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| Foto: Presidencia de Venezuela

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Elecciones en Venezuela, Maduro aprovecha la hora más oscura

El chavismo se juega la carta que venía preparando desde 2017: convocar elecciones presidenciales adelantadas, sin garantías electorales y con una oposición desunida y contradictoria. Desde Venezuela, Víctor Amaya* analiza la situación para SEMANA.

Víctor Amaya
24 de enero de 2018

El chavismo volverá a jugárselas todas. Lo hace a diario en la política venezolana. La decisión de adelantar las elecciones presidenciales para el primer cuatrimestre de 2018 rompe todas las sendas de acuerdo político que pudieran haber estado, literalmente, sobre la mesa. Además, conduce a Venezuela a extender por seis años más la gestión de Nicolás Maduro al frente de un territorio arrasado por el hambre y la crisis económica.

Es la manera en que ha jugado la revolución desde hace más de una década, el juego total, especialmente si tiene de entrada una mano con mejores naipes. El anuncio de Diosdado Cabello, a nombre de la ilegítima asamblea constituyente, de "ordenar" al Consejo Nacional Electoral la realización de comicios presidenciales antes del 30 de abril llega, además, cuando la oposición está en su peor momento.

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No fue improvisado, ni tampoco una sorpresa. Por una parte, Maduro había dicho el 15 de enero que él quería ir a elecciones aun si la oposición participaba o no en ellas; y se ha ufanado en varias oportunidades, incluyendo este martes 23 de enero, en cómo "madruga" a sus adversarios para dejarlos desorientados y vencerlos. Por la otra, la noción de que las votaciones fueran incluso en el primer trimestre de 2018 era un comentario que rodaba de boca en boca en una sociedad que vio cómo un gobierno con mínimo respaldo popular logró la mayoría de los cargos en disputa en las gobernaciones y alcaldías durante los últimos tres meses de 2017.

Y se advirtió. Pero no se escuchó. La oposición, errática, descoordinada y desunida como lo ha estado desde agosto pasado, no construyó una narrativa sólida ante tales eventos, ni definió la tan ansiada candidatura presidencial única. Actúan, aunque no lo admitan, como si el reloj moviera sus manecillas al ritmo de las aspiraciones y no de las realidades.

Las elecciones planteadas por el chavismo para antes del 30 de abril, que buscarán la reelección de Maduro al ser el chavista mejor valorado entre su dirigencia -es heredero directo de Chávez, quien lo señaló para ello-, echan al traste además con las negociaciones que se desarrollaban en República Dominicana con aval de varios cancilleres de la región. Se decía que para evitar sanciones europeas, el Gobierno se había sentado a conversar, pero ahora por la aplicación del primer paquete de castigos desde el viejo continente se justifica la decisión.

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Por eso México anuncia formalmente su retiro del proceso. Por eso el Grupo de Río denuncia su irrespeto. Sobre la mesa, la propuesta del chavismo siempre fue hacer las elecciones en marzo, pero los cancilleres propusieron junio, cuando la oposición prefería en el segundo semestre de 2018. Además, allí se discutían cambios en las autoridades electorales, presencia de observadores internacionales, revisión de las inhabilitaciones que impiden a los dos principales líderes en encuestas postularse al cargo y otro conjunto de condiciones que garantizarán transparencia, incluso el tiempo que debía transcurrir entre convocatoria y votaciones.

Pero Maduro ha dado al traste con tales conversaciones y con los acuerdos que según su enviado Jorge Rodríguez estaban "casi listos en 95 por ciento", y ha optado por la vía rápida frente a unos adversarios desunidos y sin estrategias comunes para afrontar un escenario, electoral o no.

Maduro tiene la primera opción de triunfo, además, porque controla la distribución de alimentos a vastos sectores de la sociedad en un país donde la desnutrición infantil ya supera el 15 por ciento de emergencia y la escasez mantiene vacíos los comercios, y es el único con el poder de generar dinero y ponerlo en manos del pueblo -así sea empujando la inflación-, mediante su campaña adelantada de entrega de bonos en efectivo. Y también cuenta con la coacción y hasta la represión.

¿Y cómo reaccionará la comunidad internacional, a una semana de la "masacre de El Junquito"? ¿Irá más allá de las condenas diplomáticas? La diplomacia tiene sus propios tiempos.

*Corresponsal de SEMANA en Venezuela