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A SANGRE Y FUEGO

Los alzamientos en Georgia, la nueva piedra en el zapato de Gorbachov.

15 de mayo de 1989

La hermosa ciudad de Tblisi, en la Georgia soviética, muy recordada por los colombianos por el Campeonato Mundial Juvenil de Fútbol de 1985, tuvo su propio 9 de abril la semana pasada. Ese domingo estalló, tras varios días de inquietud social, una violenta revuelta que dejó al menos 19 muertos llevó a las autoridades a decretar el toque de queda y al gobierno central de Moscú a enviar tropas para militarizar la ciudad.
El brote de violencia en Georgia se sumó a la cadena de disturbios sociales que estremece a la Unión Soviética con banderas que van desde la redistribución de las fronteras nacionales de las repúblicas internas, hasta la secesión pura y simple, pasando por los conflictos raciales (de los 130 grupos étnicos) y por los problemas religiosos. Desde el jueves anterior, un grupo de unos 100 georgianos inició una huelga de hambre en demanda de mayor autonomía para su república. Los disturbios que siguieron se complicaron con un ingrediente adicional: los habitantes de la región de Abkhazia, que está bajo el control administrativo de Georgia, comenzaron a reunirse para pedir la separación de esta última y la constitución de su tierra en la república soviética número 16. Esta manifestación fue rápidamente copada por una multitud de georgianos que rechazaban la idea de la separación de Abkhazia. En el complejo mundo de las nacionalidades soviéticas, esa mezcla explosiva pronto dio paso a las protestas dirigidas contra el control de Moscú (a cuyo gobierno acusaban de orquestar la protesta de Abkhazia) en pro de una mayor autonomía para Georgia.
Las manifestaciones más violentas se produjeron en la Plaza Lenin donde, en la mañana del domingo las tropas, tras numerosos llamados a que se disolviera pacíficamente, cargaron con garrotes contra la multitud. El saldo oficial de 19 muertos fue contradicho por fuentes que situaron el número entre 35 y 40 víctimas.
Aunque la situación fue controlada, y el ministro de Relaciones Exteriores, Eduard Shevardnadze (georgiano para más señas) viajó a la ciudad para tratar de apaciguar los ánimos y para pedir la renuncia de Dzhumber Patiashvili, primer secretario del PC de Georgia, el daño ya estaba hecho.
Los georgianos gozaron entre 1917 y 1921 de la independencia total, y tienen un alto grado de estima por sus raíces históricas. Por eso no se cree que sus aspiraciones se vayan a diluir en el corto plazo. A la hora del balance, el presidente Mijail Gorbachov debe estar bastante preocupado. Los problemas nacionalistas, que abarcaban a Estonia, Lituania, Latvia, Armenia, Azerbaidján, Ucrania, Kazakstán, la Crimea y Moldavia, ahora tienen un nuevo escenario.