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Los juegos con alto contenido racista son la nueva moda en Internet. Ya no sólo son en contra de los negros y los judíos, la intolerancia ahora va dirigida a los inmigrantes latinos en Estados Unidos y a los musulmanes

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Sangre en la red

La aparición en los últimos días de un juego en Internet contra los inmigrantes desató la preocupación por el racismo en Internet.

6 de mayo de 2006

Dispárele a un grupo de mexicanos que pasan el 'hueco' o inmólese en una calle israelí. Esta no es la pesadilla que tendría luego de ver los noticieros cualquier día, son sólo dos opciones de los juegos con contenido fuertemente racista que circulan por Internet. Los juegos no necesitan de complejas ilustraciones en tercera dimensión, al contrario, son simples, envían un mensaje eficaz y están poniendo de manifiesto la intolerancia creciente en el mundo.

Mientras se discute en el Congreso de Estados Unidos una nueva ley de inmigración que frenaría el ingreso de ilegales a este país y se adelanta la construcción de un muro sobre la frontera con México para evitar su paso, el grupo Resistencia Aria -reconocido por sus ideales antisemitas y racistas- lanzó en su página de Internet 'Border Patrol' (Patrulla Fronteriza), un juego para aniquilar a los que intentan atravesar la frontera con Estados Unidos.

Patrulla Fronteriza hace una invitación clara, "hay un objetivo simple en este juego, mantenerlos afuera... a cualquier costo", por eso hay que dispararles a los nacionalistas mexicanos, a los vendedores de drogas y a las 'reproductoras' (mujeres embarazadas y con niños) que cruzan el río Bravo. El juego, que estuvo circulando por la red hace unos años, volvió ahora, cuando el tema de la discriminación a los inmigrantes está en primera línea. Pero este no es el único juego que se basa en hechos violentos reales. En 'Kaboom', un hombre robusto corre de un lado a otro por una calle, al hacer clic sobre él, se abre la camisa, en la cintura tiene una bomba que explota y destroza a los transeúntes que pasan por ahí.

El parecido de estos juegos con la realidad no es coincidencia. Todo es un método efectivo de propaganda a las causas racistas en el mundo, que crecen a la medida de los conflictos entre grupos étnicos. Lo que hace unos años era una cuestión de los neonazis en contra de todos los que no fueran 'arios', hoy se ha extendido a los estadounidenses en contra de los 'invasores' latinos y negros, al conflicto entre palestinos e israelíes y hasta la yihad islámica, un tema de extremistas musulmanes, se ha convertido en motivo de tensión racial entre 'Occidente' y el 'mundo musulmán'.

A pesar de que los sitios que le hacen apología al racismo y a la violencia nacieron con Internet, su propagación va en aumento. Las alarmas se prendieron en 2001, cuando el Centro Simon Wiesenthal, una organización de derechos humanos que aboga por la tolerancia interracial, reveló la existencia de unas 3.000 páginas web que promovían la violencia racista, la homofobia, el antisemitismo y el terrorismo. Lo más preocupante es que la cifra sigue creciendo y en los últimos cinco años se duplicó, según el informe 'Terrorismo y Odio Digital 2006' que presentará el centro Wiesenthal este mes.

Esta es una muestra de que Internet es un campo fértil para todo. Los grandes grupos racistas como los neonazis y el Ku Klux Klan han aprovechado la red para difundir sus ideas. Lo mismo han hecho organizaciones extremistas y terroristas como Hezbolá o Al Qaeda. De hecho, se ha comprobado que la propagación de esta última y los atentados que se le atribuyen en Europa se deben en gran medida al reclutamiento de personas que comparten los objetivos de la yihad, a través de la red, sin que se pueda establecer un vínculo directo entre estos y los líderes de la organización.

Aunque es preferible que la gente mate de modo virtual que en la vida real, lo que demuestra este fenómeno es que la intolerancia es un problema cada vez más serio al que no se le ha dado la importancia necesaria. Por eso, un mundo que quiere globalizarse, en el que reinan las posiciones opuestas y cada vez más radicales, parece no tener futuro.