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Tokio anuncia que no pagará a los terroristas

Se agota el tiempo dado por los yihadistas que en caso de no recibir 200 millones de dólares asesinarían a los dos ciudadanos nipones.

20 de enero de 2015

El tiempo corre de manera inexorable. La noticia de los dos rehenes nipones que el grupo yihadista Estado islámico (EI) amenazó con ejecutar reaviva otros casos en los que Japón ha tenido que lidiar con el secuestro de sus ciudadanos por terroristas islámicos. En este caso, sin embargo, hay pesimismo entre los observadores internacionales pues Tokio anunció que no cederá ante el chantaje de los terroristas que en ocasiones previas no han vacilado en usar sus dagas de manera mortal.

Los casos más sonados se remontan a 2004 cuando Japón decidió desplegar sus fuerzas armadas en Irak, un hecho inaudito para un país cuya Constitución pacifista prohíbe la participación en conflictos internacionales.

En abril de ese año, un grupo autodenominado "Las Brigadas de los Muyahidín" emitió un vídeo en el que amenazaba con quemar vivos a tres civiles nipones si Japón no retiraba sus tropas en 72 horas de la localidad de Samawa.

Se trataba del periodista freelance Soichiro Koiriyama, de 32 años; la cooperante de una asociación humanitaria Nahoko Takato, de 34; y el miembro de una ONG, Noriaki Imai, de 18 años.

Los tres fueron apresados por el grupo radical iraquí cuando viajaban en taxi hacia Bagdad, procedentes de Ammán.

El entonces primer ministro nipón, Junichiro Koizumi, desafió a los secuestradores y aseguró que no iba a ceder al chantaje por lo que no repatriaría las tropas de Irak.

Tras dos semanas de cautiverio, los rehenes fueron liberados y aunque el Gobierno aseguró que nunca negoció con los secuestradores y no se pagó ningún rescate muchos ciudadanos en Japón pusieron en duda esta versión por la limpieza con la que se había producido la liberación.

Pero sin duda, el caso de este tipo que más ha conmocionado a la sociedad japonesa fue el secuestro y asesinato en octubre de 2004 del mochilero nipón Soshei Koda, de 24 años.

El joven fue ejecutado dos días después de que se cumpliera el plazo dado por una organización dirigida por el radical jordano Abu Musab al Zarkaui para que Japón retirara al medio millar de soldados desplegados en Irak.

El cadáver de Koda, que viajó ese país desde Jordania desoyendo las recomendaciones de las autoridades, apareció descabezado, maniatado y envuelto en una bandera estadounidense.

La intransigencia del primer ministro Koizumi, que se negó a retirar las tropas dio lugar a fuertes críticas de la sociedad japonesa y de algunos de algunos sectores de la oposición.

El actual primer ministro japonés, Shinzo Abe, se enfrenta de nuevo al mismo conflicto después de que el grupo EI reclamara 200 millones de dólares a Japón a cambio de liberar a dos rehenes nipones.

La cantidad equivale a la ayuda no militar que el pasado fin de semana Abe prometió a los países de Oriente Medio que combaten al EI, para que puedan mantener esta lucha.

En sus primas declaraciones, el primer ministro nipón ha asegurado en una rueda de prensa en Jerusalén, donde se encuentra de visita, que Japón no va a ceder ante lo que calificó como un "acto intolerable de terrorismo" y demandó la liberación de los rehenes.

La imagen de los secuestrados, identificados como Haruna Yukawa y Kenji Goto Jogo, aparecen arrodillados y vestidos con el mono naranja que ya es frecuente en las cintas del EI, es conmovedora. Mientras que las amenazas las efectúa un combatiente, vestido de negro y con un cuchillo en la mano, las dos víctimas escuchan perplejos sus proclamas.