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SE PRENDE LA MECHA

Tras los incidentes de la semana en el Golfo Pérsico, se refleja la intensificación de la guerra entre Irán e Irak

5 de octubre de 1987

A unque en estas cuestiones poco importan esas cosas, la semana pasada el Golfo Pérsico parecía haberse puesto otra vez en tono de celebración de aniversario. En visperas de cumplirse 7 años de la cruenta guerra entre Irán e Irak, comenzada el 20 de septiembre de 1980, ambos países se encargaron de recordarle al mundo que el conflicto sigue tan vivo como siempre. La intensificación de los ataques mutuos y la renovación de los atentados a las naves que atraviesan el Golfo Pérsico, hicieron de la pasada una de las semanas más costosas--en pérdidas materiales y humanas--de los últimos tiempos.
Y esta vez, quienes tiraron la primera piedra fueron los iraquíes. A pesar del apoyo militar de algunos países occidentales y de la mayoría de las naciones árabes, Bagdad continúa llevando la peor parte en la guerra.
Fue para evitar el desangre, que Irak consiguió que el pasado 20 de julio el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas emitiera la resolución 598 demandando un cese al fuego en el conflicto. Por lo tanto, Bagdad suspendió sus ataques a los petroleros iraníes y limitó su actividad militar, con el objeto de ganar puntos frente a Occidente.
Sin embargo, como en estas cosas nadie sabe para quién trabaja, la suspensión de los raids iraquíes acabó beneficiando... a Irán. A mediados del mes pasado, los analistas descubrieron que Teherán estaba exportando petróleo en cantidades récord, gracias a lo cual estaba recibiendo unos 25 millones de dólares diarios en ingresos adicionales por concepto de exportaciones. Semejante "éxito" era de esperarse. Mientras que Irak debe exportar su petróleo a través de oleoductos fuera del Golfo Pérsico, Irán lo hace cargando tanqueros y, por lo tanto, si no hay peligro de atentados armados, puede vender mucho más.
Cuando supo que aparte de estarse portando bien, le estaba haciendo un favor al enemigo, Bagdad decidió volver a las de siempre. Primero, la aviación iraquí comenzó a bombardear los puertos iraníes. A renglón seguido, el 25 de agosto, comenzaron los ataques directos a buques que llevaran petróleo iraní.
La respuesta de Teherán no se hizo esperar. Tal como lo manda la ley del talión, en este caso la consigna fue la de "barco por barco". Como resultado, a finales de la semana cerca de 25 navios habían sido alcanzados por misiles, obuses, cohetes o ráfagas de ametralladora, disparados por alguno de los dos bandos. Entre los países con embarcaciones afectadas estaban Japón, Italia, España, Corea y Grecia, para nombrar tan sólo algunos Hubo un barco hundido en la isla de Kharg en Irán--el Bisorange XIV- y averías diversas en las demás naves.
El recrudecimiento de las hostilidades acabó echando por tierra las ilusiones de quienes esperaban ver un pronto final en la guerra. A pesar de la resolución 598 y del viaje que esta semana debe efectuar a Teherán e secretario general de la ONU Javie Pérez de Cuéllar, es poco posible que los iraníes accedan a detener a su ejércitos y sentarse a negociar con Bagdad.
En cambio, los ataques navieros siguieron aumentando el nivel de riesgo sobre un involucramiento de terceros países dentro de la guerra. La acumulación de flotas navales continúa y a finales de la semana pasada parecía que Italia sería el siguiente país en enviar su armada.
Curiosamente, mientras el nerviosismo en el terreno militar aumentó, el mundo económico casi que respondió con bostezos a las noticias del Golfo. El precio del petróleo apenas subió y aunque el oro se mantuvo en niveles altos, la situación no fue ni un pálido reflejo del pánico de hace un mes cuando Irán amenazó con cerrar el estrecho de Ormuz.
Pero, en cambio, la retórica tomó impulso. A pesar de que fueron los iraquíes quienes comenzaron esta vez, los regaños públicos de la Casa Blanca fueron para Teherán que, a su vez, no se quedó atrás y volvió a lanzar diatribas contra Washington.
En el terreno de las armas, los iraníes parecian tener la ventaja. El ejército persa se encontraba--al cierre de esta edición--a las puertas de Bassora, la segunda ciudad de Irak y según la agencia Reuter, Irán continuaba exportando petróleo sin interrupción a pesar de los ataques contra los barcos petroleros.
Esa situación hace que una vez más la presión de la guerra recaiga en Saddam Hussein, el Presidente iraquí. Aunque sus tropas están retrocediendo, por ahora Bagdad tiene la ventaja de contar con las armas que quiera --según una publicación reciente del semanario británico Jane's Defence Weekly--, Irak fue el primer país comprador de armas del mundo, al adquirir equipo por 24 mil millones de dólares entre 1981 y 1985. En comparación, Arabia Saudita gastó mil millones de dólares e Irán 6.400 millones.
No obstante, todo parece indicar que si Irak tiene las armas, Irán cuenta con la gente. Es esa situación la que hace pronosticar a los expertos que la guerra va a continuar durante más tiempo, dejando su cuota de muerte pérdidas y barcos petroleros destruidos. Tal como decía el diario Le Monde la semana pasada, "a menos que algo muy extraño suceda, lo más probable es que el 20 de septiembre de 1988 esta guerra estará celebrando su octavo aniversario".