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UN CASO DE "ARISTOMAFIA"

A la alta sociedad de Palermo le surgió un hijo miembro de la Cosa Nostra.

14 de enero de 1985

Un príncipe mafioso, un dirigente político suicida, un mafioso que "canta". Tres figuras distintas que representan el actual momento difícil e histórico que atraviesa Sicilia y la mafia siciliana. Y es que cuando se habla de Sicilia, se habla automáticamente de mafia y mafiosos, aun cuando se trata de la alta sociedad aristocrática de Palermo, la capital de la isla. Peleado en todas las fiestas mundanas como "huésped de honor", el príncipe Alessandro Vanni di Calvello, hijo tercero del príncipe Vincenzo di San Vincenzo, una de las familias más antiguas sicilianas, 45 años, en cuyos palacios ofreció nada menos que el almuerzo a la reina Isabel de Inglaterra durante su visita en 1980, ha sido acusado de ser "hombre de honor" de Cosa Nostra, el nivel más alto en la organización mafiosa. Un grado tan alto como el de Tomasso Buscetta, el capo que habló y que a raíz de sus declaraciones se están conociendo los secretos de la potente organización.
Después de la orden de captura que por asociación para delinquir de carácter mafioso le emitieron los jueces que investigan el caso, el príncipe está escondido. El noble aristócrata está huyendo, tuvo que faltar a la última invitación que le hicieran como huésped de honor: la recepción del conde Mazzarino en su palacio del siglo XVI, recién restaurado. A la fiesta, que se llevó a cabo 24 horas después de la orden de arresto participó en cambio su padre, el principe Vincenzo y su esposa, la hija del príncipe Gangi, propietaria del palacio del mismo nombre donde se filmó la famosa película El Gatopardo, de Visconti. En esa ocasión ningún invitado, entre herederos e hijos de dinastías del mundo de los negocios, preguntó por el ilustre ausente. "Me parece increíble, que una persona como Alessandro que sólo vivía para la caza y el campo, sea acusado de traficar con la mafia", es el refrán de la sociedad "distinguida" de Palermo. Y es que las órdenes de captura están basadas en hechos, aunque uno de los jueces, también de sangre azul, Giuseppe Ayala, amigo personal del príncipe se negara a firmarlas. "Es una cuestión de buen gusto, además de que la ley me lo consiente", dice.
Todo empezó a causa de las enormes propiedades inmobiliarias del príncipe. Como el palacio San Nicola L'Arena, cerca a Cefalú, un pueblo a 30 kilómetros de Palermo, construido sobre una roca enorme que da sobre el Mediterráneo. El príncipe lo cedió a un amigo y compañero de escuela, Francesco De Carlo, para que lo transformara en un night-pizzería, tipo veraniego. Allí pasaron vacaciones románticas Alain Delon y Romy Schneider, dio conciertos el famoso Ray Charles. Pero hace dos años, De Carlo fue acusado de ser el jefe de una "cosca" o "familia" mafiosa; la investigación en su contra le costó la vida a dos policías, sin embargo todos los acusados terminaron libres. Ahora, un "pentito", como los llaman aquí, uno que canta, Totuccio Contorno, amigo de Buscetta, ha acusado al príncipe Alessandro de estar conectado con "Cosa Nostra" y al castillo de San Nicola de ser la sede de reunión para decidir los tráficos internacionales de droga. La verdad es que el principito se adecuó a los nuevos tiempos. Su culpa -dicen sus amigos- es la de haber hecho buenos negocios. No como otros aristócratas decadentes que fueron perdiendo sus tierras a manos de capos mafiosos. Alessandro, en vez de perder tierras, ganaba y de tales dimensiones que en Italia, 3 veces más pequeña que Colombia, son exageradas. Y quería seguir comprando, probablemente gracias a los préstamos de los bancos controlados por la mafia. Se casó además con una mujer sin títulos nobiliarios pero con tanto dinero fresco, al contrario de su hermano Giuseppe que esperaba casarse con una de las Colonna, una ilustre familia romana que ha dado varios Papas, cardenales y generales, y que lo dejó metido llevándose hasta las joyas de familia. En fin, el príncipe se creía por encima de las leyes y terminó como tantos sicilianos expatriados. Lo que pueden hacer las malas compañías.
Y las malas compañías arruinaron también al ex secretario regional de la Democracia Cristiana. Rosario Nicoletti, se suicidó el pasado 24 de noviembre botándose de la ventana de su casa del octavo piso. Las sospechas y la marginación dentro de su propio partido, lo destruyeron psicológicamente. Ninguna acusación en su contra, ni investigaciones secretas. Tanto jueces como expertos lo excluyen como miembro de la mafia; sin embargo el clima que se respira en Palermo lo llevó a la trágica decisión. Y es que nadie en Palermo, entre los potentes, se siente seguro, nadie es invulnerable. "Nadie está por encima de toda sospecha".