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ANÁLISIS

Trump a los 100 días: Rajado

Si bien las instituciones democráticas norteamericanas han aguantado los ataques del propio Trump y la economía ha seguido adelante, en otras áreas como la política exterior y la doméstica los bandazos no han permitido establecer a ciencia cierta su agenda real.

Francisco Miranda Hamburger*
28 de abril de 2017

Evaluar un gobierno por sus primeros 100 días no solo es una tradición arbitraria sino también poco útil para proyectar el rumbo futuro de una administración. Nacida en Estados Unidos y exportada al resto del mundo, esta medición es promovida por los medios de comunicación y aceptada por los políticos como un hito inicial al que hay que responder. Hasta Donald Trump, que desestimó en un trino este estándar como “ridículo”, declaró en una entrevista a AP que “hemos hecho mucho. Hay una lista de cosas”.

La Casa Blanca incluso montó un sitio web para informar sobre los logros del presidente Trump en sus primeros 100 días. Es tanta la obsesión del nuevo ocupante de la Oficina Oval que su jefe de prensa emitió un comunicado para demostrar que sus logros podrían considerarse “históricos” en comparación con una docena de sus antecesores. El problema es que, al mejor estilo de la administración Trump, la declaración estaba llena de inexactitudes que fueron corregidas por varios historiadores.

La medición de los 100 días surgió en 1933 cuando Estados Unidos atravesaba por la Gran Depresión. Fue el periodo frenético en el que el presidente demócrata Franklin Delano Roosevelt firmó 15 leyes transformadoras que sentaron las bases para que la economía se recuperara y la sociedad soportara la crítica situación. La inspiración de la medida se remonta a Napoleón: en ese mismo número de días Bonaparte regresó de su exilio de la Isla de Elba, retomó París y rearmó su ejército. A partir de entonces todos los mandatarios norteamericanos empezaron a ser evaluados con ese altísimo estándar y solo un puñado de ellos ha estado a la altura de los históricos logros de Roosevelt.

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Trump cumple los 100 primeros días de gobierno el próximo 29 de abril. Desde su inesperada victoria en noviembre pasado, su inexperiencia como gobernante, sus polémicas posturas racistas y sexistas, y sus promesas populistas llenaron de temor e incertidumbre a amplios sectores no solo de Estados Unidos sino también del resto del mundo. Si bien las instituciones democráticas norteamericanas han aguantado los ataques del propio Trump y la economía ha seguido adelante, en otras áreas como la política exterior y la doméstica los bandazos no han permitido establecer a ciencia cierta su agenda real.

Estas son cinco conclusiones que ha dejado estos 100 días de la administración Trump que sustentan su evaluación final:

1. Donald no tuvo luna de miel

Un aspecto clave de los primeros 100 días de cualquier gobierno es la “luna de miel” con el mundo político y el electorado. Aún después de elecciones traumáticas los norteamericanos les han dado un compás de espera a sus recién entrados mandatarios para que aprendan el oficio y organicen su agenda. Por ejemplo, George W. Bush, electo por solo 537 votos y en medio de un escándalo, gozaba para abril de 2001 con 61 por ciento de imagen positiva según Gallup.

Donald Trump llega a este punto de su administración con un 41 por ciento de favorabilidad entre los estadounidenses. Es el más bajo índice registrado por la encuestadora Gallup desde los 100 días del presidente Dwight Eisenhower en 1953. El rechazo a la exestrella de ‘reality show’ es 14 puntos más bajo que el que le sigue: Bill Clinton con 55 por ciento.

La otra cara de este indicador está en los índices de aprobación de Trump dentro de los miembros de su partido. Dentro de los republicanos la aceptación presidencial sube al 86 por ciento mientras que, en los independientes, el mandatario registra un 36 por ciento de apoyo. Quienes lo rechazan abiertamente son los demócratas con solo un 9 por ciento. En otras palabras, si bien Trump es el mandatario más odiado en 64 años de medición, su base electoral conservadora respalda masivamente su gestión.

