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Un grupo de refugiados sirios entra a Turquía por el paso fronterizo de Sanliurfa, al suroriente del país. | Foto: AFP

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El estigma de ser refugiado después de los ataques en París

Las crecientes amenazas de Estado Islámico han producido unas víctimas inesperadas: los miles de seres humanos que huyen de ellos y quieren llegar a Europa.

21 de noviembre de 2015

“Al menos un migrante entre los terroristas: detengamos la entrada de migrantes”, trinó el lunes Marine Le Pen, la líder del partido francés de extrema derecha, Frente Nacional. Se refería a la información según la cual un pasaporte sirio apareció en el lugar donde uno de los tres terroristas suicidas hizo estallar su cinturón explosivo en los alrededores del estadio de Francia, donde se encontraba el presidente François Hollande.

Y aunque Le Pen pidió detener la acogida de refugiados y se atrevió a decir que quiere “erradicar la inmigración bacteriana” no fue la única que se manifestó. El ministro de Finanzas alemán, Markus Soeder, le dijo a un periódico de su país que “los días de la inmigración sin control y de la entrada ilegal no pueden continuar”. A su vez, el ministro polaco de Asuntos Europeos, Konrad Szymanski, se refirió a la cuestión recordando que su país no está de acuerdo con el reparto de los refugiados según el sistema de cuotas establecido por la Comisión Europea. Hasta en los noticieros se vieron testimonios ciudadanos en la misma línea. Una mujer inglesa afirmó: “Sé que solo uno de los implicados en los atentados pasó como refugiado, pero uno no sabe cuántos más pueda haber”. Inclusive, una marcha del movimiento alemán de extrema derecha Pegida reunió el lunes 10.000 manifestantes en Dresde.

En una muestra de la dimensión del shock que dejaron los hechos de París, el debate cruzó el Atlántico y el miedo llegó a Estados Unidos. Al menos 26 gobernadores de los 50 estados desafiaron al presidente Barack Obama al negarse a acoger refugiados sirios. Los gobernadores de Michigan y Alabama comenzaron la tendencia y el último dijo en su Twitter: “No pondré a mi estado en el más mínimo riesgo de un ataque”. El jueves, el presidente de la Cámara de Representantes Paul Ryan, pidió detener la entrada de refugiados para “impedir la infiltración de EI”. Así mismo, los aspirantes a la Presidencia se manifestaron, como por ejemplo el candidato republicano Donald Trump que dijo durante una entrevista que todas las mezquitas del país debían cerrarse porque desde allí “se predica el odio”.

Los países miembros de la Unión Europea acordaron este viernes reforzar de manera “inmediata” los controles fronterizos exteriores de la zona de libre circulación Schengen. Los ministros de Interior y Justicia respaldaron el pedido de Francia de revisar el código Schengen para permitir que estos controles sean permanentes y “sistemáticos”. A partir de ahora en las fronteras no solo se verificará la identidad de las personas que entran al continente, sino también sus datos serán consultados en una base común. Pero también la extrema prevención ronda por las calles de las principales ciudades, pues en todos los países de la Unión patrullan soldados y policías altamente armados, hacen requisas y vigilan donde se pueda presentar un posible nuevo atentado.

Asilo y terrorismo

Con el paso de los días, se supo que el documento que apareció en el estadio de Francia, correspondiente a un tal Ahmed Almohamed, era falsificado. Su dueño habría llegado en octubre a la isla griega de Leros, en el mar Egeo. Una ruta por la que, según Naciones Unidas, ha entrado este año al país más de medio millón de personas. Allí, Almohamed se habría registrado con su documento ilegal como refugiado para viajar después a Atenas, según pudo comprobar el diario local Protothema. Y desde allí habría continuado hacia el norte del continente pasando por Macedonia, Serbia, Croacia y Austria hasta llegar a Francia.

Por un lado, es posible que ese yihadista haya seguido la ruta de los refugiados, pues Estado Islámico se ha jactado de haber introducido cientos de militantes a Europa haciéndolos pasar por migrantes. Sin embargo, el caso tiene detalles que es necesario examinar. Para comenzar, no resulta lógico que un kamikaze decida llevar a un atentado sus documentos de identidad. Al respecto, Charlie Winter, un especialista en islamismo extremista, se pregunta en su cuenta de Twitter “¿Por qué un yihadista que ha rechazado explícitamente todas las nociones modernas de ciudadanía lleva su pasaporte a una misión suicida?”. Su respuesta es muy sencilla: “Para que alguien lo encuentre”.

Al respecto hay que tener presente que EI rechaza a los migrantes, que constituyen una pésima propaganda para el califato que están forjando. Cuando los refugiados fueron recibidos con los brazos abiertos en Alemania, a los yihadistas la noticia les cayó como un balde de agua fría, según afirma en su Twitter Iyad El-Baghdadi, bloguero y activista palestino. En ese sentido, difundir la idea de que un migrante ocasionó los atentados favorecería su objetivo de ponerlos en el ojo del huracán. La sospecha de que los refugiados pueden estar implicados en los atentados agrava una fractura que ha hecho crecer el caudal electoral de grupos de extrema derecha como el de Marine Le Pen en Francia o incluso a antipolíticos en Estados Unidos como Donald Trump y Ben Carson. Este último dijo el jueves que los refugiados eran “perros rabiosos”.

Pero como dijo la portavoz de Acnur, Melissa Fleming, durante una rueda de prensa en Ginebra, “El asilo y el terrorismo son incompatibles. (…) Un mundo que acoge a los sirios puede ayudar a luchar contra el extremismo, mientras que un mundo que los rechaza no hace más que alimentar su propaganda”, agregó. De acuerdo con Fleming, la decisión de algunos Estados de retractarse de sus compromisos respecto a los refugiados forma parte de un “lenguaje que demoniza” a estas personas. “Contribuirá a la xenofobia y al miedo. Los refugiados no deben ser señalados como chivos expiatorios y no pueden convertirse en las víctimas indirectas”, dijo.

Con respecto a lo anterior se pueden concluir dos cosas. La primera es que Europa tiene que ocuparse de la recepción de los migrantes en sus fronteras, y no dejarles todo el peso a los países mediterráneos. La crisis social y económica de Grecia es de tal magnitud, que es sorprendente que el país helénico haya soportado con entereza el drama migratorio este verano. La segunda, trata sobre quién es el enemigo de la guerra en la que está envuelta Francia. Pues lo cierto es que a Estado Islámico le favorece que se extienda la idea de que los refugiados fueron los autores del terror.

Y por estas razones los principales damnificados son los refugiados, principalmente los sirios. Justamente, son víctimas de un conflicto que ya ha dejado medio millón de muertos en su país, 3 millones de refugiados en otros países, 7 millones de desplazados internos y una nación en ruinas. Los atentados en París no se comparan a los horrores que han tenido que vivir estos seres humanos que no buscan una mejor vida en Europa, sino huir de una barbarie que les truncó sus sueños y los envió a un viaje sin regreso, cuyo destino aún desconocen.