Home

Mundo

Artículo

SILES ZUAZO: JAMAS PERDI LA FE

Minutos antes de tomar posesión de su cargo como Presidente de la República, el popular lider boliviano habló en exclusiva para SEMANA, con el periodista Felipe Guillén.

15 de noviembre de 1982

Desde el patio central del Palacio Quemado, en La Paz, se ven los abiertos corredores de sus tres pisos, convertidos en una galería de cuadros: allí están los retratos al óleo de los 192 dictadores que han pasado por la casa de gobierno, al igual que los de los 42 presidentes constitucionales.
La historia política de Bolivia se divide en antes y después de 1952. Fue en ese año cuando por primera vez llegaron al poder los mineros y los campesinos, a través de dos personas claves en la reciente historia de Bolivia: Víctor Paz Estenssoro y el actual presidente Hernán Siles Zuazo. Antes de 1952, el país fue gobernado por una cerrada camarilla que conformaban las familias dueñas de las minas de estaño, cobre y platino y los militares.
Entonces, Paz Estenssoro, que había llegado constitucionalmente a la presidencia, disolvió las fuerzas militares y permitió la conformación de un cuerpo armado popular de campesinos y mineros que empuñaron fusiles por primera vez.
Se les llamó "los sietemesinos".
Fueron ocho años de democracia. A Paz Estenssoro lo sucedió Siles Zuazo quien debió recurrir a un insólito medio para reorganizar el ejército: llamar a los oficiales retirados. Ello, sin embargo, fue la muerte para la democracia. A pesar de la reforma agraria radical y el avance económico de los años 50, los militares "académicos" se enfrentaron política y generacionalmente con los "sietemesinos".
Comenzó entonces la sucesión interminable de golpes, entre oficiales de uno y otro sector que ocupaban fugazmente el Palacio Quemado, dejando como única huella un nuevo óleo en la galería. Finalmente, los tímidos intentos de democratizar el país, que se iniciaron en 1979 con la provisional llegada al poder por tres de los doce meses previstos del presidente del congreso, Walter Guevara, y el casi accidental ascenso a la jefatura del Estado de Lidia Gueiler Tejada, finalizaron con tres golpes de Estado.
Irónicamente el primo de Lidia Gueiler, el general Luis García Meza Tejada, la derrocó, interrumpiendo ese proceso que ya había designado popularmente a Hernán Siles como presidente constitucional y a Jaime Paz Zamora como vicepresidente.
García Meza con una sólida posición económica que le proporcionó el narcotráfico, propició más tarde un falso golpe de Estado contra él mismo colocando en el poder a una de sus fichas políticas: el general Celso Torrelio Villa. Un gran sector de la oficialidad del ejército, comprometido en el narcotráfico, se benefició con este cambio. Pero, se cree, el gobierno norteamericano ejerció presión para propiciar el derrocamiento de Torrelio. Así, accedió al poder el odiado general Guido Vildoso, como una fórmula del alto mando militar. El propio Siles Zuazo, presidente en el exilio, denunció tal situación en Bogotá, hace unos meses.
Pero al general Vildoso no le fue mejor que a sus antecesores. Los mineros del estaño, la Central Obrera Boliviana (COB) y los partidos de izquierda a los pocos días de posesionado el general, se lanzaron a una lucha huelguística y de movilizaciones callejeras para exigir la devolución del poder a los civiles elegidos en 1980 (ver SEMANA del 21 al 27 de septiembre) poniendo en jaque al régimen militar. Ante ese empuje popular algunos partidos burgueses llegarom a hablar de anticipar las elecciones. Por su parte, algunos dueños de minas y del transporte presionaron económicamente a Vildoso. Pero la COB siguió presionando la entrega inmediata del poder a los civiles, hasta obligar a Vildoso a entregar el mando un año antes de lo previsto.
Siles Zuazo, estadista en un país sin líderes fue el único capaz de agrupar el 51% del congreso, que elige a los presidentes. Lo hizo en medio de un bosque de fracciones de izquierda, que ahora están aglutinadas en la Unión Democrática Popular (UDP), cuyo miembro mayoritario es el Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierda (MNRI), fundado por el propio Siles Zuazo.
