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El proceso de paz vive su peor crisis por el desprestigio del Sinn Féin ante los crímenes no explicados de sus aliados del IRA.

27 de marzo de 2005

Gerry Adams, uno de los políticos internacionales más famosos en Estados Unidos, desde 1995 solía asistir en la Casa Blanca a las celebraciones del día de San Patricio, la fiesta nacional irlandesa, en representación de su partido republicano Sinn Féin. Pero este año no fue invitado.

La razón no podía ser más simbólica. El presidente George W. Bush invitó en cambio a las hermanas de Robert McCartney, joven católico asesinado el 30 de enero en Belfast por miembros del IRA, y mostró de paso la posición de su gobierno.

Las celebraciones de San Patricio son muy importantes para los republicanos irlandeses pues suelen mostrar el gran apoyo de la comunidad de origen irlandés y sirven para recoger fondos por la causa.

Pero este año las cosas no le salieron bien. La razón es que el Sinn Féin es considerado el brazo político del Ejército Republicano Irlandés (IRA, por su nombre en inglés), y aunque éste no ha perpetrado actos terroristas en los últimos años y la situación política de Irlanda del Norte se encontraba en su mejor momento desde que comenzaron 'The Troubles' (violencia político-religiosa) en 1969, el mensaje es claro: el IRA debe dejar de existir. El viraje tiene que ver principalmente con dos hechos. Mientras el Sinn Féin negociaba un mandato político compartido en Irlanda del Norte con el Partido Unionista Democrático (DUP), de filiación protestante y su mayor opositor histórico, las arcas del Belfast's Northern Bank estaban siendo desocupadas en el robo más grande de la historia de la isla. El 20 de diciembre de 2004 fueron extraídos 50 millones de dólares en un operativo gigantesco y casi perfecto que no dejó pistas y por el cual no se pudo capturar a nadie. Pero el principal sospecho es el IRA.

Ante estas acciones, el jefe del DUP, el reverendo Ian Paisley, exigió pruebas fotográficas del desarme del IRA, que se ha llevado a cabo por partes desde 2002. El Sinn Féin y el IRA se mostraron indignados ante la petición, ya que según los acuerdos del Viernes Santo, firmados en 1998, se confiaría en la promesa de desarme y siempre estarían presentes testigos de las facciones políticas de Irlanda del Norte para comprobar los hechos. Las negociaciones quedaron truncadas, pero las acusaciones contra el IRA y el Sinn Féin no concluyeron ahí. Luego se descubrió que el IRA lavaba dinero y poseía una red de contrabando de cigarrillos y bebidas alcohólicas.

Pero la gota que derramó la copa y acabó con la paciencia del gobierno norirlandés, el británico y el estadounidense fue el asesinato de Robert McCartney. El joven de 33 años fue golpeado y degollado frente a un bar en Belfast por miembros del IRA, quienes además amenazaron a los más de 70 testigos. Entre ellos había miembros del Sinn Féin, pero todos declararon no haber visto nada.

Las hermanas de la víctima y su novia, conocidas ahora como 'las McCartney', comenzaron una campaña para que los responsables fueran llevados ante la justicia. Así se reveló que otros dos jóvenes católicos habían muerto en circunstancias similares este año. En un principio el IRA se comunicó con las hermanas, les dijo que ya tenía a los asesinos y que si ellas aceptaban, la organización se encargaría de darles muerte. Obviamente, las hermanas no aceptaron.

Para empeorar la situación, el ministro de Justicia irlandés, Michael McDowell, acusó a Gerry Adams y a Martin McGuiness, líderes de Sinn Féin, de pertenecer al consejo militar del IRA.

"Llegó la hora de que el IRA deponga las armas por completo, termine con toda actividad criminal y deje de existir como organización paramilitar", dijo a la BBC el senador estadounidense Edward Kennedy, que siempre había mostrado gran empatía con los republicanos irlandeses. Este año él también rehusó reunirse con Adams para las celebraciones.

"Nadie quiere que el IRA vuelva a la guerra, pero desde mi punto de vista la gente quiere ver al IRA dejar de existir de una manera digna", dijo Gerry Adams a The New York Times. Pero la pérdida de apoyo tanto del IRA como del Sinn Féin es un hecho, y no se sabe si tenga una vuelta atrás, lo que podría generar una nueva ola de violencia en el norte de Irlanda.