Home

Mundo

Artículo

Los conductores la emprendieron a patadas contra los vehículos afiliados a Uber. Los usuarios, en cambio, alaban el servicio.

TRÁNSITO

La ‘Uberguerra’

Uber, el sistema de transporte urbano en carros especiales, hizo reaccionar a los taxistas, que bloquearon varias ciudades de Europa. Reclaman que se les acabó el negocio, tal como sucede en Colombia.

15 de junio de 2014

La guerra del asfalto. Así describen varios ciudadanos el paro que dejó en jaque las calles del centro de Madrid durante 24 horas, cuando decenas de taxistas apagaron sus carros y salieron a protestar. A cientos de kilómetros, los emblemáticos black cabs de Londres también trancaron las principales avenidas. Como si se hubieran puesto cita, ese mismo miércoles se registraron manifestaciones parecidas en París, Barcelona, Berlín, Milán y Roma. A pesar de las distancias, el clamor de los taxistas europeos era el mismo: “¡No más intrusos! ¡No más Uber!”

Con el reciente auge de la aplicación dedicada a prestar un servicio de carros particulares sin licencia, el gremio de taxistas se siente desbancado. “Queremos que paguen la misma cantidad de impuestos, pues mientras nosotros pagamos un 48 por ciento, a ellos se les impone solo un 28 por ciento” le contó a SEMANA Kadder, un taxista que protestó en París. La mayor preocupación es que con el paso del tiempo el negocio de los taxis se vuelva obsoleto, pues gracias a este tipo de aplicaciones, los usuarios ya no tienen necesidad de salir a la calle o llamar por teléfono, cuando el servicio está al alcance de un clic.

Uber, valorada en 18.200 millones de dólares en Wall Street, empezó a funcionar hace cuatro años en Estados Unidos como una alternativa para desplazarse por las grandes ciudades rápida y económicamente. Su creador, Travis Kalanick, fue elegido como uno de los 100 personajes más influyentes según la revista Time. La empresa, controlada por Google, opera en más de 35 países y su valor casi duplica el que generan los taxis en Estados Unidos. “La ventaja es que el usuario tiene un carro que a pesar de los trancones, llega a tiempo y lo lleva hasta donde uno necesite” le dijo a esta revista una usuaria de Uber que vive en Barcelona. 

La compañía aseguró que su plan no es quitar el negocio, pero el gremio de los taxistas no opina lo mismo. Para ellos, Uber es un intruso. “Estamos ante una competencia desleal que además se lleva las ganancias de la ciudad” señaló uno de los manifestantes. El gran problema es que como no existe una legislación actualizada que regule a los taxistas de Uber, no les exige controles, seguros ni licencias y esto se traduce en una desventaja para los gremios locales. Sin embargo, la Comisión Europea defendió esta nueva forma de transporte y señaló que las protestas no son el camino. “Una huelga no va a funcionar: en lugar de herramientas de derribo lo que necesitamos es un diálogo real, donde hablemos de los trastornos causados por la tecnología.” 

En respuesta a los paros, la polémica empresa aprovechó para lanzar una ofensiva comercial. En Barcelona, donde siguen las manifestaciones, la compañía esta ofreciendo viajes con un 50 por ciento de descuento si son compartidos. Además, señalaron que “no somos enemigos de los taxistas. Ponemos en contacto a usuarios que buscan fórmulas de consumo colaborativo y una manera más económica de desplazarse.”Aunque en Europa existen varias opciones como el metro, el bus y hasta la bicicleta, los taxis nunca han sido un medio de transporte codiciado, entre otras razones porque es bastante costoso. “En Francia tomar taxis es carísimo. Eso también permite que este tipo de empresas ganen ventaja. Hay precios más atractivos y un mejor servicio” señaló Sergio Peñaranda, corresponsal de SEMANA en París. 

Más allá de las protestas, el hecho es que este tipo de aplicaciones llegó para quedarse. El reto está en adaptarse sin que esto perjudique los intereses del politizado gremio de los taxistas. Al parecer, a Uber no hay quien le ponga freno de mano, pero por lo menos en Europa sí esperan bajarle su velocidad.