El júbilo popular estaba represado desde hacía 30 años en Bolivia. Sólo hasta el pasado domingo 10 de octubre las gentes salieron a las calles a participar de una gran fiesta ofrecida por el pueblo y para el pueblo: la verbena. La población, que habla quechua, aimará y español, y está conformada en un 88% por indígenas, bebió "ponche" hasta quedar "ebria" de democracia, para amanecer el lunes pensando que algo grande estaba sucediendo en esta nación andina.
Se espera que el retrato de Siles Zuazo en su segunda presidencia sea el último de la galería del Palacio Quemado por lo menos durante los siguientes cuatro años. De otra forma el palacio necesitará muy pronto otro piso para poder albergar los cuadros de los presidentes.
Minutos antes de tomar posesión de su cargo, Hernán Siles Zuazo concedió en forma exclusia para SEMANA una entrevista. He aquí sus apartes principales.
SEMANA: ¿Cómo observa el panorama en su país luego de 18 años de gobiernos de facto?
HERNAN SILES ZUAZO: El panorama económico es muy difícil, complejo. Nosotros requerimos de un esfuerzo conjunto para superar esta situación. Nuestro mayor recurso es el pueblo mismo. Creo que con el respaldo popular y la solidaridad de los pueblos americanos, incluido Estados Unidos saldremos adelante. También recibimos el apoyo de la comunidad europea. La tarea es larga y habrá que tolerar varios años de austeridad y trabajo productivo.
S.: ¿Fue esta situación económica la que presionó a los militares a anticipar para este año la entrega del poder, anunciada para 1983?
H.S.Z.: Evidentemente hay pruebas de que esto es así, si miramos algunos indicadores de la economía, que dejan en claro que los militares no tuvieron la capacidad de superar la crisis actual. Con el sólo anuncio del retorno de la democracia cedió la presión popular y la especulación con productos de primera necesidad tiende a disminuir. Hay otro caso que citar y es la disminución de la cotización del dólar.
S.: Ahora en el poder, ¿cuál es el camino a seguir?
H.S.Z.: Conseguir una viabilidad institucional con justicia social. Vamos a imponer un estilo de gobierno por encima de los intereses políticos que buscan un determinado fin particular. Llamaremos a los más capaces para integrar un equipo que avance por la mejor vía hacia la solución de los múltiples problemas que agobian a Bolivia.
S.: ¿Qué más indujo a los militares a entregar el poder al pueblo?
H.S.Z.: La falta de identidad del pueblo con las fuerzas militares, o de éstas con el pueblo, y la imperiosa necesidad de buscar salidas democráticas a los problemas del país. La gente sabe perfectamente que mi gobierno piensa restablecer la disciplina, la antiguedad y la jerarquía en las fuerzas militares. Los militares saben que vamos a reorientar sus funciones ahora que vuelven a los cuarteles, para que estén prestando un mejor servicio al pueblo, que es el que los sustenta.
S.: En este momento la gente espera mucho de usted y tal vez su mayor confianza la tienen en la superación del problema económico y la meta de conseguir un mayor poder adquisitivo. ¿Qué va a hacer para corresponder a este anhelo popular?
H.S.Z.: Primero, una renegociación de la deuda externa con plazos a largo plazo que nos permitan amortizar las deudas. Tenemos el firme propósito de manejar con prudencia este sector. Quiero anticipar que no vamos a contraer nuevas deudas sólo,para amortizar las que ya tenemos. Queremos un margen de reserva que nos permita hacer inversiones productivas y recuperar nuestra débil economía. Hago un llamado a las potencias de las democracias industriales para que entiendan que nuestro pueblo es un pueblo honrado y que quiere ser honesto.
S.: ¿Cuál es el aporte que ofrece Bolivia para merecer este trato preferencial de las naciones industrializadas?
H.S.Z.: El mayor aporte es la reapertura de la democracia. Esta es una meta común de nuestros pueblos. Necesitamos este apoyo para entrar a engrosar la lista de países que gozan de este logro. Hay que poner fín a un tiempo de descomposición y de desnaturalización de los propósitos y de las aspiraciones que tienen los pueblos para lograr una nueva sociedad.
S.: ¿ Qué cree usted de este reencuentro con el poder? ¿Pensó que lo tendría otra vez?
H.S.Z.: Yo nunca perdí la esperanza. Siempre tuve fe en mi pueblo y ahora regreso con mayor vigor.

