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S.O.S.

Armado con el respaldo de Yeltsin, Gorbachov viaja a la Cumbre de países ricos para buscar salvar a su país.

12 de agosto de 1991

LA POSESION DE BORIS YELTsin como presidente de la República Rusa, permitió al mundo observar el poco frecuente saludo de dos viejos rivales: Yeltsin y el presidente soviético Mijail Gorbachov. Pero la importancia de ese evento se midió por su efecto frente al viaje de Gorby a Londres, donde el 17 de julio se dirigirá a la Cumbre de Países Industrializados.
Gorbachov demostró que una parte sustancial de la URSS le respalda en sus gestiones. Pero la necesidad de la ayuda de occidente no requiere demostración. En los primeros cuatro meses del año, la renta nacional disminuyó en un 10 por ciento, la producción en sectores básicos de la economía -petróleo, gas, carbón y metales- se redujo entre el cinco y el 10 por ciento y la agricultura, en un 10 por ciento. La fabricación de consumo descendió en el siete por ciento, y la industria ligera está casi terminada. Al mismo tiempo, el aumento de salarios e ingresos del 17 por ciento, podría originar una inflación galopante. Según el vicepresidente Vladimir Sherbakov, si no se adoptan medidas, la URSS podría perder hasta el 22 por ciento de su renta, con desempleo cercano a los 20 millones de personas. Una sexta parte del planeta, un territorio con 290 millones de habitantes, 12 mil cargas nucleares, 50 reactores atómicos y una inmensa cantidad de armamentos convencionales, hacen que el caos en la URSS se pueda convertir en la amenaza contra la paz mundial. Lo que sí tendrá que demostrar Gorbachov es su compromiso con un cambio radical de su economía, que gane la confianza de los inversionistas. Gorbachov cuenta con un importante aliado, el canciller alemán Helmut Kohl, en cuyo país los efectos del caos oriental se sentirían al máximo Kohl se ha unido ya a quienes piensan que la reunión de Londres resultará no en ayuda económica directa, pero sí en un apoyo indirecto, cifrado en el ingreso de la URSS al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, que permitiría a Moscú obtener asesoría técnica para conducir la transición hacia la economía de mercado. Los analistas piensan que ese compromiso tendría que incluir garantías para la propiedad privada, una jurisdicción confiable y facilidades de inversión en empresas con acciones negociables. Eso, y algunas concesiones políticas, como la devolución de las islas Kuriles al Japón y el cese del apoyo a Afganistán y Cuba, podrían completar el panorama.-