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Rock al palacio

Roquero, fanático de las motos y sin experiencia política, Amado Boudou es el inesperado presidente de Argentina mientras Cristina Fernández se recupera de su cáncer.

7 de enero de 2012

"Guarda (cuidado) con lo que hacés, que no es bromita… Es una bromita, pero va en serio", le dijo la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner a su vicepresidente Amado Boudou, unas horas antes de que le dejara su puesto hasta el 24 de enero, mientras se restablece de una operación por un cáncer de tiroides. El chiste de la mandataria no es para menos. Su reemplazo fue neoliberal antes de volverse su ministro de Economía, cabalga motos Harley Davidson, ocupa tanto los noticieros financieros como las portadas de los tabloides sensacionalistas, sale a bares con su novia de 28 años y empuña una de sus guitarras eléctricas con sus compinches de juerga.

Boudou es un coctel atípico, una cara refrescante y mediática que usó Cristina Fernández para conquistar el electorado joven y de centro. Pero muchos lo califican de payaso y títere del clan Kirchner (el vicepresidente no tomará decisiones de fondo y será vigilado de cerca por el círculo íntimo de la presidenta). El diario Clarín, opositor del gobierno, escribió: "La banda presidencial será más liviana que nunca". Pero incluso los kirchneristas purasangre ven con suspicacia a este político con poca experiencia y un pasado trivial de disc jockey, de yuppie que ahora rige el destino de 40 millones de argentinos.

Mientras casi todos los ministros son políticos tradicionales, de maquinaria, elecciones internas y años de militancia, la hoja de vida de Boudou es bastante más ligera y atractiva. Nació en Mar del Plata en 1963, donde estudió Economía y se unió a la Unión del Centro Democrático, un partido que respaldaba los planes de choque ultraliberales de los ochenta. Pero en la ciudad costera lo recuerdan, sobre todo, por poner música en discotecas de moda y por organizar un festival de rock playero. Empresario de manejo de basuras, en los 90 terminó siendo asesor de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Ansés).

Ahí se cruzó con los Kirchner y se convirtió. En 2008 fue nombrado director del Ansés y nacionalizó los fondos de pensiones privados. Una jugada audaz que puso el país a salvo de la crisis global, le dio al gobierno el manejo de millones de pesos y protegió a los jubilados más pobres. Así demostró su lealtad con el poder, que lo recompensó con el ministerio de Economía y después con una sorpresiva nominación como candidato a vicepresidente de Cristina Fernández en su triunfal reelección del año pasado, pues según ella "lo importante no es haber tenido la misma orientación toda la vida, sino cambiar cuando el mundo cambia".

Con su pinta relajada oxigenó la campaña. Citaba a los militantes a mítines en bares de San Telmo, iba a las reuniones enfundado en chaquetas de cuero, cantando "señor banquero devuélvame el dinero", mientras revindicaba "La fuerza del amor", el eslogan de Cristina. Dijo que "el rock me ayuda a comunicarme con la gente, porque el rock no miente, y la gente está harta de los políticos mentirosos" y definió la gestión de Cristina como "muy rocker, no les tenemos miedo a los poderosos. Este gobierno es la síntesis. Es campo e industria, es Soda y Los Redondos" (dos grupos de rock argentino).

Sin embargo su estilo es imán de burlas y de críticas. El expresidente Raúl Alfonsín dijo que "mientras Boudou tocaba la guitarra, se nos fugaron 10 millones de dólares". Otros censuran su gestión económica, pues niega la inflación, que según bancos internacionales fue de 25 por ciento en 2011. En el ala izquierda del peronismo hay preocupación por su pasado político y por un cable diplomático publicado por Wikileaks, en el que la embajada estadounidense escribió que " es abiertamente proamericano, aunque agregó que debe cuidarse de no manifestarlo en público". Y en los tabloides son famosas sus fiestas con músicos, futbolistas y su tórrido romance con Agustina Kampfer, una atractiva periodista pelirroja.

Ahora que está en el poder aseguró que "se iba a tratar de equivocar lo menos posible". Una frase poco alentadora para el roquero que sueña con reemplazar a Cristina Fernández de Kirchner, no provisional, sino definitivamente, en 2015. n