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SUCESION A DEDO

El sucesor de Nakasone no parece dar la falla del nuevo Japón

23 de noviembre de 1987

En la tierra del Sol Naciente brilla una nueva estrella. Es la que acompaña a Noboru Takeshita prácticamente designado por Yasuhiro Nakasone como su sucesor en el cargo de Primer Ministro de la segunda potencia económica del mundo capitalista.
El sistema político del Japón es una democracia parlamentaria, en la que quien es elegido líder del partido mayoritario del Parlamento es escogido automáticamete para dirigir el gobierno, con el título de Primer Ministro. Por cuanto el Partido Democrático Liberal ha dominado la escena política casi ininterrumpidamente desde 1956 y su hegemonía no parece amenazada, la escogencia de Takeshita como líder de su partido, y virtual nuevo Primer Ministro, reviste las características de una sucesión principesca.
Takeshita, a quien sus detractores acusan de ser demasiado complacientes siempre que el compromiso y la negociación puedan servirle para lograr sus fines, se había preparado desde hace mucho tiempo para asumir la posición que ahora es suya. Hijo de una rica familia de productores de sake (vino de arroz), comenzó su carrera política en 1958 cuando, a la edad de 34 años, ganó un escaño en la Dieta o parlamento japonés. Sus dotes para la organización política, que hacen que sus campanas parezcan una maquinaria, y su capacidad de negociación, acabaron por hacer olvidar el antecende penoso, especialmente para un japonés, de no haber podido entrar a la universidad sino luego de dos intentos. Hacia el final de los años 60, se había convencido de que podría llegar a ser Primer Ministro. Su desempeño al frente de ministerios claves de la economía japonesa, como el de la construcción y el de finanza, le otorgó las conexiones claves con los gremios más importantes de su país, que le han servido para llevar por fin a su meta.
Esas conexiones son hoy, paradójicamente otros de los puntos débiles del nuevo Primer Ministro frente a sus detractores, quienes afirman que alguien con lazos tan cercanos con los grandes intereses económicos del país no tendrá la suficiente autonomía para conducir las difíciles relaciones económicas con el resto del mundo, y especialmente con los Estados Unidos y Europa.
Takeshita es en cierta forma el opuesto perfecto de su antecesor, Nakasone, un líder de estilo occidental, extrovertido y carismático, que había mantenido unas relaciones cordiales con Estados Unidos, a pesar del creciente descontento de sectores económicos de ese país y de toda Europa, por el desbalance comercial ocasionado por el exceso de ventas del Japón frente a sus escasas importaciones. La designación de Takeshita, es para muchos el regreso a un estilo más impenetrable, de raigambre oriental, definitivamente un retroceso. Así lo afirma el politólogo Masayuki Fu kuoka, para quien "Japón debe mirar hacia afuera, y Takeshita mira hacia adentro. Bajo su gobierno, sólo puedo ver empeorar las relaciones con los Estados Unidos. Se trata de un desfase con los tiempos que corren".
Sin embargo, sus partidarios afirman que con su estilo reposado, calculador y convincente, podrá lograr lo que Nakasone nunca pudo, y citan como ejemplo una ocasión en que éste trato de poner en vigencia un impuesto a las ventas sin haber consultado con su partido, sólo para encontrarse con una rebelión entre su propia gente. La solución al impasse la dio el propio Takeshita, quien se reunió con los caciques locales, les habló de armonía, lealtad, y por supuesto de política y proyectos gubernamentales. Oyó sus quejas y solicitudes, tiró y aflojó hasta que el proyecto finalmente salió adelante.
Pero no sólo es su supuesta debilidad la mayor crítica que recibe Takeshita. Disputándose el primer lugar está la de que le falta talla para dirigir las relaciones internacionales del Japón, proveniendo, como proviene, del segundo plano de la política del país. Se basa en que su incapacidad de hablar inglés --Nakasone llamaba a Reagan "Ronald"-- y la total ausencia de amigos extranjeros, hacen pensar que se trata de un líder regional montado en un potro demasiado grande. Crítica que se antoja superficial para alguien que precisamente ha logrado emerger del intrincado mundo político del Japón.--