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PALESTINA

Tan sólo palabras

Nada indica que el cambio de gobierno palestino y la nueva coalición israelí sean capaces de cambiar a fondo la situación de los dos pueblos.

16 de enero de 2005

Cuando solo habían pasado unos días desde que Mahmoud Abbas, el nuevo presidente palestino, asumió su cargo se produjo un nuevo ataque terrorista contra Israel. En este, perpetrado el 13 de enero por la noche en el cruce de Karni -por donde salen e ingresan los productos agrícolas de la Franja de Gaza-, perdieron la vida seis israelíes y tres militantes palestinos. Minutos después Israel decidió cerrar el paso entre Israel y la Franja Gaza. Luego de conocido el incidente, el grupo Hamas dijo ser responsable junto con el Comité de Resistencia Popular y las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa. No es de extrañarse de que muchos palestinos e israelíes piensen que a pesar de haber un nuevo presidente palestino, la situación no ha cambiado. Yuval Cohen, un israelí que administra un supermercado de Jerusalén, mientras miraba la foto de una de las víctimas del ataque publicada en el periódico Yedioth Ahronoth afirmó que "a los palestinos no se les puede creer". Ali Saleh, estudiante palestino de la Universidad Al Quds, es pesimista: "Aquí no ha cambiado nada mientras Israel siga con su política de ocupación". Un par de días atrás el panorama parecía más amable. El primer ministro israelí Ariel Sharon y el ministro de Relaciones Exteriores Silvan Shalom mostraban su satisfacción por la elección de Mahmoud Abbas, por su pacifismo y sus condenas a los atentados de Hamas. Pero las últimas noticias indican que Hamas sigue empeñado en combatir la ocupación. Por otra parte, para los columnistas de opinión de diarios israelíes como el Jerusalem Post o Haaretz, el discurso de Mahmoud Abbas es ambiguo y hasta contradictorio. Durante su campaña, elpalestino habló de su interés de negociar con Israel. Pero también se refirió a él como enemigo sionista y dijo que no combatirá a los palestinos que sigan luchando contra la ocupación. Según analistas y expertos, las principales tensiones en 2005 surgirán por los conflictos internos de Israel y Palestina, no por las negociaciones entre ambos. Desde el 10 de enero, el gobierno israelí quedó integrado por una coalición de fuerzas opuestas: el partido oficial Likud, de orientación conservadora, y el Partido Laborista, de tendencia izquierdista. Se trata de una nueva coalición que, en teoría, le permitiría a Sharon implementar su plan unilateral de retirada de los territorios ocupados en Gaza y en Cisjordania. Por su parte, además de lograr que las distintas organizaciones detengan su violencia contra los civiles israelíes, Mahmoud Abbas tiene un reto enorme: construir un nuevo país. Y es que Abbas fue elegido como primer mandatario de una nación que es distinta a todas. Palestina es un territorio de 6.000 kilómetros cuadrados -aproximadamente una décima parte del departamento de Antioquia- en los que viven alrededor de cuatro millones de palestinos. Palestina afronta una difícil situación. Desde septiembre de 2000, época en que comenzó la Intifada o levantamiento contra Israel, todos los sectores -excepto la agricultura y el sector público- han detenido su crecimiento. Según la organización Passia, los ingresos a su economía han disminuido en dos terceras partes entre 1999 y 2002. Asimismo, las pérdidas anuales se calculan alrededor de los 530 millones de dólares. Antes de la Intifada, unos 130.000 palestinos tenían puestos de trabajo israelíes. A partir de la Intifada, muchos perdieron sus trabajos. Solo en 2002 se calcula que 250.000 extranjeros fueron empleados en Israel en lugar de los palestinos. Pero aunque muchos le atribuyen su desgracia a Israel, el liderazgo palestino no ha contribuido a mejorar las condiciones de su gente. Según Passia, desde 1995 alrededor de 900 millones de dólares que hacen parte del presupuesto de la Autoridad Palestina han desaparecido sin una explicación clara. Desde entonces el Ministerio de Finanzas transfirió esta cantidad a un 'destino desconocido'. En 2003, el presupuesto de Yasser Arafat fue calculado en 74 millones de dólares, de los cuales 34 millones se reportaron como transferencias a organizaciones o individuos desconocidos. Para Israel la situación también es compleja. Después de la Intifada palestina su economía ha sido golpeada y sectores como el turismo han sufrido una de sus peores crisis. Y como si esto fuera poco, desde la Intifada más de mil israelíes han perdido la vida a raíz de los ataques terroristas. A pesar de las críticas de la comunidad internacional y de los mismos palestinos, Israel sigue con la construcción de la polémica barrera que separa las tierras palestinas de los israelíes y continúa implementando otras medidas de seguridad. Para la Agencia de Seguridad Israelí, gracias a estas medidas, el número de heridos israelíes por ataques terroristas descendió en un 41 por ciento con relación a 2003. Lo mismo ocurrió al mirar las cifras de personas que perdieron la vida por ataques terroristas. Mientras que en 2003, 214 personas perdieron la vida, en 2004 la cifra descendió a 117. A pesar del descenso en el número de muertos y de ataques terroristas, la situación no es tranquila en Israel. Se sigue sintiendo una gran tensión en el ambiente. Por estos días decenas de colonos que viven en algunos de los asentamientos Gaza pasan sus días y sus noches afuera del Parlamento israelí. Con antorchas, carteles y consignas le piden a Sharon detener el plan de salida de Gaza. Con base en este, ellos y alrededor de 7.500 israelíes que viven en los asentamientos tendrán que cambiar su casa en Gaza por una israelí. En su mayoría se rehúsan a salir de esta tierra por razones religiosas pues según ellos, Gaza hace parte de la tierra que Dios le prometió a su pueblo. Deborah Weizman se encuentra a la salida del Parlamento israelí. Junto con sus tres pequeños hijos dice que ella no saldrá de su casa en Gush Katif, uno de los asentamientos que será desmantelado. Y es clara: "El ejército tendrá que sacarnos por la fuerza pero no daremos un solo paso atrás". Simon Epstein, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, dice que de seguir las cosas como van, en Israel se presenciarán escenas dramáticas. Pero no todos los israelíes piensan como los colonos. En una encuesta publicada esta semana por Haaretz, el 59 por ciento de los israelíes apoya el plan, aunque no tienen total confianza en que este sea desarrollado hasta sus últimas consecuencias. Daniel Ofir, líder de Peace Now, una de las organizaciones pacifistas más importantes de Israel, trabaja con intensidad en estos días para movilizar la población israelí en favor del plan de retirada. Sintetizó su pensamiento a SEMANA: "Cuando los palestinos se despiertan por la mañana y ven que no tienen nada, que no hay futuro o recuerdan al pariente que tienen en la cárcel, no esperan nada, se matan. Sólo cuando cambie esta situación será posible pensar en el fin de la violencia".