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El líder laborista Jeremy Corbyn sorprendió a propios y extraños con un resultado que revivió a la izquierda británica. Teresa May puso su mejor cara ante el revés por los resultados de unas elecciones que creyó que podría ganar sin dificultad.

REINO UNIDO

Theresa May pasó del cielo al infierno

Al llamar a elecciones generales, la primera ministra Theresa May esperaba fortalecer su mandato de cara al ‘brexit’. Pero los resultados favorecieron a la oposición, su partido perdió asientos en el Parlamento y muchos piden su renuncia.

10 de junio de 2017

Con los sorpresivos resultados de los comicios generales en Reino Unido, la primera ministra, Theresa May, pasó del cielo al infierno. Confiada por los 20 puntos de ventaja que le daban las encuestas sobre su contrincante laborista, Jeremy Corbyn, la mandataria llamó a unas elecciones generales que, esperaba, ratificarían su mandato de cara a las negociaciones de la salida de su país de la Unión Europea (UE). Por eso se suponía que el 19 de junio (cuando está previsto el inicio de las negociaciones) iba a ser una fecha triunfal para la mandataria, quien entraría pisando fuerte a la batalla contra Bruselas. Pero el tiro le salió por la culata. Por primera vez desde 2010, la distribución de los escaños arrojó un ‘Parlamento colgado’, es decir, en el que ningún partido político obtuvo una mayoría absoluta. Por lo tanto, el “liderazgo fuerte y estable” al que May le apostó como lema de campaña suena hoy más a una cruel ironía.

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Los tories, como se conoce a los conservadores, tenían que obtener al menos 326 escaños para gobernar. Sin embargo, el partido de May solo consiguió 318 (12 menos de los que había ganado en las elecciones anteriores), mientras sus rivales laboristas, renovados bajo el liderazgo de Corbyn, se llevaron 31 curules más que en 2015. Por demás, los demócratas liberales (que habían formado gobierno con David Cameron, el predecesor de May) obtuvieron 3 escaños, pero al ser los únicos que quieren revertir el brexit se negaron de plano a apoyar a sus antiguos aliados. Ante esa situación, May tuvo que recurrir a una alianza estratégica con los 10 parlamentarios del Partido Democrático Unionista de Irlanda del Norte, que, ante la supuesta simpatía de Corbyn hacia el IRA, afirmaron que harán lo que sea para alejarlo de Downing Street. Sin embargo, tanto ellos como los tories reiteraron que no formarán una coalición formal, sino que May gobernará con base en “la especial relación entre nuestros dos partidos”. Una estrategia que huele a desesperación.

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Con ello, ante la incertidumbre de un Parlamento sin una mayoría consolidada y un gobierno a medio hacer, los mercados entraron en pánico, la libra esterlina se desplomó y May quedó en el ojo del huracán. Y no es para menos. Los resultados de los comicios son una derrota monumental para la mandataria y para su partido. En efecto, incluso los tories admitieron que la campaña dejó mucho que desear y que será difícil salir del embrollo en el que los deja la elección, por lo que muchas voces en Westminster ya piden la cabeza de la primera ministra. Además, no se descarta que su mandato colapse y los laboristas formen un gobierno minoritario. Como le dijo a SEMANA el profesor de leyes y gobierno de la Universidad de Durham Thom Brooks, “Los laboristas podrían formar una coalición con el Partido Nacional Escocés, los demócratas liberales e incluso Plaid Cymru (el partido nacionalista de Gales), posiblemente en ese orden de preferencia”.

Para rematar, las consecuencias de la inestabilidad no se reducen a los asuntos internos. Con las manos atadas por los demás partidos, los conservadores tendrán muchas dificultades para cumplir con el plazo de dos años que May tiene para concretar el brexit. Esto, no solo, porque es probable que se produzca un cambio de liderazgo, sino porque incluso si ella logra mantenerse, los conservadores tendrán que hacer malabares para aprobar las leyes necesarias para concretar la salida de la UE. De hecho, los tories tendrán que enfrentar una oposición renovada en el Parlamento que tendrá más poder y legitimidad para bloquear sus iniciativas, empezando por la salida del mercado común europeo, a la que se oponen los laboristas, los nacionalistas escoceses y los demócratas liberales.

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Así, en medio del declive de May, la legitimidad de la capitana del equipo Reino Unido pende de un hilo, y el partido del brexit pinta color de hormiga. Falta ver si los británicos logran recuperarse de esta nueva lesión.