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TU TAMBIEN, GEORGIA?

Huelgas mineras y sucesión de Georgia: los problemas de Gorbachov no terminan.

13 de mayo de 1991

UN AÑO DESPUES DE QUE Lituania iniciara la corriente separatista, Georgia declaró su independencia de la URSS el pasado 9 de abril. El reciente referéndum había indicado que el 68 por ciento de los georgianos quería separarse de la Unión.

Georgia es en sí misma un problema de minorías étnicas: con sólo 68 por ciento de georgianos, el resto se encuentra dividido entre abkasos y osetas que proclaman su lealtad al Kremlin establecidos en sus propias regiones autónomas. A ello se le suma el problema de la minoría azerbaidjana, carente de estatus político dentro de Georgia.

La independencia de Georgia tiene problemas especiales. Mucho más arraigada que las repúblicas bálticas por su anexión a la URSS en 1922 y por ser una de las repúblicas que adhirieron al pacto de la Unión, Georgia se vería obligada a separarse según los procedimientos de la ley de secesión, adoptada en abril de 1990. Pero ésta implica un sinfín de complicaciones que podrían ensangrentar el camino hacia la independencia. Tal vez por eso el dirigente georgiano Zviad Gamsakourdia evitó las formalidades, confiando en que en el caos en que se encuentra la URSS, Gorbachov no pueda o no se atreva a reaccionar. A pesar de ello, el presidente anunció severas medidas para fortalecer el poder central.

Eso aumenta los temores de un guerra civil. Las huelgas que comenzaron los mineros bielorrusos se han extendido a todo el territorio, paralizando ciudades enteras y suscitando enormes manifestaciones. Los mineros de Minsk, al exigir la renuncia de Gorbachov y al negarse a un acuerdo laboral con el poder central, han hecho aun más evidente que las grandes revoluciones, como la perestroika, nunca benefician a sus creadores.