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Terroristas aficionados

El desenlace del secuestro de la Corte Suprema sienta precedente para la naciente delincuencia costarricense.

31 de mayo de 1993

TODO PARECE INDICAR que los delincuentes de Costa Rica están haciendo su agosto. Considerado siempre como un oasis de paz y tranquilidad en América Latina, parece ser que, ante la debilidad de la seguridad y la posibilidad del dinero fácil, la delincuencia está despertando en ese país.
Después de que en septiembre pasado el Ministro de Seguridad fuere tenido por un ex oficial del Ejército hondureño, y de que en el mes de marzo un grupo se tomó la Embajada de Nicaragua y secuestró a todos sus funcionarios, la semana pasada Costa Rica volvió a ser noticia por un hecho similar. Cinco hombres fuertemente armados se tomaron la sede de la Corte Suprema de Justicia y retuvieron a cinco empleados y a los 20 magistradosque se encontraban en sesión de la Corte plena. El grupo, autodenominado Comando de la Muerte, exigió inicialmente 20 millones de dólares, la salida hacía algún país suramericano y la liberación de varios colombianos detenidos por narcotráfico.
Como era de esperarse, a los pocos minutos de conocerse la noticia, ya todas las sospechas apuntaban hacia Colombia. Los testimonios de algunos de los rehenes, entre otros la recepcionista que hizo afirmaciones en el sentido de que se le había exigido tener una línea abierta con Barranquilla, apuntaban hacia un operativo de los carteles colombianos. Paradójicamente, al mismo tiempo que se especulaba sobre la participación de estas organizaciones,un comando de expertos antiterroristas partió de Bogotá hacia San José para asesorar a las autoridades costarricenses.
Pero la confusión no duró mucho. Horas después de la toma, las autoridades de San José lograron establecer que todos los secuestradores eran costarricenses, y que dos de ellos eran ex oficiales del Organismo de Investigaciones Criminales. Los dos hicieron uso de su calidad de miembros de un organismo de seguridad para obtenerlas armas y el vehiculo oficial que emplearon para infiltrarse en las instalaciones de la Corte Suprema, donde permanecieron atrincherados durante cuatro días de exigencias y prórrogas.
De ahí en adelante, la inexperiencia y la improvisación de los delincuentes se hicieron evidentes. Las amenazas de volar la edificación si no se les entregaban los 20 millones de dólares exigidos resultaron poco convincentes a ojos de los expertos. Ante la negativa del presidente Rafael Angel Calderón de ceder ante la extorsión, no sólo los secuestradores ampliaron el plazo sino que, además, fijaron el rescate en ocho millones de dólares, menos de la mitad de la suma inicial. Inmediatamente las familias de los magistrados se apresuraron a reunir dinero. Cerraron elasunto con 150 mil dólares, y obtuvieron las excusas de los secuestradores,quienes, aparentemente, necesitaban el dinero para que uno de ellos se sometiera a una operación quirúrgica.
Mientras los rehenes eran liberados, los cinco secuestradores eran escoltados hacia el aeropuerto, donde una avioneta los llevaría a Guatemala. Ya desarmados y a punto de partir, los delincuentes fueron fácilmente capturados por agentes de seguridad. Tras dos tiros al aire, las autoridades pusieron fin a la última pesadilla de Costa Rica y sentaron un importante precedente para aquellos delincuentes principiantes que se sientan tentados de seguir los pasos de los inexpertos secuestradores de la Corte.