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ENTREVISTA

¿Renunciará el Papa?

Marco Politi, experto vaticanista, habló con la corresponsal de SEMANA en Roma, Carmen Córdoba. El italiano analiza lo que podría pasar con Juan Pablo II en el futuro cercano.

14 de febrero de 2005

La última crisis de Juan Pablo II, que lo obligó a estar hospitalizado durante 10 días, actualiza el debate sobre si un Papa impedido físicamente debería renunciar. Ante esta polémica, el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Ángelo Sodano, trató de aclarar las dudas al decir que una posible dimisión "habría que dejársela a la conciencia del Papa porque, si hay un hombre que sabe qué hacer, es él". Por su parte, el Pontífice ha demostrado, al menos hasta ahora, tener intenciones de seguir con su misión hasta el último respiro. SEMANA habló sobre el tema con Marco Politi, periodista italiano y uno de los principales especialistas en el Vaticano.

SEMANA: ¿Por qué la renuncia del Papa es un tema tabú en las altas esferas de la jerarquía eclesiástica?

Marco Politi: Porque desde que la Iglesia se trasformó en una monarquía absoluta en la época del concilio de Trento, todos se acostumbraron a ver al Papa como el motor sacralizado de la comunidad eclesial. Pocos están dispuestos a reconocer que el jefe supremo podría estar débil y que no tiene las capacidades para cumplir con su misión.

SEMANA: Es evidente que el Papa está perdiendo la voz, y muchos católicos se preguntan cómo se comunica el Papa con sus colaboradores. Por ejemplo, las palabras pronunciadas por el arzobispo Leonardo Sandri durante el Ángelus del domingo 6 febrero, desde el hospital Gemelli, ¿fueron dictadas por el Pontífice o fueron una interpretación del pensamiento del Papa hecha por el arzobispo?

M.P.: Es necesario ser muy claros. Hasta el primero de febrero, momento de la crisis, el Papa lograba hablar normalmente con todos sus colaboradores. El problema era que no podía hacer discursos largos en público porque le faltaba la respiración. Con frecuencia decía las primeras palabras y, después, otros terminaban el discurso, pero esto no le ha impedido nunca al Pontífice hablar directamente con su gente. Los verdaderos interrogantes se abren después de esta crisis, y no tanto por la laringotraqueitis que ya superó, sino por la continua evolución del Parkinson y los achaques de la vejez; está por cumplir los 85 años.

SEMANA: Más allá de las especulaciones sobre si la voz del Papa fue grabada o no, ¿qué sentido tiene continuar esta situacion?

M.P.: Fue un error de sus colaboradores, quisieron mostrar demasiado rápido que el Pontífice estaba bien. Hubiera sido más honesto admitir que todavía tenía problemas de garganta y dejar simplemente que se asomara a la ventana y bendijera a la multitud. Esta urgencia de su entourage hace que pasen cosas como la del domingo. Seguramente, lo que pasó es que la grabación con la voz del Papa empezó y después él intervino directamente. El resultado fue que todo el mundo pudo oír que la voz de Juan Pablo II era terrible y casi incomprensible.

SEMANA:¿Por qué lo hace?, ¿qué hay detrás?

M.P.: Porque todos saben que el Papa no quiere renunciar. Juan Pablo II considera que su sufrimiento debe ser casi como una parte de la pasión de Cristo, y así como Cristo no se bajó de la cruz, él no quiere abandonar la suya. El punto es que la enfermedad del Papa no se detiene y en los próximos meses hará más difícil el ejercicio de su gobierno. Por eso hay que hacer la pregunta sobre si no es mejor que renuncie y deje que se elija otro Papa.

SEMANA: Es difícil de creer que sea el Pontífice, en estas condiciones, quien dirija la Iglesia.

M.P.: Hasta antes de esta crisis, el Papa estaba en condiciones de decidir sobre los asuntos clave de la Iglesia como, por ejemplo, la línea política a seguir en un tema tan delicado como la guerra en Irak. Ahora sólo queda esperar qué depara el futuro.

SEMANA:¿Por qué Juan Pablo II no quiere renunciar ?

M.P.: El Papa hace algunos años creó una comisión de estudios secreta y entre los temas que tenía que analizar esa comisión estaba el de una posible dimisión de un pontífice. Las conclusiones de este grupo, que fueron entregadas directamente al Papa y que no fueron publicadas nunca, decía que el mundo católico no estaba todavía preparado para ver dos Papas contemporáneamente: uno jubilado, encerrado en un monasterio o en una casa de reposo, y otro en Roma gobernando.

SEMANA: Se habla de la existencia de una carta en la cual el Papa da disposiciones sobre su renuncia en el caso de que él no pueda hacerlo directamente, ¿existe?

M.P.: De esta carta se habla desde hace años, es un pequeño misterio en el Vaticano. No hay pruebas, pero hay una alta probabilidad de que exista. La historia nos enseña. Por ejemplo, sólo años después de la muerte de Pablo VI se supo que había entregado una carta, con la fecha en blanco, a su secretario personal y al secretario de Estado de esa época en la que renunciaba en el caso de que hubiera estado impedido totalmente. Otro ejemplo que se conoce desde hace poco es que con Pío XII existía una carta de este tipo. No hace mucho el cardenal argentino Jorge Mejía dijo que sería bueno que el Papa diera disposiciones al respecto, porque en caso de un impedimento total crearía problemas a la Iglesia. Personalmente creo que la carta existe.

SEMANA: Usted que conoce de cerca el Vaticano, cuéntenos cómo funcionan desde el punto de vista práctico los comunicados, pues notamos que los partes sobre la salud papal eran leídos primero por el potavoz Joaquín Navarro Valls y después, en otro momento, los mismos textos eran leídos por el potavoz del hospital Gemelli.

M.P.: Este es el aspecto más extraño de los 10 días de hospitalización del Papa. En las ocasiones pasadas, los médicos firmaban personalmente los boletines médicos, mientras que en ésta era el portavoz quien hablaba con los médicos y después leía los partes. Sin duda estamos frente a comunicados de prensa que obedecen a una razón de Estado. El último comunicado, por ejemplo, decía que Juan Pablo II había superado la inflamación en la garganta y que las condiciones generales estaban mejorando, pero nunca dieron información exhaustiva sobre las condiciones generales de salud. Son silencios que se explican sólo como decisiones políticas.

SEMANA:¿Y quién decide ?

M.P.:Los colaboradores del Papa que en este momento se ocupan de guiar los asuntos de la Iglesia Católica y no creo que lo consulten.

SEMANA: La idea que dan de un Vaticano poco transparente no ayuda a la imagen de los hombres de Iglesia.

M.P.: La historia del Estado pontificio no está hecha de transparencia, y la que existe hoy es el resultado de las exigencias de los tiempos modernos. Durante el Concilio Vaticano II se dio un gran paso: los obispos optaron por no tener discusiones secretas y cuando terminaban cada sesión organizaban conferencias de prensa. El periodismo moderno de información religiosa nació así.

SEMANA: ¿Parece entonces que el Papa está decidido a aplazar el mayor tiempo posible la eleccion de un sucesor?

M.P.: Tenemos que esperar el desarrollo de los próximos meses. Antes de esta crisis la decisión del Papa era la de seguir adelante. Hace tres años el cardenal Joseph Ratzinger, quien es el decano del colegio cardenalicio y quien conoce muy bien a Juan Pablo II, dijo que el Papa renunciaría en el caso de que llegara a pensar que no tenía las fuerzas necesarias para seguir adelante. Pienso que es una opinión que tiene mucho valor.