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El líder norcoreano Kim Jong Il cumplió sus amenazas con el ensayo del lunes pasado

Geopolítica

Una nueva era

La prueba atómica de Corea del Norte podría iniciar un período de proliferación nuclear con carreras armamentistas en Asia y Oriente Medio. ¿Cómo llegó el mundo a este punto crítico?

14 de octubre de 2006

Kim Jong Il, el dictador de Corea del Norte, cumplió sus amenazas. El chantajista atómico posicionó a su país como el noveno poder nuclear del mundo. Pero lo más preocupante es que la prueba subterránea del lunes podría ser no sólo el último capítulo de su programa sino el primero en una nueva época de proliferación. Como advirtió el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, el estallido marca el inicio de "una peligrosa era nuclear".

El ingreso de Corea del Norte al club nuclear podría generar una reacción en cadena que lleve a Japón, Corea del Sur e incluso Taiwán a convertirse en miembros. Por supuesto, si Pyongyang queda impune, Irán, bajo sospecha de estar desarrollando armas nucleares, tomará nota. Y si los ayatollas consiguen su bomba, Turquía, Siria, Egipto y Arabia Saudita podrían seguir el ejemplo.

El caso de Japón es diciente. Es el único país que ha sufrido los efectos de la bomba y su constitución pacifista, impuesta por Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial, limita el desarrollo militar. El recuerdo de Hiroshima y Nagasaki está grabado y los japoneses aborrecen las armas nucleares. El país desde hace cuatro décadas prohíbe "la posesión, la fabricación y la presencia" de estas en su territorio.

Pero el nuevo escenario podría replantear esos principios. Abe, considerado un 'halcón', ha expresado su deseo de reformar la Constitución para dar a su país un papel militar acorde con su peso. El mes pasado un laboratorio de ideas dirigido por el ex primer ministro Yasuhiro Nakasone propuso que Japón "considerara la opción nuclear" y esta semana varios columnistas retomaron la idea. Pyongyang ha lanzado misiles sobre su mar territorial y las provocaciones adquirieron un nuevo nivel. "La prueba de Corea del Norte hará más fácil para Japón que la opinión pública se mueva hacia la adquisición de misiles y armas nucleares", dijo a SEMANA Anupam Srivastava, experta de la Universidad de Georgia. Y aunque Abe declaró que la opción nuclear estaba fuera de discusión, un Japón atómico, con todo el peso simbólico que arrastra, sería un desarrollo muy procupante.

Una larga historia

La era atómica comenzó a el 16 de julio de 1945, con la primera prueba en el desierto de Nuevo México, Estados Unidos. Tres semanas después, el 6 de agosto, los habitantes de Hiroshima vivieron su juicio final. Washington, que repitió tres días después, en Nagasaki, contaba con conservar el monopolio del arma para mantener a raya a la Unión Soviética (Urss) tras el final de la Segunda Guerra Mundial.

Pero cuatro años después, la otra potencia de la Guerra Fría hizo su primera prueba e inició una carrera armamentista mundial. Le siguieron el Reino Unido (1960), Francia (1960) y China (1964). Las únicas potencias nucleares 'legales' son los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU con derecho a veto.

En 1968 se firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) con un éxito relativo. El acuerdo se basa en tres pilares: la no proliferación, el desarme de las cinco potencias nucleares y el derecho al uso pacífico de la tecnología nuclear. Hoy está ratificado por 188 países, entre ellos Irán. Los únicos tres que nunca lo firmaron fueron India, Pakistán e Israel (las potencias nucleares de facto) y Corea del Norte se retiró en 2003 con la amenaza de una "marea de fuego" si alguna sanción le era impuesta.

Los no firmantes

Públicamente, Israel nunca ha aceptado o negado tener la bomba atómica, pero se sabe que posee el monopolio nuclear en una región conflictiva. En 1986, el técnico pacifista Mordechai Vanunu reveló a The Sunday Times el programa nuclear israelí. Después fue secuestrado en Roma por el Mossad (la inteligencia israelí) y condenado a 18 años de cárcel por traición y espionaje. Se cree que Israel comenzó a desarrollar su 'opción nuclear' desde los 50 y la concretó a finales de los 60, pero nunca alegó tener la bomba en las guerras que lo enfrentaron con sus vecinos en 1973.

