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Sin mayores contratiempos terminó travesía de petroleros kuwaitíes escoltados por buques norteamericanos en el estrecho de Ormuz.

24 de agosto de 1987

Era la escena perfecta para una película de guerra: cielo gris, aguas turbulentas, viento fuerte y un convoy de cinco buques atravesando el mar. Sin embargo, nada de esto sucedía en los estudios de Hollywood. Ocurrió la semana pasada en aguas del Golfo Pérsico donde, una vez más, la frágil paz del mundo vivía su hora cero.
AllK en medio del estrecho de Ormuz, tres buques de la Marina de guerra de Estados Unidos escoltaban a dos petroleros kuwaitíes que se dirigían al puerto de Mina Al-Ahmadi a unos mil kilómetros de distancia, en pleno Golfo pérsico. Los navíos debieron pasar a veinte kilómetros de la costa de Irán, en donde están emplazados los misiles de fabricación china "Gusano de seda", capaces de hundir una embarcación en pocos minutos.
La presencia de la escolta militar norteamericana obedece a una decisión sin precedentes de la Casa Blanca que, para asegurar el flujo normal de petróleo hacia Occidente y mantener abierta la vital ruta, resolvió proteger las embarcaciones de Kuwait, amenazadas por la guerra entre Irán e Irak. Como era de esperarse, la decisión norteamericana molestó profundamente al gobierno de Teherán, en especial porque desde hace tiempo se conoce que Kuwait tomó partido por Irak. De ahí que la ayuda prestada por los norteamericanos a Kuwait, sea tomada por Teherán como una ayuda indirecta a su rival. Además, ese apoyo se vio respaldado la semana pasada cuando el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adoptó la resolución 598, que ordenó el cese del fuego en el conflicto Irán-Irak. Esta medida, que fue acatada por Bagdad e ignorada por Teherán, constituyó un apoyo directo a la decisión norteamericana de proteger a los navíos de Kuwait con parte de su flota destacada en el Golfo Pérsico. Y por si fuera poco, mediante un complicado arreglo legal los petroleros de Kuwait arriaron su bandera y, en cambio, izaron la norteamericana para quedar del todo bajo la mano protectora del Tío Sam.
Este fue el telón de fondo que, el martes pasado, acompañó la travesía de los superpetroleros recién rebautizados como "Gas Prince" y "Bridgeton" y que se dirigían a puertos kuwaitíes rodeados por el crucero Fox, la fragata Crommelin y el destructor Kidd de la Marina de guerra norteamericana. Durante todo el viaje las embarcaciones se mantuvieron bajo el nivel máximo de alerta, ante el temor de una posible agresión por parte de Irán.
Sin embargo, al finalizar la semana, el ministro de relaciones exteriores de Irán, Alí Akbar Velayati, declaró en Bonn que su país se abstendría de intervenir militarmente en el Golfo Pérsico mientras sus barcos e instalaciones no fueran agredidas. Las declaraciones, hechas durante una visita oficial a la República Federal de Alemania, no fueron suficientemente conciliadoras como para aliviar la preocupación mundial sobre el problema. En efecto, Velayati no perdió la oportunidad de señalar que la protección otorgada por Estados Unidos a buques petroleros kuwaitíes y el refuerzo de su presencia naval en la región, "contribuyen a aumentar la tensión military a fortalecer el apoyo al régimen agresor de Irak". Insistió también en que la guerra que su país libra desde hace 7 años con Irak "seguirá mientras se mantenga el actual régimen de Hussein" y rechazó la reciente resolución de la ONU que exigió el cese del fuego. El funcionario restó validez al citado acuerdo, por cuanto "no denunció a Irak como agresor y no fue consultado con nuestro gobierno".
Para acabar de complicar el de por si ya enrarecido ambiente del Golfo, uno de los petroleros escoltados, el Bridgeton, a bordo del cual viajan varios periodistas norteamericanos, chocó con una mina colocada presuntamente por iraníes, aunque no se reportaron pérdidas humanas y el convoy pudo seguir su marcha. Por otra parte, las lanchas artilladas de Irán que tanto daño han causado a la navegación comercial del Golfo desde que Irak comenzó en 1984 la llamada "Guerra de los buques tanqueros", se encontrarian próximas a iniciar unas "maniobras" que han sido interpretadas como una amenaza velada para el convoy norteamericano. Incluso algunos cazas iraníes Phantom, irónicamente de fabricación norteamericana, hicieron algunas aproximaciones pero regresaron a sus bases ante las advertencias hechas desde los buques.
Todo parece indicar que el problema del Golfo Pérsico no tendrá solución sin que se llegue al fin de la guerra entre Irán e Irak. Sin embargo, éste no parece estar cerca, pues según algunos observadores diplomáticos en Teherán, a este país le conviene mas mantenerse en guerra que llegar a la paz. Según parece, la dirigencia revolucionaria, con Khomeini a la cabeza, considera más fácil su supervivencia en condiciones de guerra, que aglutinan el sentimiento nacionalista de la población distrayéndola de los graves problemas ecónomicas que atraviesa el país. Además, la resolución de las Naciones Unidas, tal como está redactada, parece ser inaceptable para Irán, entre otras cosas porque el ciudadano común y corriente entraría a preguntarse la verdadera razón que ha movido a su gobierno para prolongar la guerra por tanto tiempo sin que la situación militar se incline hacia ningún lado. Los muertos de uno y otro bando quedarian a los ojos de muchos como víctimas inútiles de una guerra aún más absurda que cualquier otra.

