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SALTANDO MATONES

El grupo atraviesa por la fase más difícil de su trayectoria

13 de febrero de 1984

Dos rudos golpes sufrió Contadora en días pasados. El primero sobrevino el 6 de enero cuando el embajador norteamericano Charles Lichenstein, suplente de Jeane Kirkpatrick en Naciones Unidas, vetó en el Consejo de Seguridad una declaración de respaldo al grupo promovida por delegados. latinoamericanos ante ese organismo. La iniciativa había surgido de los representantes de Perú y Nicaragua, en consulta con los embajadores de Colombia, Venezuela, México y Panamá. El texto, redactado por Javier Chamorro Mora, embajador de Nicaragua, manifestaba el reconocimiento del organismo por los "valiosos aportes" hechos hasta la fecha por el grupo por la paz centroamericana. Sin embargo, cambiando a última hora su posición inicial, Lichenstein dijo que su gobierno "no consideraba oportuna" la declaración, insistiendo en que había "otras instancias para tratar el tema".
La moción propuesta sólo pretendía, a juicio de sus autores, expresar un apoyo a los esfuerzos realizados por Contadora y acrecentar su autoridad jurídica en el ámbito internacional. Por ello la negativa de Estados Unidos a acogerla apareció ante los latinoamericanos como una "cierta inconsistencia de ese país en su política de apoyo a Contadora", como dijera una fuente diplomática cercana al grupo.
El segundo golpe lo constituyó el informe de la comisión Kissinger. Allí, en las 55 líneas que el informe le dedica a Contadora, se declara que los esfuerzos del grupo no pueden substituir las políticas norteamericanas. "La experiencia ha demostrado que el proceso funciona más efectivamente cuando Estados Unidos actúa firmemente. Cuando nuestra política se estanca, el proceso de Contadora languidece. Cuando tenemos la iniciativa, el proceso de Contadora se desarrolla mejor".
Para los comisionados estas debilidades de Contadora se deben a que carece de unidad y de experiencia: "Los intereses y las actitudes de esos cuatro países no son siempre idénticas, ni ellas siempre coinciden con las nuestras. Las naciones de Contadora no tienen una amplia experiencia de trabajo conjunto, y el proceso de Contadora no ha sido sometido aún a prueba en lo que hace a la formulación de medidas específicas para preservar la seguridad regional. Por ello, los Estados Unidos no pueden utilizar el proceso de Contadora como un substituto de sus propias políticas".
Tales formulaciones, aunque incluyen varios elogios a las iniciativas en general de Contadora, han sido vistas por casi todos los observadores como un serio revés para el protagonismo independiente del grupo en Centroamérica.
Algunos han estimado que la razón de fondo para tal estimativo de la comisión radica en las diferencias de enfoque del problema entre Washington y Contadora. A diferencia de la primera, Contadora no atribuye el conflicto centroamericano al enfrentamiento Este-Oeste. Pone además, como condiciones para lograr la paz la eliminación de asesores militares, las bases, el trasiego de armas en la región. También exige el respaldo a las fronteras territoriales y a la autodeterminación de los Estados, asi como la disminución de los efectivos militares en los países. Ello choca con la actual orientación norteamericana allí, que mantiene más de 5.000 asesores militares en Honduras y desarrolla actividades encubiertas contra Nicaragua a través de los "contras", política que el informe Kissinger confirma al considerar que "Los esfuerzos de los insurgentes nicaraguenses representa uno de los incentivos en favor de una solución negociada", ya que el gobierno sandinista representa una "permanente amenaza a la estabilidad de la región y nosotros no propugnamos por una política de contención pasiva".
Entre el suceso del 6 de enero y la publicación del informe Kissinger, los cancilleres de Contadora, junto con los ministros de Relaciones Exteriores de El Salvador, Honduras, Guatema la y Costa Rica, habían realizado su décima segunda reunión, en Panamá. De tal evento salieron los participantes con enorme optimismo pues allí, a pesar de dificultades iniciales, fue suscrito un documento titulada "Normas para la ejecución de los compromisos asumidos en el documento de objetivos" que resume en 14 puntos los criterios políticos, económicos y sociales comunes a Contadora y los gobiernos centroamericanos. Tres nuevas comisiones fueron estructuradas además para preparar un documento final y "estudiar los proyectos jurídicos" a suscribir eventualmente en mayo o junio próximos.
Sin embargo, la declaración del gobierno hondureño en el sentido de que la firma de tal documento -en el que se pide la erradicaciónn de todos los asesores militares en el área- no implicaba el cese de las maniobras militares hondureño-norteamericanas en Honduras, cayó como un baldado de agua fría sobre Contadora y Nicaragua. Esta última ve en tales maniobras un ensayo general de invasión a su territorio.
Por último se dio el incidente del helicóptero (ver recuadro) que acabo por tensionar aún más las ya pésima relaciones entre Estados Unidos y Honduras, de una parte, y Nicaragua, de la otra. La angustia latinoamericana ante la eventualidad de un fracaso de las gestiones del grupo fue evidenciada por Brasil, país que por intermedio de su embajador ante la OEA, Darío Moreira de Castro Alves, al ofrecer el 12 de enero su apoyo "público e inclaudicable" a los esfuerzos por una solución pacífica en Centroamérica, advirtiendo de paso sobre "las graves consecuencias que para toda la región tendría el fracaso del proceso negociador en curso".
Un analista en estos días, haciendo una pintura de lo que para muchos es Contadora actualmente, la describía como una temeraria aunque frágil nave esforzándose por avanzar en medio de una poderosa tormenta. En los próximos seis meses se verá si para ella hubo, por fin, un puerto seguro.