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¿SOBREVIVIRA?

La vida política del vicepresidente ecuatoriano Alberto Dahik pende de un hilo luego de que se le dictara orden de arresto.

13 de noviembre de 1995

CUANDO ALBERTO DAHIK llegó a su despacho el martes 10 de octubre muchos creyeron en las siete vidas políticas del entonces vicepresidente ecuatoriano. El juicio político del Congreso, la solicitud de renuncia por parte del presidente Sixto Durán Ballén, y hasta el escándalo de los fondos reservados parecían haber quedado sepultados en el pasado. Regresaba para seguir en lo suyo, manejando los hilos de la reforma económica y, según algunos, los del paìs.
Su retorno no era la única señal de triunfo, las condiciones en que lo hizo demostraban una vez más todo su poderío. El viernes anterior, pocas horas después de su fallido juicio político, el presidente Durán firmó un decreto reservado mediante el cual limitaba el acceso de la Corte Suprema de Justicia a los microfilmes bancarios que contienen los movimientos de los fondos secretos de la vicepresidencia, y se declaraba su único custodio. En Quito hay quienes opinan que Dahik presionó a Durán Ballén para que expidiera la mencionada medida.
Lo que en ese momento no sabía el vicepresidente es que con ese decreto se estaba echando la soga al cuello. En la tarde del martes, el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Solórzano, acudió al Banco Central de Ecuador, junto con dos peritos, para evaluar la información contenida en los mencionados microfilmes. Antes de ingresar en el edificio le dijo a la prensa que él no conocía ningún decreto que le impidiera realizar su diligencia. Veinte minutos después Solórzano recibió la visita de un mensajero de Durán Ballén que le llevaba una copia del registro oficial con el mencionado decreto. Horas más tarde calificó la acción del jefe del Estado como "una bárbara intromisión inconstitucional del Ejecutivo, haré respetar la independencia de la función judicial y continuaré adelante el proceso penal ".
Y cualquiera diría que cumplió con lujo de detalles su promesa. El miércoles a las 6:30 p.m., por medio de una escueta sentencia, dictó orden de prisión contra Dahik al encontrar indicios sobre su responsabilidad en el caso de los gastos reservados. Pero lo que Solórzano nunca se imaginó es que no tomaría por sorpresa al vicepresidente: pocos minutos después de que se anunciara su orden de detención, Dahik estaría volando hacia Costa Rica.
El miércoles Dahik inició su jornada muy temprano. Toda la mañana estuvo en conversaciones con funcionarios de la Presidencia y, se presume que fue allí donde se enteró de su orden de arresto. A la una de la tarde tuvo un encuentro con la Junta Monetaria y a las 3:00 p.m. se reunió con su familia. La última vez que se le vio en Quito fue a las 7:00 p.m., en la sede del Partido Conservador. A las 7:11, según los archivos de la Dirección de la Aviación Civil, despegó en una nave de la aerolínea privada Aeroservis. El destino final era San José de Costa Rica, pero el avión hizo una escala técnica en Cali.
Aun en Costa Rica hizo gala de sus siete vidas. Se presentó ante el Ministerio de Relaciones Exteriores de ese país como un perseguido político y señaló que temía por su vida: "La Corte Suprema de Justicia es un cuerpo politizado, que obedece a intereses de diferentes partidos polìticos... Yo voy a enfrentar al Congreso de mi paìs, pero no en Ecuador, porque no se puede vivir bajo un régimen de persecución polìtica". Además le reveló al vicecanciller Rodrigo Carreras, que los altos mandos militares de su país habían amenazado a Sixto Durán con un golpe de estado si no le retiraba su apoyo.
El corazón de los ticos parece haberse conmovido con esta historia, Carreras manifestó que ante las circunstancias en que Dahik había salido de su país era muy posible que se le otorgara el asilo. Y así no le consideraran esa condiciòn, mientras permanezca en Costa Rica no tendrá mucho de qué preocuparse. Dahik entró legalmente al país y entre las dos naciones no hay tratado de extradición. Este último tiene que ser suscrito por los dos gobiernos, y tal parece que mientras Durán Ballén esté en la presidencia seguirá siendo su aliado, tanto que no vaciló en pedirle a su colega costarricense que le dé asilo político a su antiguo colaborador.