EL PRIMER OBSTACULO: LA CRISIS ECONOMICA
En los últimos 20 años Bolivia sólo tuvo un gobierno proveniente de la voluntad popular: el recién instalaclo de Hernan Siles Zuazo y Jaime Paz Zamora. Los de Walter Guevara Arce (1979) y Lidia Gueiller (1980) no fueron elegidos por el pueblo sino por el parlamento. Años antes, en 1966, a presidente de facto desde 1964, general René Barrientos, organizó unas elecciones para que lo ratificaran en el poder, lo que logró finalmente, pero tal proceso fue visto en Latinoamérica simplemente como una farsa.
Por ello el binomio gubernamental Siles-Paz será el primero que Bolivia tendrá en dos décadas con un origen legítimo. Sin embargo, encarará un problema mayúsculo, fuera del que representa la inestable y golpista casta militar: la honda crisis económica del país.
Así el abogado y expresidente de 70 años, Hernán Siles Zuazo, junto con el economista de 42 años, Jalime Paz Zamora, tendrán que hacerle frente a la siguiente situación: una deuda extema de 3.865 millones de dólares para una población de 6 millones doscientos mil habitantes más una inflación que, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), era de 126.5% en agosto y que para fin de año llegará al 500%. Por otra parte, se registra una caida de la esencial producción minera debido en parte a las repetidas huelgas en demanda del retorno de la democracia y contra la pérdida del poder adquisitivo de los salarios.
Ello explica la decisión de Siles Zuazo, proclamada el 7 de octubre, de aplicar en Bolivia una "economía de guerra expresion que no resultaria exagerada si se piensa que este país, como lo revelan esas cifras, ha caido a niveles economicos que ni siquiera tuvo durante las guerras que libró con sus vecinos durante el siglo pasado y comienzos del presente y que terminaron con la pérdida dela mitad de su territorio, incluidas sus costas sobre el Océano Pacífico.
En los próximos 15 meses, el nuevo gobierno deberá pues, cubrir obligaciones por vencimiento de deuda externa por una suma de 1.350 millones de dólares, de los cuales 600 deberán ser pagados en diciembre próximo y el resto a finales del año entrante. La cifra total excede los ingresos del país por exportaciones durante el mismo lapso. De ello se desprende que si les tendrá que buscar una renegociación de la deuda en búsqueda de términos más adecuados con el Fondo Monetario internacional (fMI) y nuevas posibilidades de inversiones procedentes de fuentes tradicionales.
Pero a dicha renegociación se opone el movimiento obrero, uno de los pilares centrales del nuevo gobierno. El general Vildoso trató de implantar las últimas recomendaciones del FMI pero impresionantes movilizaciones de la COB se lo impidieron.
El nuevo gobierno ha hecho saber que tiene adelantadas algunas gestiones de ayuda económica con la comunidad europea y con algunas naciones latinoamericanas, sin embargo, lo definitivo sigue siendo la postura final ante el FMI.
Por otra parte, los precios de los alimentos y los medicamentos han registrado un alza notable que llega, en algunos rubros, hasta el mil por ciento y que, en general, tiene un promedio del 300%, lo que ha hecho que el ingreso percapita esté más bajo que nunca. Finalmente, la cotización oficial del dólar que era de 25 pesos bolivianos a comienzos de 1982,después de la introducción en marzo del sistema de doble cambio, fijando en 44 pesos la cotización oficial, y dejando también un "dólar flotante", subió inmediatamente hasta los 280 pesos bolivianos en el mercado paralelo.
Tal es la dimensión del desafío del nuevo gobierno. Pero no sería la primera vez que Siles Zuazo encuentra una semejante situación económica. En 1956 para resolver problemas financieros parecidos, Siles acogió el plan de un experto del FMI, George Jackson Eder-- que fue conocido como el plan Eder"--que imponía al país la tradicional política de ese organismo internacional:congelación de salarios, liberación de los terminos de intercambio, apertura a capitales foráneos. Tal política halló una enérgica oposición sindical de la COB, que habia sido creada en 1952. Sfn embargo, Siles, quien logró avanzar en el proceso iniciado por Víctor Paz Estenssoro consistente en disolver las milicias populares y reorganizar las Fuerzas Armadas, con la colaboración de la misión militar norteamericana en La Paz, logró vencer la oposición a dicho plan económico. Era el año en que el gobierno habia decretado el famoso código Daven por, un nuevo regimen petrolero, redactado en inglés, que le permitió al a Gulf Oil Company controlar en pocos años el 83% del petróleo y el 90% del gas natural boliviano. Tal contexto abrió el moderno ciclo de inestabilidad en el país iniciado en 1964 con el golpe de Estado del general René Barrientos Ortuño, que derrocó a Víctor Paz Estenssoro, que por segunda vez había sido elegido en 1960.