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RETORNO DEL PENDULO

El triunfo socialista de Lionel Jospin en Franciaconfirma el giro europeo hacia la izquierday cuestiona la unión monetaria.

7 de julio de 1997

Pocos días antes de las eleccionesparlamentarias francesas el líder socialista Lionel Jospin dijo en una manifestación en Lille que "estamos a las puertas de un evento que va a dejar estupefacta a Europa y va a crear una magnífica esperanza en el continente. Es el futuro y el equilibrio de Europa lo que va a cambiar si ganamos,siguiendo la victoria de nuestros amigos laboristas en la Gran Bretaña". Y efectivamente las elecciones del domingo primero de junio confirmaron que el péndulo de la historia parece estar de regreso. Con Francia, son 13 (de un total de 15) los países integrantes de la Unión Europea gobernados por la centroizquierda, cuando hace menos de una década lo normal era el ascenso de los partidos conservadores. En una época en que la internacionalización de la economía, la privatización de empresas estatales, el desmonte del paternalismo en la seguridad social y la eliminación de los subsidios se convirtieron en el evangelio del progreso, los franceses votaron por desacelerar ese cambio. En otras palabras, le dijeron no a mayores sacrificios porque, con un desempleo del 12,8 por ciento, consideraron que nada de lo ofrecido por el gobierno conservador del derrotado primer ministro Alain Juppé justificaba apretarse más el cinturón. A pesar de toda la retórica, pocos creen, sin embargo, que Jospin imprima un viraje dramático. Hoy los franceses recuerdan cómo en 1983 el primer presidente socialista, François Mitterrand, quien como Jospin estaba aliado con los comunistas, dejó de lado su plataforma ideológica y estableció un derrotero centrista para mantener a Francia en el camino de la integración en la Unión Europea. Y es que la experiencia reciente indica que los partidos de izquierda no son hoy lo que eran hace 20 ó 30 años. Jospin ha insistido en que su viraje no tendrá nada de populista, será gradual y cauteloso, como corresponde a un político pragmático que sabe que la economía depende en alto grado de la confianza de los empresarios y que la tendencia mundial hacia la liberalización económica no parece tener reversa. Pero hay un punto en el que la victoria socialista en Francia sí podría tener efectos muy concretos, y es el tema de la unión monetaria europea, cifrada en su moneda única, el euro, un objetivo que debería alcanzarse antes de que termine el siglo. El presidente conservador Jacques Chirac había convocado las elecciones precisamente para consolidar a su partido y seguir con su política de recortes en el gasto e incremento de impuestos para cumplir el requisito de tener un déficit fiscal menor al 3 por ciento en 1997. Pero se encontró con la derrota, perdió a 'su' primer ministro Juppé, y ahora debe 'cohabitar' no sólo con un gobierno que incluye a los comunistas (enemigos acérrimos de la unidad monetaria) sino con la perentoria afirmación de Jospin de que no hará mayores sacrificios en función del objetivo monetario. Chirac está ahora bajo presión para que renuncie y le devuelva la dignidad a su cargo (que quedará limitado al manejo de algunos aspectos de la política externa y la defensa nacional), pero esa es otra historia. La unidad monetaria europea también sufrió un severo golpe la semana pasada cuando el otro centroizquierdista recién llegado al poder, el británico Tony Blair, dijo ante su Parlamento el miércoles que es altamente improbable que Gran Bretaña se una al sistema de moneda única en el momento de su lanzamiento, programado para 1999. Blair dijo también que sería mejor que la Unión Económica y Monetaria _EMU_ no sea lanzada del todo antes que aplicar criterios de convergencia precipitados. Eso, proviniendo de un laborista de nuevo cuño, que defiende a capa y espada la nueva orientación de su partido hacia la modernización de la economía, resulta muy diciente. El gran perdedor de esta historia parece ser el canciller (primer