¿Y DEL PETROLEO, QUE?
Aunque parezca increíble afirmarlo el Golfo Pérsico ya no es lo que era. Mientras que los países de Occidente con Washington a la cabeza, han manifestado que es vital para sus intereses que la arteria del Golfo permanezca abierta, la realidad parece ser otra. De los 45 millones de barriles de petróleo crudo que consume diariamente Occidente, 12 vienen del Golfo y de estos, tan sólo 6.5 millones de barriles tienen que pasar por el estrecho de Ormuz. Esa cifra, que en cualquier caso no es despreciable, podría ser sustituida con relativa facilidad en caso de que se cierre la llave. Estados Unidos, por ejemplo, importa tan sólo el 4% de su consumo diario de petróleo del Golfo y pueden remplazarlo sin problema.
La clave de esta situación es la superproducción mundial de crudo. Nigeria, Indonesia, Noruega, Gran Bretaña, e inclusive Ecuador y Venezuela, son países que pueden vender más crudo si las condiciones del mercado lo imponen. Según la revista Petrostrategie, "en caso de bloqueo 2 millones de barriles al día se pueden remplazar inmediatamente de otras fuentes y esa cantidad se puede aumentar a 3.5 millones de barriles por día, en semanas". Adicionalmente, está el punto de los inventarios. Japón, que importa la mitad del petróleo que consume de la región del Golfo, ha declarado tener existencias para 250 días y Estados Unidos para 2 mil días. Pero si las dos cartas anteriores no son suficientes, siempre está la posibilidad de los oleoductos. Arabia Saudita, por ejemplo, puede sacar su petróleo hasta el Mediterráneo o el Mar Rojo, y lo mismo pueden hacer Irak, Kuwait o los Emiratos Arabes Unidos. Recientemente, se anunció que los países árabes le habían dado luz verde a un oleoducto con salida al Mar Rojo, el cual estaría listo dentro de tres años. Tal como están las cosas, para 1990 el total de la producción del Golfo podria salir por una ruta diferente a la que atraviesa el estrecho de Ormuz. Si se tiene en cuenta que en la zona está el 56% de las reservas mundiales de petróleo, está claro que la salida alterna sería clave para la tranquilidad de Occidente.
Claro que la menor importancia relativa del Golfo Pérsico no debe ser despreciada. A pesar de que hay pelróleo en el mercado, las tensiones de los últimos días fueron suficientes para que el precio del petróleo alcanzara su nivel más alto, en los últimos 18 meses. También el oro subió e inclusive la acción de la British Petroleum que en marzo se cotizaba en 2.66 libras esterlinas llegó a acercarse la semana pasada a 4 libras esterlinas. Al fin y al cabo, hay gente que opina que un eventual cierre del Golfo tendría un efecto psicológico importante sobre la economía mundial.
Hasta ahora, los únicos perjudicados de verdad han sido 333 navíos de todo tipo que han sido alcanzados por los misiles iraníes o iraquíes desde mayo de 1981. Sin embargo, queda por verse si un cierre eventual del Golfo Pérsico -aparte de las implicaciones políticas y militares que tenga- es suficiente para hacer tambalear la tranquilidad económica del hemisferio occidental.