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UNA BATALLA DE CORAZON

Andrei Sakharov arriesga su vida para salvar la de su esposa.

18 de junio de 1984

¿Será ésta la última protesta de Andrei Sakharov? A los 62 años, con una enfermedad cardiaca y aislado del mundo, el más prestigioso de los disidentes soviéticos se declaró en días pasados en huelga de hambre para denunciar la actitud del gobierno soviético sobre su esposa Helena Bonner-Sakharov. A sabiendas de que ponía en peligro su vida, el físico laureado con el Premio Nobel de la Paz en 1975, no tuvo más remedio que optar por esa drástica medida ante el hecho de que su esposa está aún en mayor peligro de morir que él luego de que su mal tratado problema cardío-vascular se agudizara en febrero pasado sin que las autoridades del país le permitieran visitar a Occidente para el tratamiento de rigor.
En febrero pasado, Sakharov había escrito al líder soviético Konstantin Chernenko pidiéndole su autorización para la salida temporal de la Bonner a Italia prometiendo que ella no tendría contacto político alguno allá y regresaría a Gorky puntualmente. Aunque se le aseguró que sólo despues del 1° de mayo se produciría una respuesta, la cual no llegó en esa fecha, el disidente emprendió la huelga de hambre ante el temor de que su esposa fuera detenida, para quitarle a él su único canal de comunicación con el mundo exterior.
La respuesta que obtuvo fue un texto de Tass del 4 de mayo en el que lo acusan de incurrir con su huelga, en "conducta anticívica" y prestarse a campañas publicitarias antisoviéticas "del imperialismo". Empero, los cargos más serios de las autoridades son deparados hoy a Helena Bonner a quien acusan de ser "mediadora entre Occidente y Sakharov" y suministrar a centros antisoviéticos "calumnias y pasquines" disidentes. También han dicho que ella, tras conversaciones con E. McWilliams, J. Glass y J. Pernell, funcionarios de la embajada norteamericana en Moscú, iba a recibir asilo en dicha sede. Lo último que se sabe, según la escasa información que las agencias noticiosas occidentales han dado al respecto, es que ella se ha recluído junto con su marido en el apartamento donde él realiza su huelga. Ella, además, viene siendo blanco de una campaña de cartas hostiles en la que se le reprocha su nacionalidad judío-armenia.
Lo que aparentemente explica tal hostigamiento es que Helena Bonner es quien ha hablado en Moscú con periodistas occidentales sobre la situación de su esposo, ante el hecho de que éstos no pueden llegar hasta Gorky, una ciudad prohibida para los extranjeros.
Lo que hace a Sakharov el disidente más importante y más temido por el gobierno soviético es su trayectoria política. A diferencia de Alexander Solzhenitsyn, quien desde posiciones ultraconservadoras elogía a los Estados Unidos a la Vieja Rusia, apareciendo como un claro enemigo de al URSS, Sakharov sólo tiene una línea de argumentación moderada de defensa de los derechos humanos y de la paz mundial que las autoridades rusas no pueden atacar. De hecho, hasta la fecha, a Sakharov no le han podido levantar cargos ni llevarlo a juicio. En 1980 su forzado traslado de Moscú a Gorky fue hecho, por esa razón, en forma ilegal.
Allí su aislamiento es total: nadie lo puede visitar sin la aprobación de sus guardianes. No tiene teléfono y le está prohibido a él y a Helena hacer llamadas desde teléfonos públicos. El apartamento ha sido varias veces allanado y sus manuscritos secuestrados. Una antena de radio le fue colocada en su edificio para impedirle al disidente oír emisoras extranjeras. Ningún contacto científico se le permite.
Pese a tal situación Sakharov ha continuado activo en la lucha por los derechos humanos en la URSS. En marzo del año pasado, por ejemplo, hizo un llamado a la opinión pública mundial en defensa de Tatiana Ossipova,internada desde abril de 1981 en el campo de Mordovia. Ella fue miembro del disuelto grupo moscovita de vigilancia de los Acuerdos de Helsinki
Los primeros pasos políticos, Sakharov los había dado a finales de los años 50, cuando él, como prominente científico (se lo considera el padre de la bomba de hidrógeno soviética), comenzó a preocuparse por los peligros de la radiactiviadad en los ensayos nucleares. Conferencias contra tales ensayos empezaron a oir sus opiniones. En 1961, durante una cena oficial, Sakharov se las arregló para pasarle una nota a Nikita Khrushev en la que le confiaba sus temores sobre los ensayos nucleares en la atmósfera. Después, Khrushev respondió diciendo que Sakharov era un buen científico pero debía dejarle a los políticos hacer la política exterior. En ese entonces, el científico ya era popular. Ganador tres veces de la medalla de Héroe del Trabajo Socialista él había sido la persona más joven elegida como miembro de la Academia de Ciencias de la URSS.
Sin temor a perder los privilegios propios de su rango, Sakharov siguió hablando: denunció la contaminación del lago Baikal criticó las políticas educativas de Khrushev, luchó contra la influencia del pseudo genetista Trofim Lysenko en la biología soviética y cuando se ganó el Premio Nobel donó el dinero a la Cruz Roja y a un hospital para pacientes de cáncer. Se hizo conocer internacionalmente en 1968 al escribir el famoso manifiesto "Progreso, Coexistencia y Libertad Intelectual" en el que plantea una colaboración pacífica entre la URSS y USA para conserar la paz mundial. Ese fue el año en que intentó desarrollar la tesis de que, a cambio del capitalismo y el socialismo, había un "tercer camino". Pero a esas ideas las abandonó más tarde dedicándose, más bien, a robustecer sus posiciones sobre la defensa de los derechos humanos en todos los países.
El salto cualitativo en política lo dio dos años más tarde: empezó a hablar de la necesidad de una democratización de su pais y publicó llamados en defensa de disidentes arrestados. Trató en algunos casos de visitar a algunos de ellos en campos de confinamiento, lo que ya fue mucho para las autoridades. La prensa comenzó a criticarlo y el triple héroe del trabajo terminó siendo calificado de "traidor" y "embaucado por los servicios de espionaje" de Estados Unidos e Israel.
A pesar de que durante esos años él se había negado a salir del país siquiera por un corto período por temor de no poder volver a la URSS, en mayo del año pasado su esposa anunció que él estaba dispuesto a emigrar aprovechando una invitación de la Universidad de Viena ante el deterioro de su salud, pero que las autoridades le negaban el visado. "Quieren matarlo física y moralmente, denunció la Bonner, "pueden matarlo en cualquier momento pretextando un fallo cardíaco", agregó, evocando las incesantes persecuciones de que es objeto su esposo. Cuando un periodista le preguntó si temía que a ella y a Sakharov les quitaran la ciudadanía soviética, declaró que esa posibilidad ya no la horrorizaba: "No sería tan trágico, y en todo caso mucho menos que nuestra actual situación".
Según Tass, el mal estado de salud de la Bonner es sólo un "falso pretexto" para realizar la huelga de hambre la cual sólo sería una "señal para lanzar una campaña antisoviética" en momentos en que las relaciones USA-URSS son muy difíciles. Sin embargo, el tipo de discurso que siempre ha manejado Sakharov -sereno, sobrio, legalista- no da para pensar tal cosa.
Demonio para algunos, santo para otros, de todas formas el famoso físico soviético está hoy corriendo un riesgo que le puede costar la vida. Para muchos su huelga, que persigue la liberación de su esposa, de acto político en si, se transforma en algo más: en un imprevisible gesto del más alto contenido romántico.