ministro) alemán Helmut Kohl, el mayor defensor de la unidad monetaria, quien tuvo una semana negra. En el plano interno su gobierno hizo el oso cuando quiso revaluar sus reservas de oro con el fin de que las utilidades le permitieran cumplir los requisitos fiscales de la unidad. No sólo quedó mal al querer aplicar un truco contable mientras sus diplomáticos siempre han insistido en la necesidad de transparencia, sino que dejó entrever que ni siquiera la poderosa Alemania, eje de todo el proceso, podría estar lista para la moneda única.Y fuera de eso, Kohl debió soportar de lejos el espectáculo del Congreso de Partidos Socialdemócratas Europeos _ESP_, celebrado en Malmo, Suecia, donde encabezaron la lista de invitados los recién victoriosos Blair y Jospin. Allí, en medio de los brindis, se hizo evidente que hoy existen dos tendencias en el socialismo europeo: una, aparentemente liderada por el sueco Goran Peerson, que quiere que la 'nueva Europa' se aleje de la derecha para sobrevivir. Otra, la de Tony Blair, que dijo en su discurso que "nuestra tarea no es pelear viejas batallas, sino demostrar que hay un tercer camino, una manera de unir la seguridad y la flexibilidad en un mundo de cambios". Pero lo cierto es que ambas tendencias reflejan, en mayor o menor grado, una preocupación por los temas sociales que marcará el próximo desarrollo de la Unión Europea. El péndulo sigue su marcha. Una tendencia continental Salvo España y Alemania, gobernados por partidos de centroderecha, los restantes países de la Unión Europea están siendo dirigidos por primeros ministros de centroizquierda o por coaliciones integradas por partidos de esa tendencia. Además de Francia y Gran Bretaña, son los siguientes:BélgicaAllí está en el poder el primer ministro Jean-Luc Dehaene, elegido el 23 de junio de 1995 para un segundo período a la cabeza de una coalición de centroizquierda. Dehaene había formado gobierno por primera vez en 1992, a expensas del liberal flamenco Guy Verhofstadt.GreciaAnte la mala salud del primer ministro Andreas Papandreu, quien fallecería poco después, fue nombrado Costas Simitis, del Partido Socialista Panhelénico fundado por aquél en 1974. Dinamarca Tras la renuncia del primer ministro conservador Poul Schlüter, motivada por un escándalo originado en 1987, fue elegido el socialdemócrata Poul Nyrup Rasmussen el 23 de enero de 1993. IrlandaLuego de la renuncia de Albert Reynolds, del conservador partido Fianna Fail, el 15 de diciembre de 1994 subió al poder John Bruton, del Fine Gael, con una coalición de demócratas progresistas y la Izquierda Democrática. Luxemburgo Jacques Santer ha sido ratificado en el poder desde que lo recuperó en 1989.HolandaWillem (Wim) Kok, del Partido Laborista, obtuvo la victoria en las elecciones legislativas de agosto de 1994, al alcanzar 37 escaños con el 27 por ciento de los votos y derrotar al conservador Ruud Lubbers. ItaliaRomano Prodi, un independiente de origen democristiano, dirige desde mayo de 1996 el primer gobierno de centroizquierda de la historia del país, con su coalición El Olivo, integrada por el Partido Democrático de Izquierda (antiguo socialista), los Verdes, el Partido Popular e, informalmente, por Refundación Comunista. Austria Tras la renuncia del primer ministro Franz Vranitzki, en el poder por varios años, dirige el país el también socialista Victor Klima. Portugal En enero de 1996 Antonio Sampaio derrotó al conservador Aníbal Cavaco Silva y confirmó dos años de viraje hacia la izquierda. Tres meses atrás había sido elegido primer ministro el también socialista Antonio Guterres.FinlandiaPaavo Lipponen tomó en 1995 posesión del cargo de primer ministro como jefe de una coalición de cinco partidos de centro izquierda. Había derrotado al derechista Esko Aho. SueciaEl socialdemócrata Ingvar Sarlsson derrotó en las elecciones de septiembre de 1994 al conservador Carl Bildt y formó un gobierno minoritario con el apoyo del Partido de la Izquierda (ex comunista) y de los ecologistas. Le reemplazó el actual primer ministro, Goran Persson.