Home

Mundo

Artículo

alianzas

¡Soldados de Europa, uníos!

En medio de dudas sobre su futuro la Otan se prepara para recibir otros antiguos satélites de la Urss.

16 de noviembre de 2002

Praga se prepara. El 21 y el 22 de noviembre la tranquilidad de sus calles históricas se verá trastornada por la cumbre de la Otan, a la que asistirán los jefes de Estado, con George W. Bush a la cabeza, y los manifestantes 'antiglobalistas' venidos de toda Europa para protestar contra la guerra, como hace dos semanas en Florencia.

En la cumbre los 19 miembros de la Alianza Atlántica invitarán a ingresar a siete naciones: los tres países bálticos que antes formaban parte de la Unión Soviética -Letonia, Lituania y Estonia-, Eslovaquia, Eslovenia, Bulgaria y Rumania.

El viento parece soplar a favor de la Otan. En menos de 10 años la Alianza, creada para defender Europa occidental contra lo que parecía el avance imparable del comunismo, se ha extendido hasta abarcar los territorios abandonados por su enemigo histórico. En 1999 ingresaron a la Otan Polonia, Chequia y Hungría, los países más importantes, con la Urss, del extinguido Pacto de Varsovia, y ahora se prepara para tragarse los restos del antiguo imperio.

La Otan se fundó en 1949 como un acuerdo por el cual Estados Unidos se comprometía a proteger a una Europa devastada de un ataque soviético pero en 50 años la Alianza nunca se enfrascó en combate y su adversario terminó disolviéndose sin pena ni gloria. Tomada por sorpresa, la Otan se encontró sin enemigo y sin objetivos. Como dijo a SEMANA Alexsandr Konovalov, del Centro de Estudios Estratégicos de Moscú, "con la Otan sucedió lo más trágico que le puede pasar a una alianza política?militar, la pérdida de su enemigo y de su misión".

Condenada a muerte por la desaparición de su adversario los funcionarios de Bruselas debían buscar un nuevo oficio que justificara la Alianza. Entonces se decidió, en 1995, iniciar un proceso de ampliación para incorporar a los antiguos enemigos, sin Rusia, claro está. Pero como dicen Alan Isenberg y Borut Grgic, del Centro de Investigaciones Estratégicas Internacionales de Washington, para quienes "los aliados deben también definir el papel futuro de la Otan, tanto en el terreno geográfico como en el político, para que su ampliación no lleve a debilitarla".

Y es que ya nada es tan claro como antes. "La Otan no ha terminado de definir si Rusia es un aliado o un enemigo", dijo a SEMANA Serguei Markov, del Instituto de Investigaciones Políticas de Moscú. En mayo se creó el Consejo Rusia-Otan en Roma, en donde se discutirán temas como terrorismo y carrera armamentista, pero que no le da a Rusia el carácter de miembro ni poder de veto.

Además la ampliación de la Otan plantea problemas para Rusia. Uno de los más difíciles es el de Kaliningrado, antigua Prusia, anexada por la Urss durante la guerra, que está separada del resto del país por los estados bálticos que van a ingresar a la Otan. Para viajar por su propio país los rusos tendrán que atravesar el territorio de una alianza militar no del todo amiga, con visas y pasaportes. Pero lo que más preocupa a Moscú es que la Otan acoja a sus vecinos Georgia y Ucrania. Ucrania le arrendó a Rusia la base marítima de Sebastopol, en Crimea, hasta 2017, donde tiene su sede la flota del Mar Negro y en territorio ucraniano se encuentra uno de los ocho radares para prevenir un ataque nuclear.

La ironía es que la Alianza, creada para proteger Europa, terminó apelando a su artículo cinco, que establece la respuesta conjunta ante un ataque enemigo, para defender a Estados Unidos de los atentados del 11 de septiembre. La otra ironía es que, a pesar de haber invocado el artículo, Estados Unidos hizo la guerra contra Afganistán y prepara la de Irak al margen de las estructuras de la Alianza.

"Así se demostró que la Otan no es necesaria. Estados Unidos necesitó la ayuda de Pakistán, Rusia, Tadjikistán y Gran Bretaña, y se olvidaron del resto, dice Markov. Ahí reside la lógica de hierro de la historia: las nuevas amenazas a la seguridad exigen nuevas organizaciones. Por eso, aunque nosotros observamos a la Otan con tanto temor, ésta se ve a sí misma indefinida y en crisis".