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La plaza de la Independencia, Maidan en ucraniano, se volvió el epicentro de la batalla. Este montaje muestra el antes y el después del emblemático lugar. | Foto: AFP

UCRANIA

El dínamo de Kiev

Esta semana Ucrania estuvo al borde de una guerra civil. Un acuerdo de última hora disipó la amenaza, pero las tensiones no han desaparecido.

22 de febrero de 2014

Francotiradores abatiendo civiles a plena luz del día. Milicias de extrema derecha enfrentando a la Policía con pistolas, cocteles molotov y bolillos. Edificios de Kiev desbordados de muertos y heridos. Cientos de uniformados capturados por la oposición. Ciudades de provincia que declaran su independencia del régimen. Si hasta ahora la situación en Ucrania era sumamente preocupante, esta semana el país europeo se acercó peligrosamente a una guerra civil.

La catástrofe empezó el martes, justo cuando había una tregua entre el gobierno de Víktor Yanukovich y la oposición. Desde temprano la Berkut, la Policía antidisturbios, entró a la plaza de Independencia (conocida como Maidan) para desbaratar un campamento instalado desde diciembre. Los manifestantes, armados de garrotes y piedras, resistieron durante horas. Era apenas el comienzo de un baño de sangre que ya se llevó al menos 75 vidas.

Al cierre de esta edición los opositores y el gobierno, en presencia de los ministros de relaciones exteriores de Polonia, Alemania y Francia, habían llegado a un acuerdo para convocar elecciones anticipadas, volver a la Constitución de 2004, que limitaba los poderes del presidente, y liberar a la política Yulia Timoshenko, uno de los símbolos de la rebelión. En Maidan se sintió un alivio, aunque algunos radicales, sobre todo del occidente del país,  prometían no abandonar la lucha. SEMANA explica el preocupante presente de Ucrania, donde se reabrieron las tensiones de la Guerra Fría.

Así empezó
En noviembre, Yanukovich decidió no firmar un acuerdo de asociación con la Unión Europea (UE) y provocó una oleada de marchas pacíficas. Los opositores rechazan esa actitud del presidente, adoptada por presiones del ruso Vladimir Putin. La represión estatal instigó la violencia y miles de personas ocuparon la céntrica plaza Maidan. Con los meses sus reivindicaciones cambiaron y ahora quieren tumbar el régimen y su corrupción.

Los manifestantes
La plaza Maidan se volvió la fortaleza de la oposición, donde se juntaron partidos políticos, ciudadanos y militantes ultranacionalistas. Estos hacen parte de la facción más organizada, que día a día se enfrenta a la Berkut. La logística incluye servicios médicos y legales, alimentación y grupos que fabrican cocteles molotov y ayudan a reconstruir las barricadas. Al degradarse la situación, los manifestantes se han radicalizado y hay varios grupos de extrema derecha en el frente de batalla.

¿Una nueva Guerra Fría?
En Ucrania, Occidente y Rusia apoyan bandos opuestos. Putin sueña con reconstruir el Imperio ruso. Ucrania es un país eslavo, la cuna de la civilización rusa y fue hasta 1991 parte de la URSS. Moscú aún tiene bases navales en Ucrania y Rusia es su principal socio comercial. Para el Kremlin, Ucrania está naturalmente en su esfera de influencia y dejar que se occidentalice sería perder un aliado histórico. Los rusos culpan de la crisis a la oposición y a militantes extremistas apoyados por Washington y la UE. A estos, por su parte,  les conviene consolidar su presencia en un territorio que durante casi todo el siglo XX fue dominado por el Kremlin. Mientras más débil esté Moscú, mejor. Por eso, para Ben Aris, editor de la página Business New Europe basada en Moscú, “es posible que estemos ante una segunda Guerra Fría y que Ucrania sea el nuevo campo de batalla”.

Las dos ucranias

Ucrania es una nación dividida. Mientras en el este se habla ruso y la población añora los años en que pertenecieron a la Unión Soviética, el oeste es de lengua ucraniana y se siente más europeo. Para ambos la crisis va a definir su destino. El estallido vivido esta semana llevó la situación a otro nivel. Ya los muertos se cuentan por decenas, el gobierno sacó los soldados a las calles y se vieron francotiradores disparándoles a los manifestantes. Al otro lado de la barricada también se vieron armas de fuego y en algunas provincias la multitud se tomó arsenales del Ejército. La ciudad de Lviv incluso tiene un gobierno autónomo. Después de tres meses de confrontación, ambos lados están más decididos que nunca. Como le dijo a SEMANA Nicolai Petro, experto en Ucrania de la Universidad de Rhode Island, “si la violencia y el desorden continúan, ninguno de los dos bandos querrá vivir con el otro”.

El gobernante
Víktor Yanukovich, de 63 años, llegó al poder en 2010. Antiguo burócrata comunista, viene de una familia rusa, habla ucraniano con acento y sus ministros son casi todos de regiones rusófonas. Lo acusan de liderar un sistema corrupto, que beneficia a los de su clan, entre ellos su hijo Oleksandr, que se volvió en pocos años uno de los más ricos de Ucrania.