Home

Mundo

Artículo

UN ANSCHLUSS SUDAFRICANO

Como la Alemania hitleriana, Africa del Sur anexa a sus vecinos

24 de febrero de 1986

Lesotho, un diminuto reino enclavado en el corazón de Sudáfrica, es tierra de paradojas.
No sólo cuenta su extraña disposición geográfica y su débil economía, que depende totalmente de lo que su poderoso vecino le deja comerciar, sino que ahora las fuerzas paramilitares (1.500 hombres armados que hacen las veces de Ejército), influenciados por Sudáfrica, han derrocado al primer ministro Leabua Jonathan, un viejo autócrata que debía su poder precisamente a los mismos sudafricanos, que le prestaban apoyo político desde 1970.
Ese año es recordado en Lesotho porque fue "el de las elecciones": las primeras desde que el reino se independizara de Inglaterra en 1966.
Cuando los comicios estaban siendo ganados por la oposición, el ministro Jonathan decide dar un golpe de Estado. El pobre rey Moshoeshoe II, descendiente directo de Moshoeshoe I, padre de la nación y gran amigo de la reina Victoria de Inglaterra, es arrestado y desterrado durante nueve meses. Desde aquella agitada fecha nunca más hubo elecciones.
El lunes 20 de enero, el general Justin Lenkhaya, hombre de pocas palabras, sacó de escena a Jonathan y llamó a la "reconciliación nacional" en un discurso que duró menos de un minuto. También restituyó los poderes Legislativo y Ejecutivo al rey Moshoeshoe II, quien vegetó todos estos años sin ejercer atribución alguna, aunque nunca dejó de ser considerado como el teórico jefe de Estado.
El gobierno sudafricano, verdadero poder tras el golpe militar, saludó el cambio y acusó al Mandatario depuesto de haber "sembrado la disensión en el cono surafricano". El pecado de Leabua Jonathan fue haber acogido en los últimos años a los refugiados sudafricanos que huían del apartheid. Pretoria venía acusando al Primer Ministro de Basutolandia (actualmente Lesotho) de apoyar al ilegal Congreso Nacional Africano (ANC), el mayor grupo guerrillero que lucha contra la dominación blanca en Sudáfrica. Según la prensa oficial de este último país, muchos refugiados acogidos en Lesotho salían de allí con destino a Tanzania, mediante un puente aéreo organizado por el Alto Comisionado para los Refugiados de la ONU, y una vez allí esas personas eran trasladadas a las escuelas del ANC en el centro de Tanzania.
Por supuesto, las incursiones sudafricanas sobre Lesotho, en persecución de refugiados antiapartheid, no escasean. En diciembre de 1982, por ejemplo, 42 personas fueron asesinadas por el Ejército de Pretoria, mientras que el 19 de diciembre pasado un comando enmascarado de hombres blancos, portando armas con silenciador, atacó una casa de refugiados. Esa vez los muertos fueron nueve, seis de los cuales eran miembros del ANC. Pretoria afirma que Lesotho sirvió de punto de salida y llegada a los autores de los atentados recientes en donde murieron algunas personas.
La presión sobre el gobierno derrocado comenzó a incrementarse aceleradamente después de los sucesos de Durban el 23 de diciembre del año pasado, cuando cinco blancos fueron muertos en un atentado realizado aparentemente por la ANC (esta organización se desasoció del hecho), mediante la colocación de una bomba en un supermercado.
Un poco antes, Sudáfrica había organizado un bloqueo económico a Lesotho--país sin recursos que cuenta para su subsistencia con la ayuda alimentaria que le presta el gobierno sueco--bajo la forma de controles fronterizos. Alegaba que esa medida buscaba impedir la entrada a Sudáfrica de guerrilleros antiapartheid. La verdad es que el bloqueo fue la respuesta de Sudáfrica a la resolución de condena del consejo de seguridad de Naciones Unidas por el asesinato de las nueve personas en Maseru, capital de Lesotho, acusación que el régimen de Pretoria negó sistemáticamente.
Como el racionamiento de bienes de primera necesidad no llevó al colapso al gobierno de Jonathan, los golpistas externos e internos optaron por la vía militar. La semana anterior al derrocamiento del Primer Ministro, se desató una balacera en inmediaciones de las oficinas de éste.
Cuatro personas resultaron muertas.
Jonathan aseguró entonces que sus tropas habían aplastado un intento de golpe de Estado teledirigido por Sudáfrica.
Cuando el segundo intento triunfó, se encontraba en Maserú una delegación cubana de siete miembros presidida por Isidoro Malmierca, ministro de Relaciones Exteriores (Lesotho en 1980 estableció relaciones con Cuba y otros países de la esfera soviética). La Habana, ante los rumores de que uno de sus enviados había sido muerto durante el cuartelazo, desmintió esa versión y precisó que la delegación sólo se encontraba bloqueada en un hotel a la espera de que el aeropuerto de Maserú sea reabierto.
Falta ver si el nuevo régimen de Lenkhaya--un soldado de carrera de 45 años quien se dice que es un ferviente anticomunista y devoto católico--logra marchar junto con el rey restaurado. Por lo pronto, Lenkhaya se esforzará por obtener que Sudáfrica levante el bloqueo económico sobre su diminuto país. --