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República latinoamericana

La cumbre de esta semana en Perú debería ser el cimiento firme del futuro: la integración económica y política del subcontinente latinoamericano.

5 de diciembre de 2004

Cuando el 9 de diciembre se cumplan 180 años de la batalla de Ayacucho, la última de la independencia americana, los presidentes de 10 países suramericanos se reunirán en Perú para avanzar hacia un bloque económico y político. Para los optimistas es la concreción del sueño de Bolívar y San Martín. Para los pesimistas, apenas el punto de partida de un largo proceso. Pero todos coinciden en que es inevitable.

Allí estarán el Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), y la Comunidad Andina (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela), más Chile, México y Panamá. Un día después de firmado el Tratado de Libre Comercio Mercosur-Comunidad Andina, los presidentes rubricarán el acta inaugural de la Comunidad o Unión Suramericana de Naciones.

Los números son para impresionar: un producto bruto interno (PBI) de más de un billón de dólares, exportaciones por 188.000 millones y más de 350 millones de consumidores. Reservas de gas, petróleo y minerales para más de un siglo, el 27 por ciento del agua dulce del mundo, ocho millones de kilómetros cuadrados de bosques, dos océanos y el liderazgo mundial en la producción y exportación de alimentos. Los suramericanos conformarían uno de los polos económicos más poderosos del planeta.

Pero la brecha entre norte y sur es grande. A las distancias se agregan las diferencias políticas y estratégicas. "La realidad es que los países son muy distintos. La Suramérica del Pacífico mira a Estados Unidos. Chile tiene un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos; Ecuador, Perú y Colombia negocian un acuerdo con Washington. América del Atlántico -Venezuela, Brasil, Argentina- tiene una política diferenciada más hacia Europa; no quiere acelerar el Alca sino buscar otras opciones", dijo a SEMANA Juan Gabriel Tokatlián, director del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad de San Andrés en Buenos Aires.

El comercio entre la Comunidad Andina y el Mercosur continúa bajo. Con todo, viene avanzando el proceso integrador entre los dos bloques. En octubre se firmó un acuerdo entre el Mercosur y la CAN para iniciar un proceso de desgravación arancelaria que llevará de 10 a 15 años, para duplicar en tres años el comercio regional.

Además, la integración se ha visto fortalecida por los triunfos de la centro izquierda: el Frente Amplio en Uruguay completa el giro de Brasil con Lula, Argentina con Néstor Kirchner y la Venezuela de Hugo Chávez. Esta ha sido aceptada como Estado asociado al Mercosur y lo mismo desean México y Panamá.

Otro factor que contribuye es la lentitud de los acuerdos con otros como el Nafta o la Unión Europea. El Área de Libre Comercio de las Américas (Alca) está congelada, las conversaciones entre la Unión Europea y el Mercosur se demoran y el tratado de Estados Unidos con Colombia, Perú y Ecuador no se cerraría antes de 2006. La unidad suramericana es una tarea ciclópea. Hay que hacer obras de infraestructura para integrar el Atlántico con el Pacífico. La integración política es más complicada, con gobiernos de centro izquierda por un lado y gobiernos más afines a Estados Unidos, como el de Colombia, por el otro.

Otra pregunta es qué tantas instituciones tendrá la Unión. Rosendo Fraga, del Centro Nueva Mayoría de Buenos Aires, mencionó a SEMANA el problema de la asimetría entre Brasil, principal impulsor del proyecto, y el resto. "Los nueve países de origen hispano sumados equivalen al único de origen portugués".

Así las cosas, este "es un punto de partida y no un final", opina Tokatlián, y recuerda que la Unión Europea fue un proceso de décadas. Para el analista, habría que ver la Unión Suramericana "desde un punto de vista más minimalista, que es donde más pueden encontrarse convergencias", y propone una política común de medio ambiente, principal atributo de la región. "La Unión Suramericana no debe ser vista sólo hacia fuera, sino hacia adentro. Hacer converger la Suramérica del Atlántico con la del Pacífico", concluye.

El mayor drama es la pobreza. América Latina tiene 220 millones de pobres (44,0 por ciento de la población) y 97 millones de pobres extremos (19,4 por ciento), según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), y la peor desitribución del ingreso del planeta. El mayor desafío no es la integración horizontal, sino la vertical: acortar los extremos entre la riqueza y la miseria.