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SORPRESAS Y FANTASMAS

Los primeros lastimados con los resultados en Ecuador, Panamá y El Salvador fueron los expertos: casi nada salió como habían previsto.

11 de junio de 1984

El único denominador común de las elecciones en Ecuador, Panamá y El Salvador --con excepción de la fecha, 6 de mayo-- fue el factor sorpresa. Lo que arrojaron las tres jornadas no respondió a las encuestas ni a los pronósticos de los "expertos". En Ecuador, por ejemplo, triunfó León Febres Cordero, cuando las encuestas aseguraban que ganaría Rodrigo Borja. En Panamá, donde se esperaba que las primeras elecciones presidenciales en 16 años eligieran amplia y pacíficamente al candidato oficialista Nicolás Ardito Barletta, terminaron en un semi empate entre éste y el octogenorio Arnulfo Arias Madrid y en disturbios que dejaron un muerto y 47 heridos como reacción ante la desesperante parsimonia de las autoridades en el recuento electoral. En El Salvador donde lo que menos cuenta es el veredicto del Consejo Central de Elecciones, la prematura autoproclamación de Napoleón Duarte como vencedor fue respondida por una autoproclamación no menos olímpica de Roberto D'Aubuisson, cosa que no había sucedido en la primera vuelta del 25 de marzo. El líder de la ultraderecha salvadoreña, esta vez simplemente aseguró que él había ganado en 10 departamentos y obtenido el respaldo "del 52 % de los votantes", y que los datos suministrados por Duarte eran "falsos y arreglados por la CIA".
Sorpresas y fantasmas rondando por todas partes, no impidieron a estas elecciones, sin embargo, tener sus perfiles propios.
En Panamá
La candidatura de Nicolás Ardito Barletta fue el fruto de los roces entre la Guardia Nacional y el General retirado Rubén Darío Paredes. Este último se había retirado de la Guardia para lanzar su propia candidatura, pero sus declaraciones pro norteamericanas y anti castristas lo descalificaron ante la corriente torrijista. El oficialismo optó entonces por buscar un substituto, encontrando a la postre a Nicolás Ardito Barletta. Ex vicepresidente del Banco Mundial, éste había pasado 7 años fuera del país y de torrijista sólo le quedaba el recuerdo de su tránsito por la dirección de Planeación en 1975.
Ante esta evolución, Arnulfo Arias, el octogenario líder de la derecha panameña, quien fuera derrocado de la presidencia en 1941, 1951 y 1968 por los militares, se autoproclamó candidato de la oposición y nombró como su vicepresidente a Rodríguez, un banquero panameño en Miami a quien había conocido en uno de sus exilios en esa ciudad.
La inexperiencia política de Ardito Barletta obligó a sus partidarios a contratar técnicos norteamericanos. Estos, para organizar una campaña electoral efectiva, hicieron encuestas sobre los problemas claves del país y sobre las soluciones en que creía la gente. Fabricaron un candidato que se abrazaba con mulatas, besaba niños, se afeitaba con jabón y dormia en casas campesinas. Terminó así Ardito Barletta de candidato de una coalición "torrijista", la Unión Nacional Demócratica (UNADE), integrada por el socialdemócrata Partido Revolucionario Democrático (PRD), el derechista Partido Republicano (PR), el Partido Laborista (PALA) y el centrista Partido Liberal (PL) Arnulfo Arias fue respaldado en cambio por los "auténticos": el derechista Partido Panameñista Auténtico (PPA) y los también derechistas Partido Liberal Auténtico (PLA), el Movimiento Liberal Republicano Nacionalista (Molirena), así como el centrista Partido Demócrata Cristiano (PDC), los cuales formaron la Alianza Demócratica Opositora (ADO).
Fuera de éstos, otros 6 candidatos aparecieron, quienes finalmente no lograron reunir 50 mil votos entre todos.
La campaña en si, relativamente tranquila tuvo un rasgo: el clientelismo oficial fue muy visible. Por ejemplo, el último cheque de los empleados públicos antes de los comicios, venía con una carta en la que se les pedía votar por Ardito Barletta. Sin embargo, la jornada electoral organizada por un tribunal electoral independiente, presidido por un magistrado independiente, fue impecable. Los electores depositaron sus votos tras la privacidad de una cortina y no hubo agitación electoral. Fue el Estado quien suministró los votos de cada sector. Frente a la urna el ciudadano cogía el sufragio de su preferencia y lo depositaba. Pero el retraso en los escrutinios empañó las cosas. En las listas de Asamblea Nacional el sufragante podía tachar nombres de principales y suplentes, lo que hizo muy dispendioso el escrutinio de cada acta y causó el retraso de los mismos. Además, los candidatos, quienes habían descubierto que según sus datos la elección estaba reñidísima, impugnaron muchos actos. Esta situación, más la teoría de que con la demora se estaba fraguando un "chocorazo", enardeció los ánimos que dispararon los incidentes de violencia del lunes 7.
