TODOS TUYOS

EN LOS 10 AÑOS TRANSCUrridos desde la última visita papal a Brasil, el panorama se ha ensombrecido. Brasil no sólo es el país con mayor penetración de cultos evangélicos, muchos de ellos patrocinados por sectas norteamericanas; también es el país donde la Teología de la Liberación, con su carga de marxismo, alcanzó su máxima expresión. Y es el lugar donde la situación económica amenaza con hundir a una población de más de 145 millones en la miseria.
Los índices se han agravado. Si en junio de 1980 la inflación era del seis por ciento mensual, ahora llega al 20 por ciento. Y las diferencias sociales se agudizaron, pues si en 1980 la mitad más pobre de la población participó tan sólo del 3.5 por ciento del ingreso nacional, hoy participa aun menos, en el 2.5 por ciento. Para empeorar las cosas, múltiples escándalos por corrupción y una delincuencia rampante configuran una crisis moral sin precedentes. Todo eso quiere decir que Brasil es más pobre, es menos católico (perdió tres puntos porcentuales en el decenio) y enfrenta una crisis social mucho más acentuada. Con esos antecedentes, era de esperar que el Papa