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Nuevas revelaciones indican que Noriega ha estado al servicio de la CIA, los narcos, Castro y la contra

7 de marzo de 1988

De nuevo se cierra el cerco alrededor del hombre fuerte de Panamá. Pero las acusaciones de que ha sido objeto en una corte federal de la Florida, que lo vinculan con el tráfico de drogas, no parecen ser más que el desenlance de una serie de intrigas rocambolescas que incluyen el espionaje doble, el contrabando de armas, y los altos intereses del gobierno de los Estados Unidos.

La espoleta que hizo explotar la bomba son las declaraciones que, desde principios de enero, ha venido haciendo a los investigadores norteamericanos el antiguo cónsul general de Panamá en Nueva York, José I. Blandón. Este hombre, que fue consejero político del general Noriega cuando éste era el jefe de la inteligencia panameña en épocas de Torrijos, fue destituido del consulado por haber presentado a funcionarios norteamericanos y a representantes de la oposición panameña un plan según el cual Noriega saldría de la comandancia de las fuerzas de Defensa (Ejército) en abril, mientras se mantendría la presidencia interina de Eric Del Valle, en espera de las elecciones presidenciales previstasx por la constitución para mayo de 1 989.

Pero lo que te da el toque picante al asunto es que, según Blandón, el plan fue encargado por el propio Noriega, quien lo veía como la última oportunidad de salir con dignidad del cargo.
Sin embargo, cuando los oficiales afectados por su retiro conocieron los deseos de su jefe, comenzaron, según Blandón, a "presionarlo para saber cuál era la verdadera situación, y el general comelió el error de abandonarlo". Sin tener otra salida, Noriega, según su acusador, se retractó del plan, y en unión de su "lugarteniente" Del Valle, destituyó al Cónsul.

La destitución de Blandón, quien fue calificado por voceros del gobierno panameño como "traidor, y vendido a los intereses ultraconservadores de los Estados Unidos", desencadenó una serie de revelaciones que llevaron al gobierno norteamericano a presentar 12 cargos, relacionados con narcotráfico, contra Noriega en la corte federal. Uno de los datos más espeluznantes indica que el hombre fuerte de Panamá habría ordenado el asesinato en 1986 en Medellín, de Rubén Paredes Jr., hijo del antecesor de Noriega al frente de la Guardia panameña, el general Rubén Darío Paredes, quien el viernes hizo la denuncia en Panamá.

Pero sea cual fuere la motivación de Blandón para hacer sus denuncias, la verdad es que son de una gravedad tal, que nunca habia estado Noriega tan cerca de perder el poder que adquirió desde 1981. Pero si para Noriega pueden representar el fin, también puede ser el golpe de gracia para la imagen de da administración Reagan, que desde el escándalo Irán-contras que estalló en noviembre del 86, anda bastante mal.

Según reveló el periódico The New York Times el jueves pasado, Blandón declaró que la Casa Blanca, y en concreto el teniente coronel Oliver North, negoció con Noriega una operación secreta por la cual Panamá haría aparecer un embarque de armas de origen soviético, como enviadas por Nicaragua a los rebeldes salvadoreños. La operación nunca se llevó a término, pues según parece en esos días (junio de 1986) el mismo New York Times reveló las investigaciones contra Noriega relacionadas con el tráfico de drogas, y el general se sintió traicionado por los norteamericanos por lo que canceló la operación.
Sin embargo, muchos observadores creen que la historia es totalmente cierta. En efecto, los antecedentes de North y Noriega, no acuden en apoyo de ninguno de los dos. Como dice Blandón, "North y (el almirante) Poindexter manejaban la operación de los contras como una dictadura. Si usted apoyaba a los contras, podía hacer cualquier cosa".

Pero las denuncias no paran allí.
Según Blandón, el difunto William Casey, director de la CIA, tenía una estrecha relación con Noriega, quien habría viajado en una ocasión a Washington a entrevistarse con Casey en un avión privado, perteneciente a Stephen Kalish, quien hoy cumple 30 años de prisión por narcotráfico y ha testimoniado también en contra de Noriega.

Aunque los funcionarios del Departamento de Estado declinaron comentar la razón por la cual el gobierno norteamericano le daba tal importancia y libertad de acción al hombre fuerte, se considera que el general le daba carta blanca a las operaciones del Consejo Nacional de Seguridad en Centro América. Pero eso no alcanza a explicar por qué, como también se ha denunciado, la CIA tuvo en su nómina a Noriega durante varios años pagándole un estipendio anual de US$200 mil, aún a sabiendas de sus vinculaciones con el cartel de Medellín, que le habría pagado cerca de 4.6 millones de dólares, a cambio de poder utilizar la ruta panameña para llevar cocaína y traer dólares.

Lo que los analistas internacionales consideran hoy es que, al haber fallado Noriega en seguir el supuesto plan concertado para su salida del poder, ante la gravedad de las acusaciones de narcotráfico y lavado de dólares, y ante la evidencia de que la oposición panameña no será necesariamente contraria a los intereses de los Estados Unidos, Noriega no sólo perdio su importancia, sino que se convirtió en alguien demasiado pesado de sostener.

El general, acorralado, afirma que todo lo que le está pasando es simplemente un complot de la ultraderecha norteamericana para evitar que el Canal pase a manos panameñas en el año 2.000, en cumplimiento del Tratado Torri jos-Carter. Pero la credibilidad de alguien a quien se considera estrechamente ligado con Fidel Castro y con la CIA al mismo tiempo parece perder piso día a día. Claro que es posible que a Noriega, su credibilidad lo tenga sin cuidado. --