2. Republicanos fracturados

Durante la campaña y antes de tomar posesión del cargo, Donald Trump insistió en que sería un buen presidente por su experiencia como empresario y negociante de finca raíz. Sin embargo, si hay un área en que su gobierno ha fracasado ha sido en el escenario más idóneo para las negociaciones: el Congreso. A pesar de contar con el control de la Casa Blanca y de ambas cámaras legislativas, la administración Trump llega a los 100 días sin haber aprobado ni una sola legislación de trascendencia.

En su “Pacto con el Votante Estadounidense” que anunció el pasado 22 de octubre, pocas semanas antes del día de elecciones, el entonces candidato republicano se comprometía en sus primeros 100 días a aprobar 10 leyes que cubrían desde la reforma de impuestos hasta el plan de infraestructura pasando por una reforma de transparencia de la política. Trump ni siquiera logró hundir el Obamacare, uno de los pocos temas que unen a sus copartidarios, los republicanos. De hecho, las mayorías conservadoras en el Congreso no se pusieron de acuerdo sobre la nueva reforma de salud y le infligieron a Trump uno de los fracasos más sonados del arranque de su gobierno.

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Solo para efectos de comparación, en el mismo periodo de gobierno, Barack Obama logró aprobar el paquete de 787.000 millones de dólares de estímulo a la economía, Ronald Reagan sus recortes de impuestos y Bill Clinton, la ley de licencia familiar y materna. (Ver link)

3. ¿El nuevo Sheriff del pueblo?

Uno de los pocos momentos en los que el presidente Trump recibió un apoyo mayoritario de sus gobernados -incluyendo a sus opositores- fue la decisión de atacar una pista aérea siria con 59 misiles Tomahawk. La Casa Blanca actuó contra el régimen de Bashar Al Assad en represalia al uso de Damasco de armas químicas contra sus propios ciudadanos inocentes. Sin embargo, al ordenar ese ataque, el mandatario estaría reversando una de sus promesas de campaña: “Estados Unidos no será el Policía del mundo, amigos”.

Siria no sería el único reversazo de Trump en materia de política exterior. Gracias a ese ataque, las estrechas relaciones del presidente norteamericano con Vladimir Putin terminaron enfriándose un poco. Lo que no ha salvado a su gobierno de tener encima dos investigaciones congresionales y otra del FBI sobre nexos ilícitos de miembros de la campaña Trump con Moscú. A pesar de haber insultado a China y responsabilizarla de todos los males económicos de Estados Unidos, el hoy presidente Trump recibió a su contraparte china, Xi Jinping, en su club de Mar-A-Lago, y terminaron aliados en el manejo de Corea del Norte.

Pero este giro en la política exterior de Trump no es consistente con otras decisiones y no se puede leer como los fundamentos de una nueva doctrina menos aislacionista. Las promesas proteccionistas y antiinmigrantes siguen dentro de las prioridades de su agenda. En sus primeros días, retiró a Estados Unidos de la Alianza TransPacífico (TPP), una iniciativa comercial estratégica para su política hacia Asia. En la última semana entró en escaramuzas con Canadá por el comercio de madera mientras que el periódico New York Times reportó que la Casa Blanca estaría considerando retirarse del tratado de libre comercio Nafta.

Por otro lado, las prohibiciones a los viajeros de ciertos países musulmanes expedidas por Trump siguen detenidas por las cortes estadounidenses. Y, aunque el Congreso no ha destinado los recursos, Trump insiste en la construcción de un muro en la frontera con México.

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4. Muchas pugnas internas

La llegada de un presidente con total inexperiencia ejecutiva y sin mayor consistencia ideológica abrió el camino para las públicas y permanentes disputas internas que han caracterizado estos primeros 100 días. Alrededor del presidente Trump se constituyeron facciones que luchan por el poder de definir el rumbo de la administración: los nacionalistas radicales con Stephen Bannon; el Establecimiento del Partido Republicano con Rence Priebus, el jefe de gabinete; el núcleo militar en Seguridad Nacional con los secretarios Tillerson, Mattis y el consejero McMaster y el círculo familiar de su hija Ivanka y su esposo Jared Kushner, ambos con cargos en la Casa Blanca. A esto se suma, como lo reportó el diario The New York Times, una veintena de “asesores” externos, sin vinculación con el gobierno, que le hablan al oído al mandatario que van desde Rupert Murdoch, dueño de Fox, hasta Carl Icanh el inversionist,a pasando por Sean Hannity, la celebridad de la TV por cable. Para todas esas “corrientes” lo que está en juego no es poco: la definición del ADN del “trumpismo”.

