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SIN AYUDA DEL PAPA

El intento de Calvo Sotelo de servirse electoralmente de la visita de Juan Pablo II ha fracasado, aumentando las posibilidades de los socialistas.

18 de octubre de 1982

Disolviendo las Cortes, con permiso del rey Juan Carlos, el 27 de agosto, y anunciando elecciones generales para el 28 de octubre, el jefe de gobierno. Leopoldo Calvo Sotelo, sorprendió a toda la clase política española.
Los fracasos del partido gubernamental, UCD, en las elecciones regionales en Cataluña, País Vasco, Galicia y Andalucía (Ver SEMANA del 1 al 7 de junio), por un lado, y la deserción de más de cuarenta diputados de un partido, por otro, permitía suponer que la UCD tendría que recurrir, antes del fin de la legislatura, en marzo de 1983, a las elecciones generales. Estas serían convocadas, se pensaba en España, después de la visita que el Papa debía efectuar del 14 al 22 de octubre.
Sin embargo, Leopoldo Calvo Sotelo, trastornando todos los cálculos y creando un profundo malestar dentro del episcopado, decidió adelantar la fecha de las elecciones para el 28 de octubre, haciendo coincidir la campaña electoral, fijada entre el 7 y el 26 de octubre, con la gira papal por 16 ciudades españolas.
¿Simple casualidad o deseo de instrumentalizar la visita de Juan Pablo II? Como quiera que sea, el Vaticano y el episcopado español anunciaron el siete de septiembre -después de múltiples negociaciones- que el Papa había decidido postergar su visita hasta el 31 de octubre. Los partidos políticos, con la excepción de Alianza Popular, del ultraderechista Fraga Iribarne, saludaron positivamente el "acierto del Vaticano".
Si Calvo Sotelo no quiso servirse de la visita del Papa, se preguntó la prensa, ¿para qué anticipó las elecciones? ¿Para evitar que su partido -sacudido por la partida de sus diputados- se deshiciera" como un azucarillo", según la expresión del diario "El País", o para crearle serios problemas a su enemigo y competidor, el exjefe de gobierno Adolfo Suárez?
Los cálculos de los dirigentes de la UCD para impedir que el CDS dispusiera del tiempo necesario para concurrir en las mejores condiciones a las elecciones anticipadas, parecen basarse en tres comprobaciones: Suárez es el líder centrista más conocido del país. Su popularidad y su decisión de gobernar o apoyar la acción del partido podría mermar considerablemente el electorado del partido gubernamental. El duque y su partido se mantendrán al margen, en fin, del balance catastrófico que presentará la UCD. Mayoritaria en 1979, con más de seis millones de votos, la Unión de Centro Democrático habría perdido un 80% de su electorado.

EL DERRUMBE
Su crisis había comenzado en noviembre del año pasado cuando unos diez diputados de sensibilidad socialdemócrata decidieron formar bajo la dirección del ex-ministro Fernando Ordóñez, el Partido de Acción Democrática (PAD). En julio, Oscar Alzaga y otro grupo de diputados, de inspiración demócrata cristiana, anunciaban la creación del Partido Demócrata Popular (PDP) y más tarde, la división se consolidaba con la retirada de otros diputados reagrupados en el Partido Demócrata Liberal (PDL), encabezado por Antonio Garrigues. Este resquebrajamiento, fruto de los errores de la UCD y de los cambios socio-políticos acaecidos en España desde 1976, puso al partido de Calvo Sotelo ante una triple alternativa: establecer un pacto gubernamental con la Alianza Popular de Fraga Iribarne, buscar fórmulas de compromiso con Adolfo Suárez, o presentarse sola ante los electores.
La decisión irrevocable del duque Suárez, de no constituir ninguna alianza, redujo los dilemas. Finalmente, el 7 de septiembre, después de vivos enfrentamientos la UCD rechazó el proyecto, defendido en su seno por Rodolfo Martín Villa, de hacer parte de la "gran derecha" preconizada por Fraga Iribarne.
La UCD optó más bien el 9 de septiembre por una alianza con el Partido Liberal dirigido por Antonio Garrigues. Alianza Popular, después de una campaña de seducción, caracterizada por sus propuestas moderadas y por su decisión de congelar, por ahora su proyecto de revisar la Constitución, formó una coalición de derecha integrada por varios partidos regionalistas (el Partido Aragonés, la Unión Valenciana y la Unión del Pueblo de Navarra) y con el Partido Demócrata Popular de Oscar Alzaga.
El Partido Socialista, por su lado, irá a elecciones en compañía del PAD de Fernando Ordóñez. Vencedor indiscutible de las próximas elecciones, aseguran los observadores, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de Felipe González, ha multiplicado últimamente sus contactos con las asociaciones y sindicatos con el fin de explicar y "afinar" su programa de gobierno.
Entre tanto, los dirigentes socialistas han insistido particularmente sobre la lucha contra el desempleo (16% de la población activa), la reducción de la edad mínima de jubilación a 64 años y progresivamente hasta los 60, el mantenimiento del poder adquisitivo en 1983, la ampliación del período de percepción del subsidio de desempleo y la transferencia total, antes de 1986, de todas las competencias y poderes a las regiones.
En el campo internacional, los socialistas han reiterado su voluntad de efectuar un referéndum sobre el mantenimiento de España en la OTAN y de acelerar las negociaciones para acceder a la Comunidad Económica Europea. Los socialistas precisarán igualmente durante la campaña electoral, que comienza el 6 de octubre, qué papel jugarán el sistema financiero y el sector público y la manera como abordarán la política fiscal y la deuda pública.
El Partido Comunista, haciendo un balance de su derrota en Andalucía en mayo pasado, hará un considerable esfuerzo económico, dijo Santiago Carrillo. Su campaña se articulará en torno de una crítica "frontal contra la derecha y fraterna del PSOE... dejando bien claro que frente a la ofensiva de la derecha más autoritaria, estamos y estaremos con las fuerzas de cambio".
De confirmarse los últimos sondeos, el PSOE obtendrá 33.5% de votos, la Alianza Popular 7.8%, la Unión de Centro Democrático 5.6% y el Partido Comunista 3.5%. Según el mismo estudio, el 25% de los españoles no sabe aún por quién votar y un 24% votará por otros partidos.