, competente y autoritaria, a quien un parlamentario conservador describió como “una mujer jodidamente difícil”, supo convocar la figura de Margaret Thatcher, la de mayor consenso entre los tories y que hasta el miércoles había sido la única primera ministra británica.

Sin embargo, a diferencia de Thatcher, el pulso de May no será contra la izquierda de su país, a la que el brexit dejó en una crisis aún más grave que la de la derecha. Su verdadera contrincante se encuentra del otro lado del canal de la Mancha y se llama Angela Merkel. Otra mujer de convicciones férreas, que como May es hija de un pastor religioso y que tampoco da su brazo a torcer. Y, por algo, ya la invitó a visitar Alemania.