A las tensiones en la Casa Blanca se añade la lentitud de la administración en nombrar importantes cargos de segundo y tercer nivel en las diferentes secretarías. En el sistema norteamericano no solo las cabezas del gabinete sino también embajadores, subsecretarios y directores de entes regulatorios son nominados por el Ejecutivo y confirmados por el Congreso. De acuerdo a la Alianza por el Servicio Público, una ONG que hace seguimiento de este tema, de los 556 cargos que debe presentar Trump al Legislativo, solo 23 han sido confirmados, otros 23 ya han sido nominados y están a la espera de confirmación y 470 ni siquiera cuentan con un aspirante.

Una reciente investigación del diario The Washington Post mostró que la demora en nominar importantes cargos como varios subsecretarios y otras cabezas de entidades se origina en que cada facción veta los nombres de los demás. Otra razón son los conflictos de intereses de muchos nominados, por sus orígenes empresariales. Sin estos nombramientos de quienes son los que definen los detalles de las políticas y su implementación, no sorprende que muchas de las 38 promesas de Trump para sus 100 días ni siquiera hayan empezado a discutirse, y mucho menos a radicarse en el Congreso.

5. Pocas promesas cumplidas

Lo mejor de hacer un balance de los primeros 100 días de Trump es que el propio mandatario se comprometió a 38 acciones durante ese periodo si llegaba a la Casa Blanca. Estas acciones incluían la radicación en el Congreso de 10 leyes, decisiones ejecutivas y la conformación de grupos de estudio y fuerzas de tarea para temas específicos. En materia de leyes aprobadas, Trump se raja ya que ni siquiera pudo hundir la reforma de salud de su antecesor, el Obamacare. Si bien ha firmado 28 leyes, sus alcances son menores.

De las 38 promesas Trump ha cumplido con alrededor de una decena. La mayoría del cumplimento se ha dado mediante el mecanismo de las Órdenes Ejecutivas que no pasan por el Congreso. Lo curioso es que el presidente actual había criticado duramente el uso de estas Órdenes por parte de su antecesor, Barack Obama. De hecho, una buena parte de las 32 Órdenes Ejecutivas firmadas por Trump se han dirigido a desmontar regulaciones y normas implementadas por Obama como, por ejemplo, medidas ambientales para el cambio climático. El sistemático esfuerzo de la Casa Blanca por borrar el legado de la pasada administración, en especial en materia de normativas para el sector privado, ha sido bien recibido por su base republicana.

El logro más trascendental de los primeros 100 días de Trump está incluido en su famoso “Contrato” de 38 promesas: confirmar un juez conservador en la Suprema Corte. Aunque los republicanos tuvieron que cambiar las reglas de juego del Senado para lograrlo, el nominado pro Trump, Neil Gorsuch, es hoy magistrado de la Corte. Dado el carácter vitalicio de ese nombramiento y el frágil balance del alto tribunal, es posible que Gorsuch ayude a inclinar el equilibrio ideológico de este cuerpo colegiado hacia la derecha.

100 días después de tomar posesión la incógnita del estilo y agenda de gobierno de Donald Trump se ha disipado un poco. Le ha apostado a cultivar su base conservadora que incluye atacar a los medios de comunicación de “falsas noticias” y tuitea más que el expresidente Álvaro Uribe. El temor de la impredecibilidad ha sido sustituido por el de unas políticas erráticas, en especial en política exterior. El racismo, el sexismo y el desprecio por las minorías siguen dentro de los mensajes de la administración Trump así como el desmonte de regulaciones y normas de la era Obama. La capacidad ejecutiva y el liderazgo del que hacía alarde en campaña han brillado por su ausencia en el gobierno. Hoy la mayoría de la agenda que prometió impulsar sigue sin llegar al Congreso. Donald Trump se raja en estos primeros 100 días.

*Politólogo y analista

Twitter: @pachomiranda