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Un suicidio político

La derrota del referéndum pone en entredicho el gobierno de Guillermo Endara

21 de diciembre de 1992

QUE EL PRESIDENTE PANAmeño Guillermo Endara se jugaba el todo por el todo en el referéndum sobre los cambios constitucionales, era vox populi en Panamá. Lo extraño es que el mandatario escogiera embarcarse en un proyecto que no causaba sino rechazo, aun leído con la mejor buena voluntad.
El principal de los 58 puntos era la abolición de las fuerzas armadas, lo que en sí mismo resultaría presentable dentro del contexto la desaparición de la "amenaza comunista", que era justificación fundamental dc los ejércitos latinoamericanos en los años de la Guerra Fría. Pero en Panamá -como en Colombia por otras razones- las circunstancias son atípicas.
Para empezar, la Guardia Nacional (creada por Estados Unidos al comienzo del siglo) fue eliminada de hecho en la invasión norteamericana de diciembre de 1989, la misma que instaló en el poder a Endara. Resulta difícil imaginar una posición más rebuscada que la de un presidente de un país ocupado por un ejército extranjero, que fue posesionado en una base militar de ese país y que ahora habla de abolir sus propias fuerzas armadas, que hace tiempo son fantasmas, precisamente cuando Panamá debe asumir la protección del canal a partir de 1999. De ahí a pensar que esa parte de la reforma estaba dictada desde Washington, no había sino un paso.
Si eso no resultara suficiente para asegurar el rechazo, el texto de los de más artículos reflejaba la existencia de una clase política interesada en mejorar sus privilegios. Según el proyecto, la postulación de candidatos a cargos de elección popular sólo podría hacer se a través de los partidos legalmente establecidos (que en Panamá casi siempre son ficticios) y se aumentaría la inmunidad parlamentaria a cinco años. Con la eliminación del control previo del presupuesto, se completaría la apertura hacía la corrupción generalizada. El resto del articulado, como dijo un analista panameño "está compuesto por nuevas redacciones de la vieja Constitución torrijista de 1972".
Para empeorar las cosas, desde que se anunció la convocatoria del certamen electoral y se conoció el texto elaborado conjuntamente con el Partido Demócrata Cristiano del vicepresidente Ricardo Arias Calderón, la población asumió que se trataba de la oportunidad de rechazar el gobierno de Endara, de quien sus enemigos dicen que su mayor mérito es ser el campeón de Nintendo de Panamá.
Ese rechazo se dirige contra un gobierno que desde su posesión fue acusado de nepotismo, elitismo, falta de visión e indiferencia ante los problemas sociales de una población paupérrima. Un gobierno saudido por escándalos protagonizados por Ana Mae de En dara, la jovencísima primera dama y por disputas internas que llevaron a que Arias esté en la oposición.
Por todo ello nadie se sorprendió del alto porcentaje de abstencionismo ni de la abrumadora mayoría de dos a uno a favor del NO. Antes que nada, lo que quedó claro es que el mayor sostén político de Endara ni si quiera vive en el país, sino en la Casa Blanca.
En una de sus primeras declaraciones tras su descalabro, Endara indicó que estaría dispuesto a buscar otra forma para reformar la Constitución, porque según él los resultados indicaban una necesidad de cambio. Casi to dos los partidos de oposición están de acuerdo con la convocatoria de una Asamblea Constituyente que Endara no apoya porque no es "constitucional".
Pero el problema parece ser el propio Endara, a quien Ernesto Pérez Balladares, secretario general del torrijista Partido Democrático revolucionario, asumiendo la vocería de un sector político importante, pidió que se hiciera a un lado para dejar que la historia continuara.
ALEMANIA
Carrera contrala muerte
El juicio contra Honecker y otros funcionarios corre el riesgo de no llegar a su fin.
COMENZO EN BERLIN EL juicio más sensacional desde el de Nuremberg contra los nazis. Ante el estrado fueron conducidos seis poderosos de la ex República Democrática Alemana. Allí estaban el premier Erich Honecker, Erich Mielke, exjefe de la Stasi, Heinz Kessler, exministro de Defensa, Fritz Streletz y Hans Albrecht,ex jefe del comunismo en la región fronteriza con Occidente.
Los cargos se refieren a la muerte de 13 este-alemanes que trataron de escapar del país a pesar de la orden de evitar las fugas por cualquier medio. Pero se trata también de un juicio a la historia.
El medio escrito Die Zeit afirmó que el proceso estaba, "en la frontera de la justicia". Otros dicen que el muro de Berlin fue construido por órdenes de Moscú y que era un síntoma de una confrontación politica vigente en la época. Podría condenarse política o moralmente a los responsables, pero lo cierto es que actuaron dentro de las leyes de un Estado reconocido, por lo que la actual Alemania no tendría derecho a enjuiciarlos penalmente.
Pero quienes piden castigo no dan su brazo a torcer. Entre tanto, ancianos y enfermos, esos hombres reminiscentes del poder luchan con la muerte, que quiere arrebatarles de brazos de la justicia.