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Sangre india

Masacres en Perú y Brasil demuestran lo nocivo del contacto "blanco" para los indios amazónicos.

27 de septiembre de 1993

EL PROBLEMA DE CONVIvencia de las culturas indígenas del continente latinoamericano quedó plasmado con sangre en Perú y Brasil. En el valle de Satipo, en la selva central del Perú, una columna del grupo Sendero Luminoso asesinó a 56 miembros de la etnia ashanika. Y en la región limítrofe entre Venezuela y Brasil, mineros ilegales no identificados masacraron a un número indeterminado (pero no inferior a 70) de indios yanomamis. Para ellos, tanto como para sus hermanos peruanos, el contacto con la "civilización" resultó fatal.
La masacre del Perú se presentó el 20 de agosto, cuando unos 200 senderistas arrasaron siete aldeas ashkanikas, y con sevicia incontenible asesinaron a 56 hombres, mujeres y niños. Los que no recibieron una lluvia de balas fueron atacados a machetazos y puñaladas. Catorce niños menores de ocho años sufrieron el corte a machete de sus orejas y seis de ellos, que presentaban fracturas cortantes del cráneo, fallecieron días más tarde.
Las características del hecho demostraron a las autoridades peruanas que Sendero Luminoso decidió perpetrar la matanza como retaliación por la decisión de los ashkanikas de formar rondas campesinas, un sistema de autodefensa patrocinado por el gobierno, que ha tenido gran eficacia en la lucha antisubversiva en la región andina, y que de hecho obligó a la dirigencia senderista a priorizar su lucha en las ciudades.
Los senderistas sabían que tenían que cortar de raíz cualquier posibilidad de rondas campesinas, y por ello recurrió a una táctica especialmente cruel: junto con sus efectivos, hicieron participar en la masacre a varios miembros de tribus rivales de la misma etnia. Según los expertos peruanos, esa táctica es utilizada para desencadenar "deudas de sangre" entre los ashkanikas, que según sus costumbres ancestrales deben ser cobradasSa través de las generaciones.
De esa forma, la estrategia se dirigiría a que los enfrentamientos anularan la capacidad de respuesta de los indígenas, temible por su conocimiento de la selva y su natural instinto guerrero.
De ahí que el gobierno de Lima haya recibido con extrema cautela los reclamos de Valentín Fecunac, jefe de 180 comunidades ashkanikas, de recibir mil fusiles de retrocarga para enfrentar a los senderistas, quien dijo que"Nosotros conocemos la selva mejor que nadie, podemos ir con los soldados y hacerles pagar con sangre la matanza, pero tienen que darnos armas ".

BRASIL En otra región de la Amazonia, en los límites entre Brasil y Venezuela, se produjo la peor masacre de indios en Brasil desde 1910. En esta ocasión se trató de los indios yanomami, una etnia que ha tenido poco contacto con la "civilización" y que sufre las consecuencias de ser uno de los grupos raciales nominalmente más ricos del planeta.
Irónicamente, su maldición comenzó cuando el gobierno del Brasil les entregó el 15 de noviembre de 1991 nueve millones 419 mil 105 hectáreas ubicadas entre Roraima y Amazonas.
Ese territorio, equivalente a tres veces el tamaño de Bélgica, es rico en oro, diamantes, bauxita, zinc, cobre, uranio y plomo. La riqueza del territorio atrajo toda clase de aventureros buscadores de minerales y oro (también conocidos como garimpeiros), y explotadores de maderas.
Eso ha dado lugar a un enfrentamiento de consecuencias imposibles de medir. Lo más triste es el tipo de vida que los yanomami han ido perdiendo como consecuencia de sus nuevas circunstancias. Viven en malocas comunales, la propiedad privada para ellos no existe y su lenguaje es tan particular que carece de palabras para describir las cantidades.
La presión internacional para que se proteja a los yanomamis ha producido una reacción nacionalista en el gobierno de Brasil, que ve en esos reclamos una amenaza a su soberanía. El gobierno de Itamar Franco creó un ministerio extraordinario para la toma de decisiones sobre la Amazonia, en el cual habrá fuerte influencia militar. Muy poco les llegará a los yanomamis, que no atinan a entender cuál es el origen de la maldición que cayó sobre ellos.