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SIGUE LA SANGRE

El asesinato de dos presidentes en Ruanda y la sangrìa que le siguió recuerdan que Africa sigue siendo un continente destrozado.

9 de mayo de 1994

LOS PRESIDENTES DE Ruanda y de Burundi Juvenal Habyarimana y Cyprian Ntaryamira cuyo avión fue derribado por un cohete cuando se disponía a aterrizar en Kigali la capital de la primera puso fin a un proceso de paz que prometía devolver la tranquilidad a otro rincón de Africa destrozado por una guerra civil tribal.
El hecho desencadenó una ola de violencia salvaje que dejó como víctimas no sólo a la primera ministra de Ruanda Agathe Unilungeyamana y a tres ministros más en lo que pareció un intento de golpe de estado perpetrado por miembros renegados de la Guardia Presidencial. Lo que siguió fue una orgía de sangre en la que fueron asesinados varios trabajadores europeos de organizaciones internacionales una docena de cascos azules de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y por lo menos 10 sacerdotes jesuitas. Lo preocupante es que con todo y sus dimensiones cuando se mira la historia reciente del Africa subsahariana en su conjunto es evidente que esta es una tragedia cíclica que hoy se presentó en ese remoto enclave que hasta 1962 fue colonia belga como ayer en Zaire o en Angola y mañana se presentará en cualquier otro lugar.
La historia es la misma de tantas otras ex colonias europeas que luego de soportar por años la dependencia extranjera fueron culturizadas en la organización de estados al estilo occidental sin consideraciones con las organizaciones tribales tradicionales ni con los límites naturales de las etnias. Con el principio de "divide y reinarás", que se impuso en la era colonial, se sembraron las semillas de un conflicto continental que no parece tener fin.
En Ruanda y Burundi estalló el conflicto entre los tutsi (que eran señores feudales y alcanzan sólo el 14 por ciento de la población) y los hutu (que provienen del tronco bantú). En Ruanda los hutus controlan el gobierno y el ejército y están enfrentados a los rebeldes del Frente Patriótico de Ruanda de mayoría tutsi. En Burundi un gobierno débil de los hutu tiene poco control sobre el ejército de mayoría tutsi.
Los residentes regresaban de la vecina Tanzania donde celebraron una conferencia de paz patrocinada por el presidente Ali Hassan Mwinyi y destinada a poner fin a la ola de violencia iniciada en noviembre pasado con el asesinato del presidente de ese entonces. Ahora la situación sólo parece empeorar y el fantasma del hambre está a la vuelta de la esquina.