Y los resultados oficiales del jueves en los que Ardito Barletta aventajaba a Arias por sólo cinco mil votos, la renuncia de uno de los miembros de la Junta de Escrutinios y los llamados de la derecha a protestar con apagones de luz, aumentaban la tensión al final de la semana. Pero serios disturbios entre los dos bandos no volvieron a presentarse.
En Ecuador
De los tres procesos, el más "civilizado" fue el ecuatoriano. Febres Cordero, agresivo candidato de la derecha unidad, venció contra todos los vaticinios a Rodrigo Borja --un liberal que funge como socialdemócrata-- por un margen cercano a los cien mil votos de un total de tres millones.
La Izquierda Democrática (ID) a pesar de la derrota de su líder, expresó que su postura ante el nuevo ejecutivo "será constructiva". Dicen en Quito que lo que perdió a Borja fue su exceso de confianza en el triunfo. Desde la primera vuelta del 29 de enero, la ID no hizo una campaña electoral coherente ni presentó una plataforma clara de centro izquierda. Crecido Borja optó por una línea de "conmigo sin condiciones", menospreciando las alianzas con los pequeños partidos. También pesó la elección de Aquiles Rigail como vicepresidente, un dirigente sin carisma alguno aunque líder del minúsculo partido Pueblo Cambio y Democracia (PCD). Mientras tanto, el más carismático de la ID, Raúl Baca Carbó virtualmente se esfumó de la campaña para la segunda vuelta. Y por último, también jugó en contra el 8% del maoista Movimiento Popular Democrático (MPD) que aparentemente aplicó la estrategia de fomentar la "agudización de las contradicciones" marcando seguramente su preferencia por Febres.
Este último hábilmente manejó una descomunal campaña electoral y sin pararse a pensar que insultaría a los Presidentes Blanco, Lusinchi y Alfonsín, acusó a Borja de querer implantar los esquemas que "estan mostrando su ineficiencia" en República Dominicana, que "tiene hambreado al pueblo" en Venezuela y que "no han solucionado nada" en Argentina. Ante esto y con razón, en la madrugada de la derrota, un dirigente de ID comentó lapidariamente que en Ecuador "desgraciadamente triunfaron las ideas de Pinochet. Pero lo dramático, es que fue por elecciones".
En El Salvador
Todo parecía ser matizado, a la altura del jueves pasado en la noche, por las rabiosas declaraciones de D'Aubuisson en el sentido de que había quedado demostrado el apoyo norteamericano a Duarte. Lo interesante es que no sólo el líder de Arena proclamaba tal cosa. En Washington el senador Jesse Helms, el martes pasado, acusó al Pentágono y a la CIA haber "comprado el proceso en favor de Duarte", de haber programado las computadoras y de sabotear la política del Presidente Reagan hacia Centroamérica. Esto último se refería a que Duarte, según Helms, es un socialista que terminará imponiendo un gobierno en alianza con los guerrilleros del FMLN-FDR.
Cierto o no, la verdad es que los datos que diera el Consejo Central de Elecciones el jueves pasado implicaban una clara mayoría a favor del candidato de la DC (ver cuadro). Ante esto D'Aubuisson no tuvo más remedio que mostrar cierta disposición a aceptar la decisión del CCE: señaló que aunque su partido se retire de ese organismo y Duarte sea proclamado vencedor, "continuaremos planeando nuestras acciones y programas y las presentaremos al nuevo gobierno para que se lleven a cabo", es decir, que tratará de ganar la presidencia de la Asamblea Legislativa para desde ahí cogobernar con Duarte. Este, por su parte, se apresta a conquistar algo que en realidad no ha ganado en estas elecciones: el rango de comandante en jefe del Ejército, entidad que ya expresó que la guerra y sus derivados son de competencia militar. Duarte no goza de la simpatia de numerosos altos oficiales muchos de los cuales siguen atendiendo instructivas del mayor D'Aubuisson.
Esto y su anuncio de que abrirá una investigación profunda sobre el asesinato de monseñor Oscar Arnulfo Romero le va a dar a Duarte los primeros dolores de cabeza como Presidente.--

PAIS CANDIDATOS RESULTADOS

ECUADOR León Febres Cordero 1.365.121
Rodrigo Borja 1.267.611
PANAMA Nicolás Ardito Barleta 299.518*
Arnulfo Arias Madrid 295.679*
EL SALVADOR José Napoleón Duarte 321.870*
Roberto D'Aubuisson 216.099*--