Sin embargo, es la frontera entre India y Pakistán la región más volátil con protagonistas nucleares, pues los dos países han librado tres guerras convencionales. El 18 de mayo de 1974 India detonó su primera bomba. En respuesta a otra prueba de su vecino, en 1998 Pakistán realizó sus primeras pruebas en las montañas del Ras Koh y se convirtió en la primera potencia nuclear islámica. El legado de Abdul Qadeer Khan, el padre de la bomba paquistaní, todavía preocupa al mundo y es en gran parte el responsable de la crisis actual, pues traficó secretos nucleares con Irán, Corea del Norte y Libia.

El supermercado nuclear

Khan suministró tecnología nuclear en 1997 a Corea del Norte a cambio de tecnología de misiles. De ahí que el ex director de la CIA, George Tenet, lo describiera como alguien "tan peligroso como Osama Ben Laden".

La red de Kahn se distinguía por sugrado de sofisticación. Era un servicio 'todo incluido' que Mohamed El Baradei, cabeza del Organismo Internacional de la Energía Atómica (Oeia), calificó como el "Wal-Mart de la proliferación".

En octubre de 2003 los expertos pudieron confirmar sus sospechas sobre un circuito de tráfico atómico cuando un buque alemán con partes hechas en Malasia fue interceptado en Italia con un cargamento para Libia. Ese diciembre, el líder libio Muamar al Gadafi decidió renunciar a sus aspiraciones nucleares.

Khan, considerado un héroe en su país, obtuvo el perdón presidencial de Pervez Musharraf y su confesión ayudó a desmantelar el mercado negro que alcanzó a extenderse por medio mundo. A eso se suma el hecho de que es casi imposible seguir el rastro del arsenal soviético tras el colapso de la Urss y el Oiea ha registrado más de 500 incidentes de tráfico nuclear ilegal desde 1993.

El noveno miembro

El argumento del ex presidente soviético Mijail Gorbachov, testigo de la carrera armamentista de la Guerra Fría, es demoledor."Las armas nucleares deben ser abolidas. Usarlas para obtener objetivos políticos es inmoral", aseguraba el año pasado cuando se acercaba el 60 aniversario de la bomba sobre Hiroshima. Pero en tiempos de la guerra preventiva inaugurada por George W. Bush, las armas atómicas se mantienen como un elemento de disuasión para los regímenes que quieren evitar ser invadidos.

El nuevo paso de Corea del Norte es un fracaso enorme para la política de George W. Bush. En 2002, cuando etiquetó a Irak, Corea del Norte e Irán como el "eje del mal", el texano prometió que no permitiría que los "peores dictadores" del mundo se hicieran con las armas más destructivas, pero hoy parece incapaz de contenerlos. Como no tardaron en recordar los demócratas, los halcones de Washington equivocaron las prioridades, y mientras el Irak de Saddam Hussein no tenía las famosas armas de destrucción masiva que justificaron la invasión, los otros dos miembros del listado están mostrando los dientes: uno afirma tener la bomba y el otro ignora las órdenes del Consejo de Seguridad para dejar de enriquecer uranio. Y si Pyongyang, uno de los regímenes más aislados y empobrecidos del planeta, es capaz de desarrollar su armamento nuclear con impunidad es poca la capacidad de maniobra que se puede esperar contra una país rico en petróleo y gas como Irán.

También es una derrota para sus vecinos, los más vulnerables a los misiles de Kim Jong Il. La política de acercamiento de Seúl con su vecino del norte demostró ser un fracaso y quedó claro que el dictador es inmanejable incluso para China, el único país del que se decía tenía alguna capacidad de influencia sobre Pyongyang.

Aunque al cierre de esta edición se debatían sanciones para Corea del Norte, con posiciones más agresivas de Washington y Tokio, no parece que la comunidad internacional tenga muchas opciones para frenar la altanería de Kim Jong Il. Una vez más, Pyongyang ha asegurado que cualquier sanción será considerada un acto de guerra. La opción militar parece demasiado arriesgada y la experiencia demuestra que, con excepción de Suráfrica (que renunció a su arsenal nuclear para unirse al TNP en 1991), ningún país que ha desarrollado armas nucleares ha renunciado a ellas. Corea del Norte parece seguir el ejemplo de Pakistán, que escandalizó al mundo con su prueba en 1998, después soportó tres años de sanciones y ahora surge como un socio estratégico de Washington en la guerra contra el terrorismo. Y por si hiciera falta, Pyongyang amenaza periódicamente con vender su tecnología y juega con su propia debilidad, pues sabe que si el régimen colapsara, la opción de un nuevo tráfico de tecnología nuclear se haría aun más latente. En el escenario actual ya no sólo importa hacia dónde apuntan las ojivas de una potencia nuclear, sino también en qué manos pueden terminar sus conocimientos.