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SIN AGUA EN LA BOCA

Un acceso de anticomunismo del embajador Galbraith desata fuerte polémica en París.

12 de marzo de 1984

El incidente se produjo el 29 de enero cuando al ser interrogado sobre la presencia de ministros comunistas en el gobierno Mitterrand, el embajador norteamericano en París, Evan Galbraith, manifestó: "Se sabe que el Partido Comunista Francés tiene una relación especial con el mundo soviético. Todo el mundo sabe que el PCF sigue la política exterior de la Unión Soviética; uno desconfía pues, de gentes ligadas al Partido Comunista". "Tratándose de la Unión Soviética y del PCF, prosiguió el diplomático, existen índices de relaciones financieras. El control no se ejerce a 100% (...) el hombre de la calle no ignora que hay una relación dominante de la Unión Soviética sobre el Partido Comunista Francés". Sin embargo, el representante del señor Reagan aseguró no encontrarse "más inquieto hoy por la presencia de ministros comunistas que hace dos años".
Poco comentadas por la prensa, en un principio, esas declaraciones volvieron a la actualidad tres días después, cuando el semanario satírico Le Canard Enchaine publicó una breve en la cual se lee: "Evan Galbraith, embajador de los Estados Unidos en Francia precisó, en la emisión del domingo pasado, que el señor Fiterman (ministro comunista de Transportes) es un pobre francés que se echó a perder...".
La embajada norteamericana en París respondió de inmediato asegurando que el señor Galbraith, con esa fórmula no pensaba en el ministro Fiterman sino que intentaba dar una definición, en general, de lo que es para él un comunista francés. La mejor prueba, agregó la embajada, es que Evan Galbraith habló con gentileza de los ministros comunistas cuando expresó: "De vez en cuando, en recepciones, me presentan un ministro comunista y soy cortés: le estrecho la mano y sonrío".
Pero esa explicación no satisfizo a los dirigentes comunistas. "Acabo de conocer la declaración exacta de ese personaje grosero y estúpido que es el embajador de los Estados Unidos en Francia. Vov a escribirle para decirle lo que pienso", dijo Charles Fiterman, saliendo del Consejo de ministros en donde fue evocado el "affaire" Galbraith.
A la misma hora, el secretario general del PCF, Georges Marchais, proclamaba ante las cámaras de televisión, su estupefacción al ver que el representante de los Estados Unidos confundía Francia con un país de América Latina. "Este embajador, dónde se cree que está? ¿En Grenada, en Honduras?, para venir aquí a poner en entredicho directamente al Partido Comunista Francés, a sus electores, a un miembro del gobierno? (...) Espero, concluyó el líder comunista, que el gobierno dirá (lo que toca sobre esa cuestión) porque está concernido".
En efecto el jefe de gobierno, Pierre Mauroy, preocupado por la distancia que toman sus aliados con su política económica, ya había resuelto llamar al señor Galbraith para notificarle que sus propósitos eran "inaceptables" y constituían una ingerencia en la política interior francesa.
Con todo, los observadores piensan que este incidente no alterará las buenas relaciones que hay entre París y Washington. La intervención directa del Primer Ministro se explicaría por el hecho de que ésta es la segunda vez que el señor Evan Galbraith se expresa en esos términos del PCF. Como se recordará en una entrevista concedida al periódico Le matin, el 1°. de diciembre de 1981, pocos días después de haber presentado sus credenciales al Presidente Mitterrand, el embajador había calificado a los comunistas franceses de "agentes de una fuerza exterior a Francia, dirigida por los rusos", análisis que le había valido ser convocado por el secretario general de la Cancillería.
La nueva intervención de Galbraith, tildada de "simple malentendido" por el gobierno Reagan, precedió en 48 horas a la denuncia de "nombrilismo" e "introversión" lanzada a los europeos por Lawrence Eagleburger número tres del Departamento de Estado. Obsesionados por lo que ellos denominan el "neutralismo apenas camuflado" de algunos líderes europeos, los dirigentes norteamericanos acusan al Viejo Continente de preocuparse más de "su región geográfica" que de la "estabilidad del mundo". Vistas desde ese ángulo, las declaraciones del embajador norteamericano podrían ser analizadas como una presión para tratar de romper la alianza que liga a uno de sus mejores aliados en Europa, Francois Mitterrand, con un partido comunista.